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Mostrando entradas de junio, 2023

SUMARIO del 24 de junio de 2023

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  Ajenatón adorando al sol A punto de afrontar otro largo y cálido verano, y antes de que las sucesivas olas de calor acaben conduciéndonos a alguno de los círculos del infierno profundo, aquí llegan los amigos de Dulcinea con los cuidados paliativos de la literatura. Santiago Delgado clava su mirada en Bécquer y nos lanza una severa advertencia, mientras que Gabriel Lauret nos da a conocer la obra de un compositor justamente reivindicado.  María Dolores Palazón os llevará más allá de los límites de la inteligencia. Pero, si buscáis las sombras acogedoras del bosque para mitigar la canícula, deberíais leer primero a Rafael Hortal y a Marcos Muelas, para que tengáis una idea de qué puede aconteceros visitando arboledas y soledades.  Bebed mucha agua, llevad sombrero, tened en cuenta que se extiende sobre nosotros un sol de justicia; pero por encima de todo, disfrutad de la vida y la literatura. 

Inteligencia artificial, por María Dolores Palazón

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Primera parte La madre siempre lo ha sabido, nunca ha tenido ninguna duda: su hijo es el más listo y punto. «Lo que pasa es que hay mucha envidia en el mundo y más en este barrio, donde todos se las dan de alta alcurnia», comenta alzando la voz para que la escuchen mientras le hacen las uñas en un local que quiere imitar el diseño moderno con madera de palés desarmados a la vez que reivindica el uso de materiales reciclados. Tiene incontinencia verbal como toda madre cuando comienza a enumerar las bondades de su niño, así ha sido desde que abrió los ojos nada más nacer, cosa que para ella es una proeza y es marca para reconocer a los que vienen con la estrella del prodigio. Y eso que hoy a quien sigue llamando su niño tiene 18 años, pero es que él no sabe vivir sin el cola-cao con sus grumos correspondientes que ella le prepara para desayunar, ni ella se queda tranquila si no se lo hace con sus propias manos aunque lo haga a horas que la norma llama la tarde. Siempre ha estado orgullos

CRONOPIOS. El escribidor. Ucronía de un escritor y el punto Jonbar, por Rafael Hortal

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                                                              El conejo es la base alimenticia del lince que tiene una percepción auditiva y visual excelente, por eso no se le escapa nada. Lince es sinónimo de inteligente, astuto. Lince es el apodo de Mario el escribidor , que tras conocer en Perú el bonito oficio de escribir cartas de amor por encargo, y huyendo del acoso de su tía, se instaló en España para escribir fantasías eróticas adaptadas a los clientes. Se sentaba a escribir mirando a la playa, justo al lado de un chiringuito. Todos los días situaba su silla y su mesa con un montón de folios y una estilográfica. El cartel publicitario ponía: “Relato su fantasía. 500 palabras, 50 Euros, 5 minutos”. Para ello los clientes rellenaban un cuestionario previo sobre sus gustos sexuales y el grado de osadía de la historia. Desde su posición, pasaba el día escuchando y observando a la gente. Tenía la habilidad de fijar las prioridades en las mujeres más atractivas, no se le escapaba ni

EL ARCO DE ODISEO. Mar de árboles, por Marcos Muelas

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Faltaban pocas horas para el anochecer, pero la oscuridad ya se había adueñado del bosque. Hiro sonrió, ese era el momento perfecto para comenzar su paseo. Los excursionistas buscadores del morbo y las emociones fuertes ya se habían marchado, devolviendo la paz al lugar. El mar de árboles era tan frondoso que hasta el viento era incapaz de atravesarlo, provocando un constante estado de silencio y asfixia, incluso en invierno. Pero, para Hiro este era su hogar. Un remanso de paz y tranquilidad tras una vida llena de estrés y preocupaciones.  Al terminar la universidad, Hiro había dedicado quince años de su prometedora carrera al servicio de una empresa multinacional. Desde el comienzo, Kanaye, su jefe inmediato, sintió celos de sus aptitudes y dedicó todos sus esfuerzos a eclipsar el brillo de Hiro. Hiro trabajó con el tesón que sólo un joven japonés es capaz de ofrecer, sin importarle que Kanaye se hiciera dueño de sus méritos. Finalmente, tras una década y media de esfuerzos, sólo con

