EL ARCO DE ODISEO, La noche de los jueves, por Marcos Muelas

En algún momento fui consciente de mis propias manos, sujetas como garras crispadas sobre el volante. Descubrí con cierto pesar las pequeñas manchas que cubrían el dorso de estas ¿En qué momento habían aparecido? Necesité un esfuerzo titánico para soltar el volante. Abrí y cerré las manos varias veces mientras un hormigueo sacudía mis dedos. Miré el reloj del salpicadero para descubrir que llegaba tarde a la cita. ¿De verdad habían pasado veinte minutos desde que había aparcado? Había llegado con tiempo de sobra, pero me sentía incapaz de bajar del coche. Sin pensarlo abrí la puerta y me bajé del auto. Instintivamente busqué el paquete de tabaco y me maldije al descubrir que lo había olvidado. Llevaba más de cuarenta años fumando y no recordaba haber salido nunca de casa sin mi provisión de nicotina. Suspiré cansado, no creía poder afrontar esa noche sin tabaco. Pensé en lo curioso que era que mi mayor aliado fuera a la vez mi verdugo. En fin, en peores y más ingratas relaciones t...