Entradas

Mostrando las entradas etiquetadas como segunda guerra mundial

LOGOSFERA: Corriente invertida (Segunda parte), por Isaac David Cremades Cano

Imagen
  Sin duda, ese fenómeno meteorológico acrecentó la onda expansiva de los explosivos colocados, de forma sistemática en todos los puentes, por las tropas alemanas días antes de su huida. De repente, el silbido de las ráfagas de vientos del sur se vio bruscamente interrumpido por un golpe seco, profundo y grave, que hizo temblar todo. Se trataba de la nota de apertura contenida en la metódica sinfonía, compuesta días antes y orquestada en un único cobarde acto por el vencido en retirada. Era ahora, tras un breve silencio, sin apenas poder reaccionar, el turno del puente Pasteur que saltaba por los aires y, ya alejados lo máximo de las ventanas, protegidos en el vientre de nuestro apartamento, todo tembló de nuevo. Más vigor al estallar los explosivos bajo el siguiente puente, el de Gallieni, que todavía nos mantenían paralizados, pero ya por poco tiempo, pues sentíamos cómo la adrenalina empezaba a extenderse por nuestros cuerpos y pensamientos. Pero enseguida, sin cesar completamen...

LOGOSFERA: Corriente invertida (Primera parte), por Isaac David Cremades Cano

Imagen
  Al observar temerosos, desde las ventanas del salón, a esos batallones de alemanes desfilando en formación hacia la Escuela Militar de Medicina, dejamos de apreciar la agradable temperatura en ese fatídico día del verano del 40. El sol radiante, que avivaba los colores del paisaje urbano con sus luminosos rayos, dio paso a una vaporosa grisalla casi asfixiante, acentuada con el polvo y el humo emanado por estos intrusos. Parecían enfadar hasta al nítido cielo, a golpe seco y compasado de sus miles de botas sobre el pavimento de las principales avenidas de la vencida ciudad. El estruendo de tanques y cañones a menudo abría los diferentes cortejos: los primeros militares de cada regimiento portaban altivos estandartes, otros banderas y todos brazaletes rojos con ese extraño símbolo negro en el centro, colocado dentro de un circulo blanco. Mientras tanto, en un primer gesto propagandístico del que apenas nos percatamos, los heridos eran transportados en camionetas, carretillas y cam...

EL ARCO DE ODISEO. El hermano menor, por Marcos Muelas

Imagen
Pocos entienden lo difícil que es hacerse un nombre cuando eres el hermano menor de una celebridad mundial. Todo el mundo te examina con lupa, comparándote en todo momento con el primogénito, el niño bonito que nunca falla, el preferido de todos. E imaginaos lo difícil que es para mí, que mi hermano mayor es la mismísima Muerte. No hay ocasión en la que los Cuatro Jinetes hagamos acto de presencia y los otros tres hermanos quedemos eclipsados por él. ¡Oh, con que porte tan elegante cabalgas, Muerte! ¡Que guadaña más afilada tienes! Y detrás aparece Guerra, que con su corcel rojo y su armadura de batalla se abre paso imponiendo el respeto y temor del hombre. ¿Cómo vamos a competir los hermanos menores así? Mi hermano Hambre está tan delgado que si no fuera bien agarrado a su caballo negro temo que una ligera brisa lo arrojase al suelo. Y luego estoy yo, que vale que no soy el más bello, pero me merezco algún respeto. ¿Pues no se atreven, los mequetrefes, a llamarme Pestilencia? Y se tap...

EL ARCO DE ODISEO, Marcel Pinte, por Marcos Muelas

Imagen
Tanto da si usted nació en la década de los 60 como la de los 80. Seguramente, a los seis años usted tuvo una infancia muy similar a la mía, incluso si nos distancian veinte años o un continente. Si usted, al igual que yo, nació en España, seguramente nos entretuvimos con los mismos programas de televisión, pues no es que hubiera muchos canales donde elegir por aquel entonces. Da igual si nos separan una o dos décadas, con seis años ambos jugamos a las canicas, la peonza o las chapas. Sinceramente, no creo que los niños de ahora repitan nuestros juegos de infancia y si lo hacen, dudo que éstos puedan competir con el entretenimiento que puede brindar una pantalla táctil. Quizá sea inevitable que nuestros juegos y juguetes resulten aburridos a las nuevas generaciones y que poco a poco acaben en el olvido o como material de colección para los más nostálgicos. La tecnología dedicada al entretenimiento ha dado un salto muy grande en esta última década. Tanto es así que los de mi generación ...

EL ARCO DE ODISEO. El baile del ahorcado, por Marcos Muelas.

Imagen
Cargando una pesada piedra llegó hasta el árbol elegido. Él mismo comprobó la resistencia de la áspera soga de cáñamo que colgaba de una de sus ramas más gruesas. Se subió sobre la piedra y ató la cuerda con un precario nudo alrededor de su cuello. No se detuvo para meditar en sus últimos segundos en la tierra, pues ya estaba todo más que decidido. Judas Iscariote inspiró profundamente y cerró los ojos, después avanzó un paso para caer al vacío. Con el peso de su cuerpo al que se sumaba la carga de sus pecados y la culpa, el efecto de la gravedad hizo el resto. No sabemos si se partió el cuello y murió en el acto, o por el contrario murió asfixiado tras una agónica espera. Lo que sí sabemos es que con este acto se creó un precedente en el que la horca, quedó vinculada durante lo consecutivos siglos a la muerte del traidor. Y no fue una traición cualquiera, por unas monedas de plata había vendido a un amigo, su maestro y para más inri, el hijo de Dios. Si lo pensamos, la horca, ese inst...

