Una lección de teatro y vida, por Antonio Díez Mediavilla


Me une a Diana una profunda amistad. La culpa la tiene, como no podía ser de otra manera, el teatro. El teatro es la forma más viva y directa de la representación de la vida. Hacer teatro, soñar el teatro, es revivir siempre una y otra y otra vida. Y Diana de Paco, docente e investigadora es, también, y nada menos, dramaturga, es decir, creadora de vida sobre la escena, para la escena. Hemos hablado mucho de teatro; me ha enseñado mucho sobre teatro. Un día, charlando sobre teatro por el campus de la Universidad de Alicante, que compartimos durante unos años, me dio una lección que nunca olvidaré y que me enseñó a mirar con otros ojos el teatro de hoy, el teatro de ahora mismo y por tanto todo el teatro.


Yo le decía, muy severo desde la atalaya de mi madurez, que en nuestros días el teatro iba perdiendo esa esencia de inmediatez, de vida real aunque condensada en esos momentos específicos en los que la intensidad de la acción explicaba por sí misma toda la realidad que el autor pretendía reflejar sobre el escenario; intentaba explicar que el teatro actual se estaba acercando peligrosamente a la narración, al ambicioso “contar” de la novela: la organización en pequeñas escenas yuxtapuestas, la incorporación cada vez más notoria del foro como espacio de proyección cinematográfica, la narración propiamente dicha en boca de personajes que “cuentan” y explican las pequeñas secuencias dramatizadas… “Vamos a ver, compañero” me interrumpió en un momento con firmeza. Yo he nacido y crecido rodeada de cine, de videos, de televisión… para mí las formas del lenguaje cinematográfico son modelos habituales de representación y de comunicación y forman parte de mi manera de entender la vida y el mundo. Esto no lo vivió Sófocles, ni Lope. Yo hago el teatro que corresponde a mi manera de ver y entender el mundo, incorporando todos aquellos elementos que confluyen en mi manera de entender y vivir en el mundo. Si tu no comprendes esa manera de representar mi mundo, mi vida, el problema lo tienes tu, no el teatro que ahora hacemos. Si no aprendes a mirar el teatro con los ojos de los que ahora vivimos, es que te estás haciendo viejo; no es que el teatro esté perdiendo nada, el teatro sigue siendo lo que siempre fue: la representación palpitante de la realidad que interesa en cada momento. “Aprende a mirar de otra manera, compañero, si no te vas a aburrir y te desesperarás sin remedio”.


Sabias palabras que me han empujado a leer y contemplar el teatro desde una perspectiva más abierta y generosa. El teatro de Diana represente con nitidez una manera rabiosamente actual de entender la vida y de llevarla hasta la escena. Tal vez la mayor riqueza de esa apuesta teatral tenga que ver con su vinculación con el teatro clásico (grecolatino sí, pero también español, que todo se hereda) y con los modelos más actuales que dan un sentido espectacular y dramático muy especial a la incorporación de nuevas opciones de comunicación espectacular y dramática. El camino iniciado tiene que continuar. Tiene Diana muchas historias que dramatizar, que contar, que convertir en apuestas teatrales. Qué hermosa lección de juventud y contemporaneidad la de esta joven dramaturga que, además de enseñar e investigar, tiene vocación y quiere ofrecernos generosamente su enriquecedora visión de las cosas, de los aconteceres que en pleno siglo XXI definen el desarrollo del ser humano.


Gracias Diana de Paco Serrano por todas las lecciones que ya nos has ofrecido y las que aún nos irás dando. Todos conocemos tu generosidad y esperamos mucho.

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