EL ARCO DE ODISEO. Navidad en Stalingrado, por Marcos Muelas

Stalingrado, Navidad de 1942. Querido padre: Ha pasado tiempo desde que te escribí por última vez. Podría mentir diciendo que aquí, en el frente, he estado muy ocupado tratando de mantenerme con vida. Y en parte es cierto, ya que los enfrentamientos con los rusos son duros y constantes. Pasamos la mayoría del tiempo en nuestros puestos, esperando que comience una nueva batalla. Muchos son los camaradas que aprovechan esos momentos para escribir cartas a casa, pero en honor a la verdad, yo soy incapaz de ponerme a ello. Es curiosa la capacidad que tienen el resto de soldados para relajarse entre combate y combate. Yo, sin embargo, me encuentro en un perpetuo estado de ansiedad, incapaz de apartar la mano de mi fusil. Mientras escribo estas líneas miro a mi alrededor y en la trinchera que comparto con mis compañeros de armas, encuentro que tres de ellos duermen a pierna suelta, ignorando que podrían morir antes de despertar. Un obús enemigo podría caer sobre nosotros en cualquier momento...