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CRONOPIOS, El colgante XI. La mochila, por Rafael Hortal

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En el bungalow del campamento de Meroe, Bea intentaba mantener erecto el pene de Alain durante el mayor tiempo posible con ungüentos, masajes y la percusión rítmica de su tambor de chamana. Danzaba desnuda a su alrededor tocando el tambor que elevaba como si se alzara solo con sus cuatro plumas al viento. Los pechos se movían con la misma cadencia, lo que producía en Alain un estado hipnótico. —Bea, por favor, me vas a matar, ni la viagra lo consigue tanto tiempo, además con las preocupaciones es muy difícil mantenerla así. —No puedo hacerte una felación, se iría el ungüento, pero excítate tocándome los pechos y haciéndome un cunnilingus, si quieres.  —Si esta brujería tuya da resultado me caso contigo. —Conseguiré que tu falo divino sea alado, como lo representaban los romanos. Entonces tendrás que casarte con Alizée y conmigo a la vez. Ja, ja, ja. —Bea, recuerda que Alizée nos decía en la carta que se la daba a un cazador alemán para que la dejara a mi nombre en la recepción del ...

CRONOPIOS. El colgante, 10: el desierto, por Rafael Hortal

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  Los tres fugitivos avanzaron en el desierto todo lo posible para alejarse del mercado de camellos y dromedarios, pero la oscuridad y el frío los hizo detenerse y acurrucarse junto al camello. —Me llamo Khalid, os he salvado, y me tenéis que jurar que nunca delataréis mis crímenes. —Alizée hizo un gesto afirmativo. Permanecía en silencio hasta que Khalid destapara que se conocían. —Yo me llamo Rania de Dartur. Te estoy muy agradecida por liberarme. Mi vida no vale nada para los soldados que me violaron y vendieron al mercader, que me prostituyó durante dos meses. —¿Qué soldados? —Alizée quería recomponer su rompecabezas. —Rusos… Hablaban de que cuando regresaran los colmarían de medallas. —Son mercenarios del grupo M Invest. Exconvictos. Puras bestias. —Khalid estaba cabreado. —Eres libre. Cuando consideres que puedes ir sola, márchate. —No tengo dónde ir, han matado a toda mi familia… una viuda no tiene derechos. Quiero ir contigo. ¡Protégeme!  —Tengo tres esposas y cuatro h...

CRONOPIOS, El colgante V. Khalid, por Rafael Hortal

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K halid , el guía, era un hombre serio, de aspecto mayor debido a su tez oscurecida por el sol. Descansaba junto a sus cuatro camellos tras la cansada jornada recorriendo la zona de las montañas de Sudán del Sur. Bea y Alain, en el interior de la tienda de campaña tenían la mala conciencia de haber dejado a Alizée sola en la tribu de los Nuba de Kau. —No tenemos que preocuparnos -dijo Bea no muy convencida-. Alizée sabe cuidarse, además creo que quería separase de nosotros. Recuerda su frase: “Las mujeres libres no son para hombres débiles”. —Ha tomado una decisión equivocada, allí no hay cobertura, estamos incomunicados, ¿crees que deberíamos volver? —Después de un día sobre el maldito camello, lo que menos me apetece es deshacer el camino. Pronto estaremos con la tribu de los Faraones Negros. Relájate, es la primera noche que pasamos a solas. Vamos a pasear. Bea se desnudó y desnudó a Alain. Lo sacó de la tienda y agarrados de la mano caminaron en la dirección contraria donde estaba ...