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Mostrando las entradas etiquetadas como gato

ALAS DE MARIPOSA. Estrella, por Gedi Máiquez

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A Fran. En recuerdo de Estrella. La madrugada siempre es el momento en el que me siento más libre. Sin los convencionalismos del día, los pensamientos discurren plácidamente por el cuerpo, aceptándolos sin prejuicios que enturbien la naturaleza para lo que han sido creados. Esa noche, además, el escenario era propicio para la función. La luna llena iluminaba con descaro las nubes que pasaban con sigilo a su alrededor. El movimiento, lento y ondulante del esponjoso nimbo, tenía la intención de acariciar al cuerpo celeste, responsable de millones de promesas sin cumplir y culpable de mi creativo desvelo, por esa tendencia mía a disfrutar de su presencia. Sentada en la butaca del salón, acariciaba el cuerpecito blanco y suave de quien reposaba en mi regazo. Estrella ronroneaba complaciente al tacto de mis dedos sobre su cuello, sabiendo que en cualquier momento, las caricias terminarían por Real Decreto gatuno. Mientras Estrella decidía si marchar a explorar los sonidos que de momento sol...

EL VERDE GABÁN. El gato de Éfeso, por Santiago Delgado

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En la luenga calle abajo, aún enlosada en mármol, pero muy desgastada y desparejada, a la derecha, hacia sus medios, hay una estatua descabezada, como tantas otras a todo lo largo del Imperio Romano. Abajo, albergado entre los pies y los bajos de la toga, hay un hueco, que, por lo que parece, es posesión de un gato. O de todos los gatos de las egregias ruinas de la vieja ciudad jónica. ¿Quién sabe? En la Historia del Mundo hay muchos gatos. El de Chesire, resabiado y cínico, o el Gato con Botas, más familiar y verdadero. Yo, ahora, añado este gato, a tan egregio elenco. El gato de Éfeso se expone tranquilo y orgulloso a toda la turistada mundial que, al pasar hacia el Foro de la Biblioteca de Celso, ante él se detiene se para fotografiarlo. El Gato de Éfeso es el símbolo de la permanencia de la ciudad, frente a imperios y terremotos. No alardea de nada, ni nadie le ha hecho cuento inmortal o leyenda. ¿Para qué? No la necesita, si acaso, luego a la tarde, cuando el poniente ilumina la e...