CRONOPIOS. Encuentro con Pauline, por Rafael Hortal

Me encantó la idea de reunirme con mi personaje, pero Pauline era más que eso, se extralimitó en su papel, me arrastró con su personalidad arrolladora. Cuando pensé el argumento de “Armónicos, días de vino y sexo” ella no era el personaje principal, sino Félix, el enólogo, un voyeur empedernido; la novela podría haberse llamado “Las tribulaciones de un voyeur”. Pauline apareció rompiendo los esquemas, ampliando el guion; era muy inteligente, una agente secreta dispuesta a utilizar todas las artes para conseguir su objetivo, sobre todo con su sensualidad; era una maestra del exhibicionismo. Quedé con ella en la goleta El Cid, que estaba fondeada en el puerto de Cap d´Agde. Cuando llegué al pantalán estaba en cubierta, hablando con su agradable acento francés con Chema Alcaraz, el capitán; se conocieron en una travesía desde Ibiza a Cartagena. —Hola, buenos días —les dije mientras subía a bordo. —Buenos días Rafa —Chema me dio la mano. —¡Venga, vamos, es un bonito día para navegar! —dijo...