ALAS DE MARIPOSA. Adela y Candela, por Gedi Máiquez

Una fila de humildes casas a orillas del mar, daban la bienvenida al barrio marinero de Bajo de Guía. Desde hacía décadas, el antiguo Choza de Ubreva, miraba de frente y con orgullo a la otra margen del Guadalquivir, donde los señoritos disfrutaban de continuas monterías en el paraje de Doñana. Esos dos mundos, tan ajenos el uno del otro, estaban obligados a mirarse a pesar de sus diferencias irreconciliables. Adela paseaba alargando las pisadas que la estaban llevando poco a poco al acercamiento con Candela. Era una tarde apacible de finales de junio de 1926, y el sol tocaba ya el horizonte del estuario en su eterna unión diaria. Sanlúcar era tierra de despedidas y de encuentros. Atrás quedaron esos meses, desde el entierro de su madre, donde la tristeza de la pérdida de lo no dicho, se mezclaba con la serenidad de haber cerrado el círculo que la ataba a su pasado. Su padre, dispuesto a no esconder por más tiempo los secretos que malograron las relaciones familiares, se encargó, días ...