EL VERDE GABÁN. Las mocedades de don Quijote, por Santiago Delgado
1. Discurso de los ancestros de Don Quijote
Sabrás, Sancho, que nadie en nuestra aldea posee la hidalguía de mi Casa. Si bien, cierto es que hase venido a menos, de un tiempo a esta parte, el solar de los Quijano, antaño vasto como ninguno, y rico, en La Mancha toda. Mas, tiempos malos acaecieron, cuando los encantamientos y hechicerías del Mago Frestón –el máximo enemigo mío– comenzaron a cernerse, envidiosos, sobre nuestra Casa y estirpe.
En principio, hubo un venerable escribano del monasterio de Santo Toribio, en las cantábricas tierras, llamado Hilario de Hoces, en los más abruptos montes que facen límite a la España toda, que escribió acerca de los linajes visigodos y romanos que acudieron a las Asturias de Pelayo –aquel bravo paladín, que primero derrotó al sarraceno invasor–, para integrar su Corte y mesnada. Y procedía de la comarca de La Liébana. Otrosí, dentrellos, diz Hilario, figuraba y sobresalía un Regila, hijo de un Cuius, o Caius, Anneus. De mis estudios alcalaínos, saqué la gramatical conjetura de que, de tales entrambas mociones apelativas, fabladas a la par, no sale, sino Quixanus, luego Quijano. Ya sabes, Sancho, que el uso de las palabras, impone con las centurias que pasan, cambios en los decires y hablares del vulgo, que perjudican y ensombrecen el recto pronunciar latino de nuestros ancestros. Y esto es así por cuanto los escribanos no afinan en la letra escrita, que otros leen o medioleen. Así pues, Quijano somos los descendientes de aquel Cuius Anneo, o Caius. De modo y manera que mi sangre hunde sus raíces en las más profundas estirpes que ficieron España, cuando la famosa batalla de la Cueva Longa.
Continuará....
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