El arco de Odiseo. La otra Odisea, por Marcos Muelas.

Imagen
Humo, cenizas y sabor amargo por la pérdida de amigos y camaradas, poco más quedó tras la caída de la magnífica Troya. La guerra había terminado y los vencedores helenos festejaban el triunfo, sacrificando carneros y preparando un gran banquete. Entre brindis, los héroes fueron aclamados, al menos los que aún quedaban con vida y los caídos fueron entregados a las piras funerarias para que se pudieran reunir con sus antepasados. Oro para los vencedores, fuego para los caídos y gloria para los héroes. Díez años había durado la guerra y muchos fueron los horrores contemplados. La armada, dirigida por el rey Menelao, atacó mil veces las murallas de Troya siendo repelida otras mil. Y entre un embiste y otro, los hombres morían a ambos lados del muro que defendía la ciudad. Solo el ingenio de Ulises y su famoso equino de madera, habían sido capaces de abrir las puertas de Troya, permitiendo a los griegos saquear al fin la ciudad. Se acabaron los festejos y, una vez repletas las bodegas de lo...

EL ARCO DE ODISEO, Arquímedes y el falso Óscar, por Marcos Muelas

Imagen
¿Quién no conoce al bueno de Arquímedes? Toda una celebridad en el mundo antiguo. Pero no ese tipo de celebridad de las que llegan donde están por ser hijo de alguien o dedicarse a hacer el ganso en TikTok . No, hoy recordamos al matemático, el físico e inventor que revolucionó el mundo antiguo. "Dame una palanca y moveré el mundo", ¿verdad que ahora os suena más?  Pero tampoco estamos hoy aquí por esa frase, sino por una sola palabra que a mí me resulta peculiar " eureka ", y no, no me refiero al nombre de un bar de pinchos vasco.      Viajemos a tiempos antiguos, épocas de sabios y genios griegos, donde Hierón, el tirano de Siracusa, solicitó a los más delicados orfebres la confección de una corona de oro, para adornar su testa. Para ahorrar costes, o tal vez porque le sobraba material, el solicitante aportó la metería prima en forma de monedas. Dos kilos del preciado metal, nada menos, que, al fundirse, sería convertido en su aurea corona.   ...

EL ARCO DE ODISEO. Las otras víctimas inocentes, por Marcos Muelas

Imagen
Cuando pensamos en las plagas más mortales que ha sufrido la humanidad nos viene a la mente el azote de la Peste Negra que, en el siglo XIV, colapsó Europa. Ahora somos capaces de asimilar que un virus pueda terminar siendo responsable de una pandemia como la que sufrimos recientemente, y que éste acabe con un alto índice de la población mundial. Textualmente, la palabra “plaga” es definida como la aparición masiva y repentina de seres vivos de la misma especie que causan graves daños a poblaciones animales o vegetales. Si desechamos el adjetivo “repentina”, podríamos estar perfectamente ante la definición de “ser humano”. Desde que tenemos uso de razón, sabemos que el ser humano creó la guerra, convirtiéndose en su propio depredador natural, acabando con miembros de su propia especie sin ningún remordimiento. Cuando un conflicto bélico estallaba, dos bandos se enfrentaban sumergidos en batallas en las que ambos grupos se mataban entre sí. Pero, estos individuos no iban solos a la guer...

EL ARCO DE ODISEO, La guerra en casa, por Marcos Muelas

Imagen
La mayoría de nosotros no hemos descubierto la guerra llamando a nuestras puertas, y si somos afortunados, nunca lo haremos. Puede que hasta ahora hayamos tenido suerte y por ello nos sea imposible imaginar a lo que se ven sometidos los habitantes de un país implicado en un conflicto bélico.      Hay algo que debemos dejar claro.  No es lo mismo un país que está en guerra, que un país donde se desarrolla una guerra. Por ejemplo, Estados Unidos estuvo en guerra en varias ocasiones durante el siglo XX, pero la guerra nunca se desarrolló dentro de sus fronteras. Sus bajas civiles fueron prácticamente nulas. Un apunte a pie de página. En el caso de Francia o Alemania, las dos mayores guerras del pasado siglo se desarrollaron en su territorio. Ambos países sufrieron el acoso del soldado invasor, que avanzaba imparable azotando a la vida civil.     Ahora nos centramos en la situación de Inglaterra durante la Segunda Guerra Mundial, pongámonos ...

EL ARCO DE ODISEO, Banzai, por Marcos Muelas.

Imagen
Saipan,1944. El calor era insoportable. La sed y el hambre nos atormentaba sin tregua mientras permanecíamos escondidos como bestias, en cuevas. Había llegado el día y nos preparábamos para el ataque definitivo. Por primera vez en días, salíamos de nuestros escondites. La decepción inundó a los que esperábamos sentir un poco de aire fresco. El calor y la humedad en el exterior era aun peor que en la profundidad de las cuevas. La munición era muy escasa. Los soldados que aún conservábamos nuestro fusil, colocamos las bayonetas en sus extremos. El conocido sonido de una katana al desenfundar nos hizo saber que los oficiales pronto darían la orden. El enemigo se acercaba y aunque estábamos aterrorizados, deseábamos lanzarnos al ataque, para dar nuestras vidas por el emperador, pues así lo había decretado. Nosotros ya estábamos muertos y ahora nos tocaba decidir cómo sería nuestro final.      Pero no solo había soldados entre nosotros. Numerosos aldeanos se un...