EL VERDE GABÁN, Las mocedades de don Quijote (entrega cuarta), por Santiago Delgado




Luego, la Historia, que son los ropajes del tiempo, dio en olvidar el monasterio, y su milagro, y tan sólo quedó de él, una ruina gloriosa, de pasado ignoto. Los reinos cristianos avanzaban hacia el sur, reconquistando la tierra que visigoda y cristiana fuera siglos atrás. De manera que la valentía de mi abuela Nunilona se perdió en el mal recuerdo de todos. Y así fue hasta hoy, en que yo la memoro para ti, Sancho amigo. 

Pero de tantos testigos que hubo del fecho venerando, algunos ficieron prosa, de crónica del milagro de enfrentar al fiero Almanzor por parte de mujer tan indefensa como valiente. Y un rey castellano incluyó tal suceso en la Crónica de su Reino y de Castilla toda. Una Crónica Real tanto debe narrar los fechos, como interpretarlos y loarlos, dejándolos bien dispuestos para las generaciones futuras; pues no menos memoración y gloria débese a mi abuela Nunilona, preclara dama de aquellos tiempos, en que Castilla y España, aún no eran. Don Berceo también le fizo nobles versos alejandrinos, que malhadadamente desechó, como te dije.

También, o item más que dicen escribanos, hubo por aquel tiempo, o algo después, una monja profesa en el cenobio, que se quiso llamar Sor Nadie de la Miseria, que resultó ser monja leída y escribida, y algo juglaresa, que escribió coplas, que luego, el monasterio vendía a los juglares, y cuyo pago ayudaba a la manutención de la comunidad. Sor Ecuménica, o la abadesa que fuera,  no vio mayor pecado en las coplas de Sor Nadie de la Miseria, y es fama que una de las tales coplas alcanzó gran predicamento por las plazas de mercado, ventas y caminos en la Castilla toda y León, y que rezaba así:


 No te vayas de farra y taberna,

y me dejes sola sin ti.

Cosería mi manga a la tuya

porque nunca te alejes de mí.


Esta copla, amigo Sancho, mucho dice de la amorosa desdicha que en el siglo debió tener Sor Nadie. Ojalá hubiera sido yo, ya en aquel entonces, Caballero Andante, para resarcirla de la pena que el tabernario malandrín la infligió, imagino que impune. La copla, la escribió en gallego, que era la cita letrada de toda poesía en el tiempo. Yo la recuerdo en el castellano de los míos.


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