EL ARCO DE ODISEO, La guerra en casa, por Marcos Muelas




La mayoría de nosotros no hemos descubierto la guerra llamando a nuestras puertas, y si somos afortunados, nunca lo haremos. Puede que hasta ahora hayamos tenido suerte y por ello nos sea imposible imaginar a lo que se ven sometidos los habitantes de un país implicado en un conflicto bélico. 

    Hay algo que debemos dejar claro.  No es lo mismo un país que está en guerra, que un país donde se desarrolla una guerra. Por ejemplo, Estados Unidos estuvo en guerra en varias ocasiones durante el siglo XX, pero la guerra nunca se desarrolló dentro de sus fronteras. Sus bajas civiles fueron prácticamente nulas. Un apunte a pie de página. En el caso de Francia o Alemania, las dos mayores guerras del pasado siglo se desarrollaron en su territorio. Ambos países sufrieron el acoso del soldado invasor, que avanzaba imparable azotando a la vida civil.

    Ahora nos centramos en la situación de Inglaterra durante la Segunda Guerra Mundial, pongámonos durante un minuto en la piel de sus ciudadanos. El ejército nazi no llegó a pisar la isla británica, pero la guerra golpeó a Inglaterra desde el cielo y las bajas civiles se dispararon alcanzando cifras de 60.000. Durante más de ocho meses los bombarderos alemanes sobrevolaron el país obsequiándoles con sus cargas mortales. Finalmente, los valientes pilotos de la RAF, consiguieron frenar esos ataques. Esto, unido a los múltiples frentes abiertos que tenía Alemania, hizo que la intensidad de los bombardeos disminuyera. No acabó ahí el sufrimiento del país, pues más tarde les tocó el turno de padecer el castigo de los V2. La necesidad apremiaba al ingenio y los científicos nazis idearon un misil intercontinental. El V2. Este, lanzado desde la Francia ocupada, cruzaba sin dificultad el mar cargado con toneladas de explosivos. Los jerarcas nazis no querían terminar con el castigo a Inglaterra, así que a finales de la guerra comenzó el Blitz Baedeker.

    Alemania empezó a perder el empuje. El desarrollo de la guerra daba un giro en su contra. Ya no podían seguir desperdiciando material bélico contra las ciudades. Por esto, decidieron centrar sus ataques en puntos más concretos. Para ello se sirvieron de la guía Baedeker, una guía publicada en Alemania que en tiempos de paz, destacaba los puntos turísticos más importantes de Inglaterra. Si no conseguían conquistar la isla, al menos acabarían con los lugares más bellos del país. Pero, pasaba el tiempo y los ingleses resistían mientras que, poco a poco, Alemania iba mermando su poder en Europa. 

    Durante esos años de conflicto, los hábitos y costumbres de los ciudadanos se vieron alteradas por completo. Comenzaban los días con el desabastecimiento de los productos más básicos. Las fábricas desaparecían de un día para otro, las redes de distribución se esfumaron y con ello llegó la escasez de todo. Antes de la guerra, el país importaba dos tercios de los alimentos que consumía. Al tratarse de una isla, todos los productos llegaban vía marítima. Los submarinos alemanes se habían encargado de cortar los suministros hundiendo los barcos mercantes. De esta manera, Inglaterra quedó aislada del resto del mundo.

    Imaginemos esa sensación de soledad y abandono regada por el miedo de los constantes bombardeos. ¿Y quién no tenía un familiar en el frente? ¿Quién no había perdido a un ser querido en esos interminables bombardeos?


El metro de Londres durante la guerra


Las sirenas sonaban en Londres y con ellas se anunciaba la llegada de la muerte. Los ciudadanos corrían a los refugios más próximos sin saber cuánto duraría el ataque. Kilómetros de vías de metro se convirtieron en improvisados refugios donde los ciudadanos se acinaban rodeados de ratas. Durante horas, sin apenas luz, se mantenían en silencio sin saber si sus hogares aún continuarían en pie al terminar los bombardeos. Al llegar la noche, las luces de la ciudad se mantenían apagadas para evitar delatar su posición a los bombarderos enemigos. Entre el silencio y oscuridad, la ciudad se convertía en un mausoleo, una necrópolis donde los cuerpos quedaban enterrados bajo los escombros que llamaban hogar.

    Durante años, el pueblo inglés sufrió los ataques del enemigo. Un enemigo que atacaba desde lejos, incapaz de ver los rostros de los inocentes a los que asesinaba. Tuvieron que pasar años para que las fuerzas aliadas vencieran a Alemania. Años en los que los británicos padecieron necesidad y pérdida. Una época en la que los civiles soportaron el peso de la guerra sobre sus hombros sacrificándose por la nación.


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