EL ARCO DE ODISEO. El odio de Joseph, por Marcos Muelas.

Viajemos hasta la Alemania de 1920. En esa década fue cuando ya se estaban comenzando a gestar las bases del Holocausto. Y no es que la cosa empezara de golpe sino que fue en un crescendo que acabó yéndose de madre. Imaginad una Alemania, por aquel entonces llamada la República de Weimar, que aún se lamía las profundas heridas recibidas en la Gran Guerra. Una nación que tras rendirse en el conflicto, se vio sometida al pago de indemnizaciones mientras tenía que agachar su avergonzada cabeza. Joseph Goebbels era uno más entre los numerosos parados que rumiaban el descontento por la derrota. Una derrota que se convertía en la culpable de todos sus males, presentes y futuros. Era un hombre menudo, alejado del prototipo ario. Durante su infancia había padecido una osteomielitis en la pierna causándole una cojera que le seguiría el resto de su vida. Y fue su pierna, lisiada de por vida por una enfermedad intratable en aquella época, la que le privó de sentirse un hombre válido. Condenado,...