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Mostrando las entradas etiquetadas como feminismo

ALAS DE MARIPOSA. Volver a casa, por Gedi Máiquez

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El sonido del agua, envuelto en la oscuridad de la noche, invitaba a desnudar el alma. Adela esperaba a Candela observando el arenal de las marismas que estaba en su finca y donde crecían espectaculares, frutos que pronto recolectarían de la huerta de navazo, típica de tierras sanluqueñas.- Es muy curioso cómo crecen con agua salada de las mareas ¿verdad?- Dijo Candela, con un marcado acento gaditano, a modo de bienvenida. La bailaora había deshecho el moño que sujetaba su frondosa melena, dejando a la vista una ondulada cabellera negra, que enmarcaba las facciones que tan parecidas eran a las de Adela, si no hubiera sido por la mirada felina que desprendían sus ojos verdes. Su figura era poderosa. El cuerpo de bailarina, quedaba debajo de un vestido de tirantes y gasa blanca. Ceñido a la cadera con una delicada cinta de pasamanería, unos pequeños azabaches salpicaban el tejido y donde el largo de la falda, llegaba por debajo de la rodilla. Sus tersos brazos envolvieron a Adela en un a...

ALAS DE MARIPOSA. Adela y Candela, por Gedi Máiquez

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Una fila de humildes casas a orillas del mar, daban la bienvenida al barrio marinero de Bajo de Guía. Desde hacía décadas, el antiguo Choza de Ubreva, miraba de frente y con orgullo a la otra margen del Guadalquivir, donde los señoritos disfrutaban de continuas monterías en el paraje de Doñana. Esos dos mundos, tan ajenos el uno del otro, estaban obligados a mirarse a pesar de sus diferencias irreconciliables. Adela paseaba alargando las pisadas que la estaban llevando poco a poco al acercamiento con Candela. Era una tarde apacible de finales de junio de 1926, y el sol tocaba ya el horizonte del estuario en su eterna unión diaria. Sanlúcar era tierra de despedidas y de encuentros. Atrás quedaron esos meses, desde el entierro de su madre, donde la tristeza de la pérdida de lo no dicho, se mezclaba con la serenidad de haber cerrado el círculo que la ataba a su pasado. Su padre, dispuesto a no esconder por más tiempo los secretos que malograron las relaciones familiares, se encargó, días ...

ALAS DE MARIPOSA. Carta a Adela, por Gedi Máiquez

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  Mi querida Adela: Me dirijo a ti sabiendo que cuando leas esta carta mi cuerpo habrá descansado después de tanto sufrimiento. Espero que mi alma tenga también la paz que no tuvo en vida y que Dios haya perdonado todos mis pecados. En mis últimos días he querido sentir la tranquilidad de no quedarme por más tiempo todo lo que me ha roto por dentro, y así, he podido hablar tras mucho tiempo de ausencia, con tu padre una última vez, para informarle de la decisión de dar luz a lo que por tanto tiempo ha estado en la oscuridad, al menos para ti.  Siempre llevaré conmigo el momento que llegaste al mundo. Ese caluroso día del mes de agosto fue el más feliz de mi vida y tenerte en brazos, un sueño hecho realidad. Me ofrecieron un ama para amamantarte pero yo me negué, quería sentir tu respiración y tus deditos agarrando los míos en perfecta unión. No te descubro nada nuevo si te digo que, a la vez que esto pasaba, tu padre se fue distanciando de mi y depositando su atención en otras...

El reloj, por Gedi Máiquez

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Cada vez que escuchaba un bolero su corazón la transportaba al lejano recuerdo de su padre y de cómo silbaba emocionado al escucharlo. Tarareaba canciones con una mezcla de entusiasmo e inseguridad a partes iguales que le dejaban un rastro de anhelo en su rostro. Ella lo miraba de reojo esperando que esa vez fuese la buena y acertase con la siguiente estrofa de la canción. El paso del tiempo marca una especie de compás donde solo queda la nostalgia de ese recuerdo, eso suavizaba el dolor   al recordarlo y la llevaba a sentir   una ternura infinita, la que en ese momento era difícil de percibir. Reloj, no marques la hora, porque voy a enloquecer…     Su hija pensaba en los tiempos en los que él nació. Vio la luz en   los años del miedo y su carácter dócil estaba hecho de muchos silencios, de observar entristecido el que su padre se apagara como una vela, consumido por la tuberculosis y a su madre resignarse al destino de una tristeza que iba   instalándose a...

Penélope, por Gedi Máiquez

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Odiaba con toda su alma las clases de pretecnología que dos veces por semana tenía que realizar en el colegio. Esa mañana, aunque apenas se le notaba, aguardaba intranquila sentada en el pupitre la entrada de la profesora. El uniforme impecable y la camisa perfecta acompañaban a su pelo castaño, lacio y especialmente brillante que la noche anterior su abuela ya se había encargado de cepillar. La madre Carmen entró esa mañana con el gesto adusto habitual, haciendo juego con su rígido hábito gris de falda acampanada por debajo de la rodilla y cabeza coronada   por   una   cofia blanca   que enmarcaba   el   afilado y ajado rostro. La niña pensaba que Dios no andaba muy contento últimamente, el semblante de la monja no dejaba la menor duda. -Señoritas, hoy tienen que entregar la tarea- Dijo autoritaria la madre Carmen. Todas las compañeras empezaron a sacar de sus mochilas, solícitas y disciplinadas los primorosos trabajos, orgullosas de sus impecables y corre...

Sororidad, por Gedi Máiquez

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Silvia rondaba el medio siglo de vida y hacía tiempo que se había propuesto con determinación no ser invisible al mundo. Cumplir años si eras mujer te empujaba inconscientemente a caer al pozo del edadismo más cruel a veces ayudada por una misma. No era una propuesta estética la suya, admitía el inexorable paso del tiempo que iba haciendo mella en su cuerpo como un virus lento e inevitable que día a día hacía acto de presencia. Lo admitía, sí, pero también lo combatía sin obsesión. Su determinación era de amplias miras. En realidad, su rechazo a la invisibilidad no era tanto por la imposición de la sociedad plagada de cuerpos apolíneos y ninfas etéreas con sobredosis de toxinas y juventud que plagaban el escenario cotidiano, sino por no caer en el mal hábito de pasar de puntillas por la vida de las personas que formaban parte de su microcosmos. Era su propuesta más arriesgada desde su debacle emocional, ver y ser vista desde los ojos de una transformada vida, esa que tuvo que rec...