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Mostrando las entradas etiquetadas como Jenaro

PASADO DE ROSCA. Tamales de chivo: 1. Flori, por Bernar Freiría

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—Ya lo sé, ya sé que tú también lo estás pagando muy caro y que lo pasas muy mal, pero tengo que decírtelo, porque ¿cómo no has sido capaz de pararlo a tiempo? No, no me digas que no has podido evitarlo. ¿No ves que se ha ido dejando en la ruina a sus parientes? Eso ha sido imperdonable. No fue suficiente que se haya hundido él solo, tenía que extender, como si fuera una enfermedad contagiosa, la desgracia a toda la familia… —Yo no podía pararlo, Chon. Ni yo sabía nada de sus fechorías, ni él me hubiera permitido tomar cartas en el asunto. Es muy suyo, tú lo sabes, y llevaba las cosas a su manera sin dar cuentas a nadie, y menos a mí. —No me digas que una mujer con estudios como tú, Flori, no se daba cuenta de lo que estaba pasando, porque eso no se lo puede creer nadie… —Pues ya, pero por raro que te pueda parecer, es así. Él no daba explicaciones ni cuando los negocios le iban bien —o parecía que le iban bien, porque ahora yo ya desconfío de todo lo que se relacione con Jenaro—, ni ...

PASADO DE ROSCA. Tamales de Chivo, por Bernar Freiría. Jenaro, 7.

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Con aquella indisimulada amenaza se acabó su esperanza de tener un negocio propio. Estaba al servicio de un grupo de traficantes de medio pelo que vivía de las migajas que caían de la mesa de un cártel de los grandes —que había tomado Monterrey como cabeza de puente para sus grandes operaciones con el vecino del norte, especialmente todo lo relacionado con el blanqueo de capitales— que los toleraba como un huésped a su saprofito. Le quedó bien claro que no era del agrado de sus jefes que estuviera buscando su independencia. Era la versión narco del precepto bíblico de que nadie puede servir a dos señores. No se podía estar dentro y fuera de la organización. Los grupos rivales eran más de temer que la propia policía y era necesario cuidarse de las filtraciones, de las delaciones y de las traiciones. Jenaro ya había hecho su elección y tenía que perseverar. Vivo, sí; pero tal vez no tan libre. Los contactos con su familia española se fueron espaciando cada vez más hasta que acabaron por ...

PASADO DE ROSCA, Tamales de Chivo, 3.-Jenaro, por Bernar Freiría

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No solo consiguió ese crédito contra la vivienda de la madre. Más tarde la garantía fue el piso del hermano. “No podéis dejar que me hunda”, imploraba con lágrimas cayendo por sus mejillas. Empezó a dejarse ver menos por el pueblo, ahora convertido en una ciudad de veraneo. Y ya no venía en su flamante coche. Sí acudió a una celebración familiar con una berlina de gama media, dijo que alquilada. Esa fue una de las últimas veces que se llegó al pueblo. Más tarde se supo que había pedido dinero a un hermano de su padre, que acababa de vender una propiedad, con el mismo pretexto del transformador. Solo que esta vez era inminente su instalación, decía, pero necesitaba el dinero para hacer frente a los pagos que se le venían encima. Todo indica que había estado utilizando la historia del transformador, con múltiples variantes, para conseguir dinero de deudos y conocidos. Si alguno había pensado en algún momento lo contrario, todos se dieron cuenta de que jamás verían un solo euro del dinero...

PASADO DE ROSCA. Tamales de Chivo. 2.- Jenaro, por Bernar Freiría

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A partir de aquella primera visita, Jenaro volvía al pueblo dos o tres veces al año y se mostraba generoso —aunque un tanto fanfarrón— con todos trayéndoles regalos y llevándolos a comer a restaurantes caros en la capital. Pasado el tiempo, un día Jenaro reunió a su madre y a su hermano y, con semblante serio y preocupado, les dijo que tenía que hablar con ellos. Para entonces, la madre, que ya no se las apañaba muy bien sola, vivía con el hijo mayor, que se había comprado un piso bastante decente. Julián, después de muchos años faenando en la mar, había dejado el pesquero para abrir una tienda de congelados, refrescos y chucherías que había marchado razonablemente bien hasta el comienzo de la maldita crisis. El banco le había cancelado la línea de crédito, lo que lo obligó a reducir referencias, porque solo podía hacer compras con lo que iba entrando en la caja, que cada vez era menos. Jenaro les habló a los dos de esta manera: “Voy a pediros un favor. Estoy pasando por un momento com...

PASADO DE ROSCA. Tamales de Chivo, 1. Jenaro, por Bernar Freiría

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El protagonista de esta historia verdadera que te voy a contar se llama, o se llamaba, Jenaro. Era de un pueblo pequeño de la costa y sus padres lo metieron en el seminario porque el maestro les había dicho que valía para estudiar y ellos no tenían dinero para mandarlo a hacer el bachillerato a la capital, que de aquella no había instituto en el pueblo. Era listo y al parecer sacaba muy buenas notas en el seminario. Pero, cuando los padres lo iban a buscar para pasar unos días en el pueblo, los curas se quejaban de que su comportamiento no era el que se esperaba de un futuro sacerdote. Que era altivo, orgulloso, pendenciero y que mentía con tal de no admitir que había hecho cualquier cosa reprobable. Les pedían a los padres que lo corrigieran o que lo sacaran del seminario, y no lograban entre unos y otros que se enmendara. Por su parte, los padres, aunque no confiaban en que acabase siendo ordenado sacerdote, sí esperaban que la disciplina de los curas consiguiera cambiar su forma de ...