Penélope, por Gedi Máiquez

Odiaba con toda su alma las clases de pretecnología que dos veces por semana tenía que realizar en el colegio. Esa mañana, aunque apenas se le notaba, aguardaba intranquila sentada en el pupitre la entrada de la profesora. El uniforme impecable y la camisa perfecta acompañaban a su pelo castaño, lacio y especialmente brillante que la noche anterior su abuela ya se había encargado de cepillar. La madre Carmen entró esa mañana con el gesto adusto habitual, haciendo juego con su rígido hábito gris de falda acampanada por debajo de la rodilla y cabeza coronada por una cofia blanca que enmarcaba el afilado y ajado rostro. La niña pensaba que Dios no andaba muy contento últimamente, el semblante de la monja no dejaba la menor duda. -Señoritas, hoy tienen que entregar la tarea- Dijo autoritaria la madre Carmen. Todas las compañeras empezaron a sacar de sus mochilas, solícitas y disciplinadas los primorosos trabajos, orgullosas de sus impecables y corre...