EL VERDE GABÁN. La pupila azul, por Santiago Delgado

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La pupila que digo no es la del propio Bécquer, sino la de su poema: XXI ¿Qué es poesía?, dices mientras clavas en mi pupila tu pupila azul. ¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas? Poesía… eres tú. Enseguida salieron los anatomistas, escandalizados: “¡Hala, que burro, las pupilas son siempre negras, lo que tiene color es el iris!”. Los anatomistas confunden aquí churras con merinas. Esto es poesía, no anatomía. “¡Es la poesía, estúpido!”, podríamos decirle al blasfemo que anatematiza a Bécquer. Pero no serviría de nada. Los anatomistas son muy suyos. La pupila es eso que nos dilatan los oftalmólogos para leer la Biblia en sus arcanos adentros, que estamos día y medio viendo todo claro, muy claro, pero sin perfiles. La corona de la pupila es lo que es azul o verde o cagada de mosca, como la mayoría. Bueno el cantante Bowie tenía un color de cada pupila, o al revés, un iris distinto en cada pupila. La naturaleza es querente de excepciones, en todo Pero la musa de Don Gustavo Adolf

LOS SONIDOS Y EL TIEMPO. Mario Medina o la necesidad de componer, por Gabriel Lauret

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Hablar de músicos y compositores de Murcia es hablar de personalidades desconocidas para la mayor parte de la población. Del que les voy a comentar hoy, por desgracia, no es habitual poder escuchar su obra, salvo de forma muy esporádica y en ciclos muy especializados. Tuve la oportunidad de tocar su música por primera vez en 2008, con motivo de un centenario, no suyo, que lo era, sino del insigne escultor Juan González Moreno. Además del año de nacimiento, estos dos artistas compartían la conciencia personal de su valía, superior al reconocimiento público que recibían, y una forma de ser sencilla que no favorecía su difusión más allá de círculos bastante cerrados. En el concierto, celebrado ocho años después de su fallecimiento, se estrenó su Cuarteto nº 4, una obra que nunca pudo escuchar en vida. Mario Medina Seguí, nacido en Murcia, se había formado con conocidos músicos locales como Manuel Massotti y José Agüera. En 1934 se trasladó a Madrid para ampliar sus estudios con Joaquín Tu

Sumario del 17 de junio de 2023

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 ¡Salud y República de las Letras! En ese camino a Damasco que es vuestro encuentro con la literatura, hoy los amigos de Dulcinea os invitan a seguir los pasos de san Pablo con Santiago Delgado de una manera que no podéis imaginar. Con Gedi Máiquez os adentraréis en un relato de sororidad, líneas sabiamente epicúreas. Los placeres ocultos e inesperados nos los trae, como siempre Rafael Hortal. Juan Ángel Sánchez reflexiona sobre las aportaciones de la música indie a la cultura popular y os ofrece su particular visión de las cosas. Y finalmente, Marcos Muelas, nos lleva al Océano Pacífico durante la segunda guerra mundial, donde la belleza de la naturaleza solo es superada por la crueldad de la humanidad.  Pasead por las callejuelas del recuerdo y disfrutad de la vida y la literatura.

