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Mostrando las entradas etiquetadas como inteligencia

Inteligencia Artificial (cuarta parte), por María Dolores Palazón Botella

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El profesor de universidad ha pasado de estar cansado de escuchar la clásica preguntita del mes de julio «ya de vacaciones, ¿no?», a estar hasta los cojones de oírla de boca de «maliciosos, envidiosos y ociosos que no tienen ni puñetera idea de lo que hago y dejo de hacer». Por eso está buscando una respuesta adecuada «proporcionada a la desfachatez de los preguntones» para dejar clara su postura. Piensa en lo correcto de una explicación en plan catedrático para argumentar, cargado de razones, la diferencia entre periodo lectivo, no lectivo y vacaciones, «aunque realmente eso da igual, el trabajo no se interrumpe en ningún momento». Pero eso solo lo sabe él y los suyos. El resto, la sociedad en su amplio conjunto, sigue con la cantinela de llevar con verdadera rigurosidad la cuantificación de sus vacaciones en tres meses exactos al sumar «julio y agosto íntegros, y quince días en navidad y semana santa», afirmación de la que se sirven para juzgarlo como beneficiario de un sistema donde...

Inteligencia artificial III, por María Dolores Palazón Botella

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El estudiante lo primero que hace al abrir los ojos es coger su teléfono para ponerse al día con los asuntos que abandonó hace menos de dos horas. «El tiempo que duermes estás muerto», se dice con cada despertar. Lleva unos días contento y aunque literalmente no lo pueda hacer porque sus manos están ocupadas, está frotándose las manos como se decía en la edad analógica. Ha superado el último curso del bachillerato, se ha presentado a la EBAU y ha sacado una nota que no es para tirar cohetes, pero sí suficiente para acceder a una carrera que le permita estudiar algo que en un futuro próximo le facilite el acceso a lo que en su círculo familiar llaman un trabajo con posibilidades, manera de aludir sin nombrar a estudios que te llevan por el camino de las finanzas, la economía, el derecho o la política, sectores siempre ávidos de buenos postores con los escrúpulos en niveles mínimos. Lo ha logrado con lo que su madre llama mucho sacrificio, «descansa, que te dé el aire que estás mustio de...

Inteligencia artificial, segunda parte, por María Dolores Palazón

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El tutor del último curso en el instituto se siente aliviado mientras se ve reflejado en el trozo de cristal que ha sobrevivido del espejo del baño del primer piso del centro. Hombre y fragmento comparten un semblante que es reflejo de una victoria amarga. El primero es un rostro pálido, con marcadas bolsas bajo sus ojos y unas manos que al recibir el agua del lavabo no logran calmar el ligero temblor que empieza nada más flanquear la puerta del centro. El segundo se mantiene por puro azar en un espacio que con cada año académico suma pintadas que aúnan declaraciones de amor, dibujos grotescos, confesiones inconfesables, insultos y motes de los de hoy y ayer. Pero ambos han superado otro curso. Para el tutor ya son 25 en una cara que ha ido dejando en cada uno de ellos jovialidad y alegría. «No tengo claro cómo puedo aguantar, supongo que los antidepresivos ayudan de verdad». Para el baño son algunos más, pero ha tenido reformas puntuales. Quizás el truco sea una mezcla de fármacos y e...

Inteligencia artificial, por María Dolores Palazón

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Primera parte La madre siempre lo ha sabido, nunca ha tenido ninguna duda: su hijo es el más listo y punto. «Lo que pasa es que hay mucha envidia en el mundo y más en este barrio, donde todos se las dan de alta alcurnia», comenta alzando la voz para que la escuchen mientras le hacen las uñas en un local que quiere imitar el diseño moderno con madera de palés desarmados a la vez que reivindica el uso de materiales reciclados. Tiene incontinencia verbal como toda madre cuando comienza a enumerar las bondades de su niño, así ha sido desde que abrió los ojos nada más nacer, cosa que para ella es una proeza y es marca para reconocer a los que vienen con la estrella del prodigio. Y eso que hoy a quien sigue llamando su niño tiene 18 años, pero es que él no sabe vivir sin el cola-cao con sus grumos correspondientes que ella le prepara para desayunar, ni ella se queda tranquila si no se lo hace con sus propias manos aunque lo haga a horas que la norma llama la tarde. Siempre ha estado orgullos...