CRONOPIOS. El colgante (VII). La carta, por Rafael Hortal




Alguien aporreaba la puerta de la habitación del lujoso hotel de Karima. Alain se despertó sobresaltado.

—¿Quién es? 

—Soy Carole, la guía. El autobús sale en 10 minutos y no esperaremos más.

—Ya vamos. Perdón... Bajamos en seguida.

Despertó a Bea, aturdida aún, se vistieron rápido y montaron en el autobús sin desayunar. La guía los miraba cabreada por su retraso, pero le proporcionaba unos ingresos extras que no era cuestión de perder por unos minutos.

—¿Qué pasó anoche, Alain? -preguntó Bea.

—No lo sé, estoy confuso. No recuerdo ni cómo llegamos a la habitación. He comprobado que no nos robaron nada.

— Meowri, Salma o como se llame si era real. Hizo que me corriera de verdad.

—Y yo, además tengo la boca salada por el cunnilingus que le hice en las termas.  

—Sentí un placer inmenso juntando nuestros grandes pechos.

La guía habló con el micrófono del autobús:

—Buenos días, hoy visitaremos la zona de Tombos junto al Nilo. Con nosotros viajan una pareja de jóvenes arqueólogos, Alain es francés y Bea es española. Espero que me ayuden con las explicaciones. Por la zona que nos moveremos no hay peligro, pero deberéis saber que hay una desestabilización en el país, generada por los intereses rusos con sus mercenarios del grupo Wagner por un lado y los terroristas de Boko Haram por otro. Están atacando algunas aldeas. En Sudán hay un éxodo de miles de personas provocado por las guerras.

—¡Coño! Estoy cansada de tantos fundamentalistas -le dijo Bea a Alain.

—No deberíamos habernos separado de Alizée -comentó Alain con preocupación.

—No le des más vueltas, lo hecho, hecho está, Además el colgante fálico que le regalaste seguro que la protege. 

—Eres una mujer de ciencias, no sé cómo puedes creer en amuletos, chamanes y brujerías.

—Siempre han existido, lo que experimentamos anoche fue una brujería del siglo XXI. ¿Quieres que repitamos esta noche?

—Me gustaría follarme a Meowri en nuestra habitación, a la antigua, como hemos hecho toda la vida, sin tanta Inteligencia Artificial, ni 3D ni hostias raras.

El día transcurrió con normalidad. Al volver al hotel preguntaron en recepción por Salma, la chica de la danza del vientre, pero por ese nombre dijeron no conocer a nadie, tampoco conocían a nadie llamada Meowri. 

Durante los siguientes días acompañaron al grupo de turistas del viaje arqueológico. Visitaron el templo copto de Old Dongola, los yacimientos de Jebel Barkal en el desierto nubio, la necrópolis de El Kurru. Antes de cenar se alojaron en el campamento de Meroe, en pleno desierto, pero con comodidades para los turistas. Bea y Alain se alejaron del campamento para hacer el amor contemplando la puesta de sol entre las increíbles pirámides nubias. Extendieron un gran pañuelo en la arena y comenzaron a besarse desnudos. Querían experimentar el sexo con amor, despacio, con caricias y muchos preliminares… cuando Alain la penetró vieron a la guía que venía corriendo hacia ellos.

—Perdón, perdón, chicos, pero tengo que contaros una cosa importante.

—¿Y tiene que ser justo ahora? ¡Joder! Espera que me corra -dijo Bea malhumorada-. Alain sigue.

—Puedes mirar, de hecho, nos gusta exhibirnos -le dijo Alain, que continuó con más ímpetu.

—Ya que estás aquí únete a la fiesta. También puede haber romanticismo entre tres.

—No, no, es mejor que espere a que os relajéis para contároslo.

El sol se ocultó entre las pirámides. Carole esperó a que acabaran los últimos jadeos.

—Venga, ya estamos listos para escucharte -dijo Bea sentándose frente a ella.

—Como sabéis, la venta masiva de armamento por parte de Estados Unidos provocó el enfrentamiento que dividió Sudán de dos. En Sudán del Sur hay 70 tribus que siguen con guerrillas tribales. Los observadores de la ONU han documentado saqueos y matanzas en las montañas Nuba. Han repatriado 4 cadáveres de cazadores alemanes encontrados en la frontera de Sudán del Sur.

—¿Corremos peligro?  -dijo Bea.

—Aquí no, pero os tengo que comunicar la desaparición de vuestra amiga Alizée.

—¿Dónde está? Quiero decir: ¿Cómo sabes que es nuestra amiga? -dijo Alain alterado.

—La embajada española y francesa tienen el listado de todos los compatriotas que andan por aquí. Saben que viajabais tres turistas: un chico y dos chicas, y que una de las chicas se quedó con los nubas.

—Más que embajada, me suena a servicios secretos -apostilló Bea.

—Llámalo como quieras, el caso es que me han hecho llegar una carta dirigida a Alain. La escribió Alizée y la encontraron entre las cosas de uno de los cazadores muertos.

—Dámela.

—No la tengo, sólo me han enviado el texto por WhatsApp. -Carole se la leyó:

“Querido Alain, espero que nos encontremos. Tan pronto cargue la batería y tenga cobertura te llamaré o dejaré un mensaje. Tras una semana con los Nubas de Kau, he decidido marcharme sin avisar. Al principio todo iba de maravilla, Bol, mi pareja, era amable y me dejaba libertad, pero le influyeron los comentarios y consejos de los viejos de la tribu y sobre todo de los árabes de Nyaro. Una delegación de los policías de la moral visitó la aldea y no permitían que una mujer blanca estuviera todo el día desnuda, andando libremente y preguntando cosas. Además, ya sabes que me gusta que me sodomicen, pero Bol lo veía como una aberración, para ellos es fundamental el coito vaginal para procrear, y hace tres días que se me acabaron los anticonceptivos, por eso es urgente que me escape y no lo puedo hacer con el grupo de cazadores alemanes que andan por aquí, ya que siempre van acompañados de miembros de la tribu. Espero que esta carta te llegue, confío en Brunn, un cazador alemán que me ha prometido que la dejaría en la recepción del hotel de El Obeid a tu nombre cuando regrese de la cacería.

Posdata: Espero que Bea y tú sigáis juntos, os añoro y echo de menos nuestros tríos de sexo salvaje. El colgante fálico me acompaña siempre”.


                                                                                                    Continuará…








Pirámides de Moroé

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