RELATOS DE UNA MOSCA. De memoria y tragaderas, por Pedro H. Martínez

Debo confesar que… nunca he ido a pie a ninguna parte, moverme andando sí, pero andar, lo que se dice andar… nunca, no. Es uno de los privilegios de ser una mosca. Vas de un lado a otro volando, ello te permite ver las cosas con vista cenital, de manera panorámica y con un punto de vista completamente distinto a ustedes. Es lo que toca. También tengo ventajas, en el comer, por ejemplo, a mí me gusta todo, me lo como todo, y cuando digo todo es todo. Perdónenme, acabo de darme cuenta que ustedes también lo trituran todo, y para dentro. Aunque algunos de ustedes son intolerantes a la lactosa, o a la cebolla, toleran muy bien que les roben, que les manipulen y que les dejen viendo noches enteras “ Tú cara me suena ”, sirva como ejemplo. Lo cierto es que tienen grandes tragaderas a la sumisión mediática, a la bronca facilona, a tertulias que no llevan a ninguna parte, a creerse cuentos, que ríete tú, más increíbles que los de los Hermanos Grimm. Quizás mi ansia viva venga por la esca...