CRONOPIOS. La foto: Podofilia, por Rafael Hortal




 
 

Revisando mi archivo encontré fotos que merecen contar la historia de ese instante capturado para la eternidad. Comenzaré por relatar la so
rpresa de la que fui testigo en un festival erótico, donde cientos de personas de todas las tendencias sexuales se dan cita para ver espectáculos eróticos y pornográficos con actores y actrices profesionales y comprar los más sofisticados juguetes sexuales. Observé entre el público a un grupo de cuatro amigas que curioseaban entre los stands mirando ropa erótica y arneses fetichistas mientras se hacían fotos con sus móviles. Una de ellas me reconoció:

—¡Hola Rafa! Hazme una buena foto con tu cámara, pero mañana me la mandas, no la publiques.

—¡Hola Nina! Ponte así… coge ese látigo… 

Tras unas cuantas fotos en diferentes poses provocativas, se acercó un señor, que amablemente dijo mirando a Nina:

—Perdón. ¿Puedo hacerle una foto?

—No soy actriz, pero bueno. —le dijo extrañada a un señor que no conocía.

—Me gustaría hacerle una foto a su pie descalzo… sin zapatos.

Nina no salía de su asombro, me miró y me encogí de hombros, demostrando mi sorpresa indicándole que yo tampoco lo conocía. Nina aceptó, se quitó un zapato y le mostró el pie. El hombre le hizo una foto con su teléfono móvil, le dio las gracias y se marchó entre las parejas que jugueteaban a posar en la cruz de San Andrés, en los columpios sexuales o en las jaulas de BDSM y se probaban collares de pinchos con cadena.






Un señor fetichista hace una foto al pie de Nina, 

que ha autorizado la publicación de esta foto.


Afortunadamente reaccioné rápido y disparé mi cámara para inmortalizar un momento tan novedoso, preguntándome por qué no le había hecho ni una sola foto a Nina, sólo le interesaban sus pies. Observé que se había puesto contento cuando ella se quitó el zapato, como si estuviera consiguiendo un trofeo para su colección de fotos fetichistas.


Han pasado algunos años desde aquella foto que encontré perdida en mi archivo fotográfico, y no sé por qué recuerdo la escena de la película “Abierto hasta el amanecer”, con Salma Hayek y su pitón amarilla, derramando cerveza en su pierna hasta llegar a su pie desnudo que introdujo en la boca de Quentin Tarantino. En casi todas las películas de Tarantino hay una escena en la que se venera a los pies por su atracción sexual. En la versión de la película “Lolita” de 1997, dirigida por Adrian Lyne, la protagonista disfruta exhibiendo sus pies descalzos en varias escenas.

La podofilia es uno de los fetichismos más frecuentes, excitarse con los pies es casi tan común como hacerlo con los órganos sexuales. Footjob es la técnica que consiste en masturbar a la pareja con los pies hasta eyacular sobre ellos. A otras personas les excitan los zapatos de tacón, las medias y la lencería. Hay mujeres a las que le han propuesto cosas sorprendentes, como me contó Rosario, que se le acercó un hombre para decirle que le compraba las medias y las bragas que llevaba puestas porque le gustaría olerlas. Hay páginas en Internet mostrado actrices famosas y sus pies, también fiestas de fetichistas de pies como Spanish Foot Fetish, donde se reúnen más de 100 personas que adoran los pies y disfrutan dando o recibiendo masajes en los pies, también hacen trampling, pisotear o caminar con los pies desnudos sobre otras personas.

Lamer pies y zapatos es un gozo masoquista; obligar a un esclavo a lamer sus zapatos es el deleite de toda maîtresse, como canta Lou Reed en “Venus in furs”: Besa la bota de cuero brillante…   

Supongo que el trabajo más deseado para un fetichista de pies será el de trabajar en una zapatería o ser podólogo. 

Por desgracia no todo es placer, hasta el siglo XIX, los chinos tenían la tradición de vendar los pies de las niñas para que no crecieran, les llamaban “pies de loto”, ocasionando deformaciones dolorosas. Esta práctica fue prohibida por Mao en 1949. 

Continuaré buscando fotos en mi cofre del tesoro, para recordar momentos irrepetibles.






   

Comentarios

  1. Aunque no sepamos verlo o reconocerlo, creo que todos tenemos algún tipo de fetiche.

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