LOS SONIDOS Y EL TIEMPO, Don Quixote, de Roberto Gerhard, por Gabriel Lauret




Hace poco más de un año la Orquesta Filarmónica de Berlín anunció un concierto que despertó mucho mi curiosidad. Dirigida por Simon Rattle, su antiguo director titular, iba a dedicar íntegra la primera parte de su concierto a obras de Roberto Gerhard. Que una de las mejores orquestas del planeta, si no la mejor, con uno de los mejores directores del momento, programara de esta forma a Gerhard, me llevó a pensar en lo infravalorado que está este autor en nuestro país.


Robert Gerhard nació en Valls, Tarragona, en 1896. Su padre era suizo-alemán y su madre francesa-alsaciana, identidades a las que sumó la de Cataluña, su tierra de nacimiento. En su formación musical, a la que su padre puso inicialmente bastantes obstáculos, hay dos grandes pilares que determinan su estilo: 


El primero es Felipe Pedrell, compositor y mentor de la gran generación de compositores como Falla, Granados y Albéniz. Fue su último discípulo y del que aprendió a combinar las características intrínsecas provenientes de la música folclórica peninsular con el sinfonismo centroeuropeo.


Una vez fallecido Pedrell en 1922, Gerhard miró hacia el futuro y consiguió que Arnold Schönberg, creador del sistema serial y el dodecafonismo, le aceptara como alumno y le abriera una visión a las vanguardias europeas durante su estancia en Viena y Berlín. En Viena conoció a quien sería su mujer, Leopoldina Feichtegger, y se hizo amigo de los compositores Berg y Webern.


De vuelta a Barcelona en 1928, dedicó todo su esfuerzo a la promoción de la nueva música y pasó a formar parte del círculo intelectual del modernismo catalán, aunque su catalanismo siempre estuvo matizado por una perspectiva internacional. 


Durante la etapa de la República, Gerhard ostentó distintos cargos en instituciones musicales catalanas y fue asesor musical del Gobierno de la Generalitat. El acontecimiento más importante al que podemos asociarle fue la organización en Barcelona del Festival de la Sociedad Internacional para la Música Contemporánea en 1936, en el que se estrenó el famoso Concierto a la Memoria de un Ángel de Alban Berg. La lista de compositores que se escucharon incluía a Bartók, Britten, Ibert, Szymanowsky o Krenek, entre otros, todos “clásicos” a día de hoy. 


Permaneció en Barcelona durante la Guerra Civil, pero antes de la caída de la ciudad salió de España. Tras un breve paso por París, Gerhard se trasladó a Cambridge, en el Reino Unido, ciudad en la que fijó su residencia hasta el fin de sus días. Desde 1940 trabajó como compositor independiente, con bastantes penurias, hasta que comenzó una sólida relación con la BBC, escribiendo y presentando reportajes en español. También realizó arreglos de música ligera española y melodías de zarzuela para la Orquesta de Conciertos de la BBC.


Durante la década de 1940 sus dos obras mayores mostrarían su añoranza de la cultura española, en un intento de no perder las referencias nacionales, algo que también ocurrió a varios de los poetas en el exilio de la generación del 27 como Alberti o Cernuda: el ballet Don Quijote, del que les hablaré más adelante, y la ópera cómica La dueña, que utiliza elementos de la zarzuela y la tonadilla escénica del barroco español integrado en el particular y libre lenguaje serial de Gerhard. Nunca se representó durante la vida de Gerhard.


En la música de sus últimos 20 años buscó extender y desarrollar el serialismo en nuevas direcciones con una libertad quijotesca (el epíteto es de Gerhard), por medios convencionales o no convencionales. Esta búsqueda de nuevos sonidos lo convirtió en el primer compositor importante de Gran Bretaña en adoptar técnicas electrónicas.


En esta época sus obras comenzaron a llamar la atención internacional. Es la época de sus cuatro sinfonías (algunas encargadas para las grandes orquestas americanas) o la cantata La peste, sobre textos de Albert Camus. Adoptó la nacionalidad británica en 1960 y se convirtió en Caballero del Imperio Británico en 1967. Murió por problemas cardiacos en su casa de Cambridge en 1970. Sólo había regresado a España para algunas visitas familiares.


Roberto Gerhard consideró siempre la novela de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, “como su Biblia”, según su amigo David Drew. Gerhard recreó la obra de tal forma que sugiere que su línea de pensamiento estaba en sintonía con las de filósofos como Ortega y Gasset, Unamuno y Madariaga, que usaban la novela como medio para interpretar los problemas de aquella España. De alguna manera, Gerhard de se veía a sí mismo con una personificación del Quijote, como un caballero errante obligado a exiliarse por la dictadura franquista y luchando contra toda la adversidad con un lenguaje que no siempre era comprendido.


El ballet Don Quijote tuvo varias revisiones desde 1940 y quedó sintetizado en varias suites. La más popular es la Suite de Danzas de Don Quijote de 1957, una de las cuales definía Rattle como “un Sombrero de tres picos con anabolizantes”. Gerhard consideró que, debido a la naturaleza del personaje, debía usar dos lenguajes musicales diferentes, la técnica serial para representar al protagonista y una música de raíces populares para Sancho Panza y demás personajes “terrenales”. Por ello, este ballet está considerado una obra maestra típica de su estilo, haciendo una síntesis entre el estilo dodecafónico de Schoenberg y un marcado carácter español.


Les animo, porque no es tarea fácil, a escuchar a quien ha sido considerado por algunos como el más importante compositor español después de Manuel de Falla.



Ilustración:

Roberto Gerhard por Erich Auerbach (1964)




Referencias musicales:


Suite de Danzas de Don Quijote. 

Orquesta de Radio Televisión Española - Carlos Kalmar, director.


La peste, adaptación de La Peste de Albert Camus

Joven Orquesta Nacional de España. BBC Symphony Orchestra Chorus. Edmón Colomer, director.

Michael Lonsdale, narrador.


Comentarios

  1. Leerte y aprender son conceptos sinónimos amenudo. Muy interesante el post!
    César.

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    1. Muchas gracias por tu comentario. Intento aportar algo al conocimiento de los lectores y me resulta especialmente motivador con nombres que no son excesivamente conocidos para el público habitual, como es el caso de Roberto Gerhard.

      Gabriel Lauret

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  2. Querido Gabriel, totalmente de acuerdo con el comentario anterior, leerte resulta tan ameno que aprendemos sin darnos cuenta!
    A Gerhard los británicos lo consideran "de los suyos", así es que haces muy bien en reivindicarlo como "nuestro".
    Por cierto, compuso una sonata para cello y piano que él mismo transcribió para viola. Creo que no está publicada. Pablo García Torrelles realizó un exhaustivo estudio sobre ella.
    Un saludo!
    Francesc

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  3. Como siempre un placer leerte y aprender!!!

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  4. Es un placer leerte y aprender!!!

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