El VERDE GABÁN. La Torre de Leandro, por Santiago Delgado




La llaman Torre de Leandro, pero debería decirse la Torre de Hero. Y, con más propiedad aún la Torre del Padre de Hero. Y con justicia poética pura la Torre de Hero y Leandro. Está enfrente del viejo Estambul. Es un faro de situación, que delimitaba territorio gálata del constantinopolitano; todo ello antañazo, claro. El machismo, en este caso otomano, decidió conceder el apelativo al varón, lógica de los tiempos.

Es harto difícil encontrar correlato verosímil al triste suceso de los dos amantes del Bósforo. Por eso, resistamos el envite. Hero –ella–, y él –Leandro–, en tiempos helénicos, se quieren. Sus familias no. Leandro es bizantino, Hero es gálata. O montesca ella y Capuleto él, no me acuerdo bien. El muchacho, cruza a nado todas las noches para festejar a su moza, y festejarse él. El mito dice que, buen conocedor de las corrientes, desde acá o allá de la barriada de Besiktas, Leandro batía con sus brazos las aguas nerviosas del Bósforo. Bien, una vez, aciaga noche, el viento austro, aqueo él, apagó la luminaria flama. Leandro quedó huérfano de brújula, y acabó exhausto y ahogado. Hero, al ver que no tendría los brazos de su enamorado esa noche, se lanzó a buscarlo a las foscas y procelosas aguas que unen Mediterráneo y Negro.

Al clarear el alba, hallaron muertos a los dos. Muchos imaginan que estaban abrazados y yertos. Comenzó la leyenda. En realidad la Torre de Hero y Leandro es un homenaje a todos los naufragios que allí tuvieron lugar, cruzando de Asia hacia Europa o viceversa. Un tributo a la Pelágica Parca, revestido de amor trágico. Ahí está la Torre.





Comentarios