EL VERDE GABÁN. Las mocedades de don Quijote (el Quijotillo), entrega última, por Santiago Delgado,

Pero no quiero, Sancho, dejar pasar de contarte la ocasión en que mis pecadores ojos vieron a la beldad absoluta –interna y externa– de quienes el resto de los mortales llamáis Aldonza, y que yo conozco por el excelso nombre de Dulcinea. Fue en el mercado semanal de Alcalá, cabe la ribera del Henares. Allí venían aldeanos de toda La Mancha, y aun de parte de Aragón, pues buenos , y muchos, compradores había para abastecer las despensas de los grandes señores que en la cardenalicia y cisneriana ciudad habitaban: los Mendoza, los Mondéjar, los Castelar y otros. También para nutrir las numerosas casas de huéspedes que allá estaban abiertas; amén de los innumerables Colegios Mayores y Menores. Muchas bocas a las que dar de comer todos los días. No oses preguntarme, Sancho, qué comestible mercancía era ofertada por la familia de ella. Es tan obvio, que molesta la ignorancia. Vendía miel, seguramente traída de la vecina Alcarria. O comprada en la ribera alta del Tajo. Aunque en la c...