PUNTO DE FUGA. El espíritu de la Navidad, por Charo Guarino

Hasta donde me alcanza la memoria la llegada del mes de diciembre ha despertado en mí sentimientos contradictorios y emociones encontradas. Por un lado la sensación de ir cuesta abajo y sin frenos es recurrente, como si se fuera a acabar el mundo y hubiese que resolver todos los asuntos pendientes o resignarse a dejarlos inconclusos para siempre, con la carga de desasosiego consiguiente. Los días parecen sucederse con más rapidez de lo acostumbrado, y con ellos la conciencia de que antes de que nos demos cuenta tendremos un año más a las espaldas, y también sobre ellas. Por otro, se hace más presente la ausencia de los que se fueron y sin embargo siguen a nuestro lado, valga la aparente contradicción. La compasión hacia quienes se encuentran en situaciones difíciles en cualquier lugar del planeta se intensifica, la impotencia ante las desgracias cede lugar a la esperanza, y, aunque en medio de los oropeles se hace evidente que no es oro todo lo que reluce, confieso que me gusta la époc...