MINUETO. La calle, por José Antonio Molina

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Fue una calle populosa y animada, aquella de mi infancia, al menos para las condiciones habituales de una minúscula ciudad balnearia en una provincia pequeña. Una imprenta, cuatro carpinterías, una fábrica de conservas, un bar de fama dudosa (después transformado en sede de un conocido partido político), una papelería y el almacén de una empresa de construcción. No siempre había sido así. Hubo una época inmediatamente anterior a la mía en que mi calle no existía. Relatos de vecinos y familiares contaban cómo antes no había nada edificado. Existía un palmeral, arboledas y un rincón sin cultivar, que le daba un aspecto boscoso, con pequeños árboles y matorrales, siempre verdes por la presencia de aguas freáticas que durante años fueron apareciendo cada vez que se ponían los pilares de un nuevo edificio. Al paisaje agreste, que en mi imaginación infantil siempre era semisalvaje, pertenecía un cuartel, con sus centinelas y con sus cuadras que albergaban a los caballos para las patrullas. N

Sororidad, por Gedi Máiquez

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Silvia rondaba el medio siglo de vida y hacía tiempo que se había propuesto con determinación no ser invisible al mundo. Cumplir años si eras mujer te empujaba inconscientemente a caer al pozo del edadismo más cruel a veces ayudada por una misma. No era una propuesta estética la suya, admitía el inexorable paso del tiempo que iba haciendo mella en su cuerpo como un virus lento e inevitable que día a día hacía acto de presencia. Lo admitía, sí, pero también lo combatía sin obsesión. Su determinación era de amplias miras. En realidad, su rechazo a la invisibilidad no era tanto por la imposición de la sociedad plagada de cuerpos apolíneos y ninfas etéreas con sobredosis de toxinas y juventud que plagaban el escenario cotidiano, sino por no caer en el mal hábito de pasar de puntillas por la vida de las personas que formaban parte de su microcosmos. Era su propuesta más arriesgada desde su debacle emocional, ver y ser vista desde los ojos de una transformada vida, esa que tuvo que rec

EL VERDE GABÁN, El padre de san Pablo, por Santiago Delgado

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Me entero, leyendo cosas y cosas, de que el padre de San Pablo, el Apóstol de los Gentiles, fue constructor de tiendas de campaña. Releo para cerciorarme, y sí, en efecto, industrial de textiles y palitroques. Eso, en el siglo I de nuestra era, mientras, Jesús multiplicaba panes y peces, y los romanos iban derrotando celtíberos a troche y moche por estos lares aún no hispanos. La pregunta es inmediata: ¿a quién o quiénes les vendía sus carpas este hombre? Todos nos hemos imaginado a los reyes de la antigüedad viviendo a todo lujo en sus tambaliches llenos de oro y esclavas nubias, y a la tropa que le vayan dando. No hay que malacostumbrar a la tropa. Así, que una por sátrapa de la antigüedad. Eso son habas contadas. Pero, insisto, el negocio, que tenía montado en Tarso, en la contraesquina turca en el Mediterráneo, debía de ir mejor que muy bien, porque el hijo, Saulo, se pudo ir a Jerusalén a estudiar teología con el rabino más caro. Ello le lleva, ya en Jerusalén, a despreciar y denu

CRONOPIOS. Sin taparrabos, por Rafael Hortal

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“Se buscan actores y actrices”. Así, a secas; era un reclamo tan simple que hacía sospechar lo peor. Esa es la idea que quería provocar el director del proyecto “Sin taparrabos”. En la letra pequeña del anuncio se explicaba que buscaban personas capaces de enfrentarse a escenas sexuales de ficción (especificaba que no pornográficas) y superar pruebas de interpretación corporal. Sin taparrabos era un proyecto de Harby Vein, conocido en el mundillo de Hollywood por su procacidad sexual y por sus películas censuradas por la Federal Communications Commission (FCC). En 2020, se restauró la película Tarzán y su compañera (1934), volviendo a incluir la escena de dos atletas olímpicos nadando desnudos en un lago: Johnny Weissmuller y Josephine McKim, que sustituía en esa escena a Maureen O’Sullivan, la eterna Jane, compañera de Tarzán, con el que tuvo un hijo (caído del cielo, sin explicación). Eso fue el detonante para que Harby escribiera el guion de Sin taparrabos, un homenaje a las famosas