EL ARCO DE ODISEO. El hermano menor, por Marcos Muelas
Pocos entienden lo difícil que es hacerse un nombre cuando eres el hermano menor de una celebridad mundial. Todo el mundo te examina con lupa, comparándote en todo momento con el primogénito, el niño bonito que nunca falla, el preferido de todos.
E imaginaos lo difícil que es para mí, que mi hermano mayor es la mismísima Muerte. No hay ocasión en la que los Cuatro Jinetes hagamos acto de presencia y los otros tres hermanos quedemos eclipsados por él. ¡Oh, con que porte tan elegante cabalgas, Muerte! ¡Que guadaña más afilada tienes! Y detrás aparece Guerra, que con su corcel rojo y su armadura de batalla se abre paso imponiendo el respeto y temor del hombre. ¿Cómo vamos a competir los hermanos menores así? Mi hermano Hambre está tan delgado que si no fuera bien agarrado a su caballo negro temo que una ligera brisa lo arrojase al suelo. Y luego estoy yo, que vale que no soy el más bello, pero me merezco algún respeto. ¿Pues no se atreven, los mequetrefes, a llamarme Pestilencia? Y se tapan la nariz con descaro, como si de mi persona emanara un desagradable olor. Pues sepan ustedes que uso una fragancia exótica. Una mezcla de aceite de romero y miel. Pero claro ¿Quién se molesta en preocuparse si tengo sentimientos? Que si Peste eso, que si Peste aquello.... Si, un verdadero fastidio.
Los cuatro jinetes de Apocalipsis, por Víktor Vasnetsov
Reconozco, no sin cierta vergüenza, que los jueves quedamos los tres hermanos menores para jugar a las cartas y deliberadamente no llamamos a Muerte. Muerte es un poco socarrón y no desperdicia ocasión para recordarnos lo inútil de nuestra existencia. "¿No os dais cuenta que al final solo sois caminos que llevan hasta mi? " ¡Estamos bien hartos de ese egocéntrico! Al menos los jueves nos desquitamos poniéndolo a caldo a su espalda.
Son muchos años los que arrastro. Los suficientes para demostrar con creces mi valía. Y os digo, que Peste es un nombre cruel, que define muy mal mi función.
Yo inventé la peste, la enfermedad, y me impusieron su nombre. Aún me doy con un canto en los dientes, pues podrían haberme llamado escorbuto, sífilis o incluso conjuntivitis.
Pues sepan, señores míos, que no sólo soy famoso por formar parte del pintoresco cuarteto. Yo soy un ser autónomo y mi labor es necesaria.
A diferencia de mis hermanos yo no soy elitista ni me cebo solo con los pobres. ¿Acaso se ve a mi hermano Hambre paseando su culo escurrido por Berbely Hills? ¿O a Guerra llamando a la puerta de los reyes para reclamar a sus hijos a filas? No, yo soy un artista bohemio, un Toulouse-Lautrec, que sin distinción comparte mesa tanto con prostitutas como nobles.
Yo soy quien pone a la humanidad a prueba. Te doy mi beso que te hace enfermar y si eres apto sobreviviras. Volverás más fuerte y con suerte, aprenderás a valorar más tu vida.
En ocasiones se me acusa de asociación ilícita con grandes farmacéuticas y si bien es cierto que mis cuentas bancarias aumentaron durante la segunda guerra mundial fue solo casualidad. Como bien aclararon mis abogados justo heredé de un tío lejano, pero eso es otra cuestión.
Yo soy un artista. Una entidad que diseña nuevas formas de vida. Creo pequeñas formas de vida, tan diminutas que solo pueden ser apreciadas por microscopio. El uso que le deis es culpa viestra. Bien, parece que no me creéis. Veo por la cámara de vuestros dispositivos informáticos como arrugais el ceño con desconfianza. Os demostraré que no soy responsable de mis creaciones.
Como sujetos de pruebas elegí a dos niños separados por mucha distancia y les "bendecí" con la misma enfermedad, una osteomelitis. Si, ya se que es un experimento cruel, no me juzguen que bastante tengo.
Mi primer conejillo de indias era una niña Mexicana y mi enfermedad, junto a otras desgracias la postró durante largas temporadas en la cama. Lejos de dejar que los infortunios la aplastaran acabo convirtiéndose en una gran artista pictórica cuya personalidad la llevó a fama mundial e icono de la lucha feminista.
El otro conejillo de indias era europeo. La poliomielitis derivó en un pie zambo y una cojera muy acusada. La enfermedad lo transformó en un ser cruel y vengativo. Y ese odio se convirtió en el combustible que le hizo llegar hasta los escalones más altos del poder mundial. Me pregunto si finalmente mi regalo fuera el causante de los actos que acabaría desarrollando en los últimos años de su vida. Tal fue su maldad y los daños ocasionados que pasó a la historia en sus páginas más oscuras.
Ambos sujetos, hombre y mujer sufrieron idéntica enfermedad. Fueron famosos coetáneos y los dos muerieron a la edad de 47 años.
Pero mientras que Frida Kalho dejó un valioso legado cultural y social, Joseph Goebbels por su parte se convirtió en uno de los mayores monstruos de la humanidad.
Actualmente Joseph juega al golf con mis hermanos mayores. Si las muertes que cargan sobre él fueron debido a mis actos, nadie me rindio credito. Una vez más, todos los reconocimientos son para el primogénito! maldigo su nombre!
Me encantó!!!
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