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Mostrando las entradas etiquetadas como arqueología

CRONOPIOS. El colgante (VII). La carta, por Rafael Hortal

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Alguien aporreaba la puerta de la habitación del lujoso hotel de Karima. Alain se despertó sobresaltado. —¿Quién es?  —Soy Carole, la guía. El autobús sale en 10 minutos y no esperaremos más. —Ya vamos. Perdón... Bajamos en seguida. Despertó a Bea, aturdida aún, se vistieron rápido y montaron en el autobús sin desayunar. La guía los miraba cabreada por su retraso, pero le proporcionaba unos ingresos extras que no era cuestión de perder por unos minutos. —¿Qué pasó anoche, Alain? -preguntó Bea. —No lo sé, estoy confuso. No recuerdo ni cómo llegamos a la habitación. He comprobado que no nos robaron nada. — Meowri, Salma o como se llame si era real. Hizo que me corriera de verdad. —Y yo, además tengo la boca salada por el cunnilingus que le hice en las termas.   —Sentí un placer inmenso juntando nuestros grandes pechos. La guía habló con el micrófono del autobús: —Buenos días, hoy visitaremos la zona de Tombos junto al Nilo. Con nosotros viajan una pareja de jóvenes arqueólo...

CRONOPIOS, El colgante III, por Rafael Hortal

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Un montón de preguntas surgieron de los cuatro arqueólogos desnudos cuando leyeron la frase con tinta roja “Muerte a los infieles”: ¿Por qué Abdul los querría muertos? ¿Será una broma de mal gusto? ¿Pedirá un rescate? ¿Volverá él solo o con más integristas?   —Esta pintura no es reciente -dijo Alizée con un poco de esperanza-. Debe tener años. No va dirigida a nosotros, espero. —Pero Abdul conoce este sitio, por eso nos lo sugirió. -Alain señaló la cueva-. Si al menos tuviéramos tu mochila “Lara Croft”, tendríamos de todo para sobrevivir. —Sólo llevamos dos horas y ya habláis de muerte, joder. Eso es imposible, ese mensaje no es para nosotros. Seguramente encontraremos más de la época en la que los integristas se refugiaban por estas montañas -dijo Bea buscando un atisbo de esperanza. —Todas las religiones tienen a sus Fundamentalistas, y son peligrosos -añadió Peter. —Vamos a analizar la situación -Alizée se eligió líder del grupo-. Sabemos orientarnos para volver. Tenemos que org...

CRONOPIOS. El colgante II, por Rafael Hortal

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El autobús paró en Tolbor, bajaron 12 personas. Uno de los viajeros, un hombre mayor con turbante, barba y pelo blanco, le habló en francés a la pareja: —Soy Abdul, el traductor del campamento. Creo que ustedes son la pareja de arqueólogos franceses que estarán aquí los 15 días de la campaña de excavación… —Sí, sí. Ella es Alizée y yo Alain. Encantado.   —El director nos recogerá para llevarnos al yacimiento; está a 10 Km en esas montañas. -Señaló los montes Jangái. La mirada entre Alizée y Alain lo decían todo: “Ha estado entendiendo todo lo que hemos hablado en el viaje y no nos ha dicho nada”. Tras la instalación en el barracón del campamento y presentaciones entre los arqueólogos de diferentes nacionalidades, el director de las excavaciones los puso al corriente de las tareas, mientras Abdul iba traduciendo en varios idiomas. Durante los primeros días se acostumbraron a combatir el intenso frío de la noche y el bochorno del día. El compañerismo era manifiesto entre todos, pero ...

CRONOPIOS. El colgante, por Rafael Hortal

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Alizée se despertó repentinamente cuando estaba en la fase REM. Aturdida, durante los dos primeros segundos recordó su sueño erótico y maldijo a su novio por cerrar la puerta de la habitación con el estruendo que la despertó. Un segundo después fue consciente de su realidad, de quién era y por qué estaba en ese hotel. —Cariño, traigo algo para desayunar. —Bruto, déjame dormir un poco más… y no hagas ruido. —le dijo sin abrir los ojos. En realidad, no quería dormir, su intención era recordar la surrealista historia que había soñado, intentar unir las escenas para racionalizar un sentido y escribirlo. Se notó mojada, su cuerpo desnudo bajo la sábana estaba excitado. En ese momento habría preferido estar sola con su recuerdo mientras su mano recorría su vulva entre los muslos empapados. Intentó hilar la historia: ´´Ella era una mujer primitiva, joven, bien considerada en su tribu por ser de la familia dominante. Estaban en una cueva junto al fuego, cuando un guerrero desconocido entró arr...

EL VERDE GABÁN. Las albas papaveráceas de Cástulo, por Santiago Delgado

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En el yacimiento arqueológico de Cástulo, cuando ya se ha dejado atrás la verja que separa el centro de interpretación de los restos de la gran urbe iberorromana, hay dos caminos paralelos. Uno, en alto, perfectamente diseñado y realizado, moderno; y otro, en bajo y más precario, a nuestra izquierda, según entramos. Es el antiguo camino hacia los restos arqueológicos. Lo bordea una hilera de almeces, de escasa copa y altura, que los hace sospechosos de haber sido plantados poco ha. El camino es pedregoso, con caballón en medio, algo asilvestrado de hierbas y similares. Cuando acaba la fila de almeces, hay una olivera solitaria. No es de mucho porte, pero se distingue por su majestad de tronco múltiple y retorcido. Es la indicación de que, a partir de él, y hacia la izquierda, se abre el camino que acaba en el cortijo de la loma que limita el espacio castulano; un cortijo ajeno a la grandeza ibera del yacimiento. Bien, pues en el primer tramo de ese sendero, hay un ribazo, en realidad c...