CRONOPIOS. Encuentro con Spe (Spermula), por Rafael Hortal

 





Spe es una “Born sexy yesterday” (nacida sexy ayer), así se designan a los personajes femeninos esculturales, inocentes, virginales, sin experiencia sexual ni ninguna otra experiencia en este planeta Tierra.

A partir de esta descripción, me pregunto: ¿La inocencia es atractiva? o, por el contrario, ¿es más sugestivo el conocimiento y la experiencia?


Esta definición de “nacida sexy ayer” surgió con la película “Tron: Legacy” la secuela del clásico de 1982. El personaje femenino Korra es un algoritmo isomórfico, o ISO. En la literatura y en el cine siempre ha existido este personaje creado y moldeado por el hombre, pero hasta ese momento no tenía nombre para definirlo. Muchos escritores de ciencia ficción ya habían creado personajes femeninos extremadamente sexys pero carentes de conocimiento, sus neuronas no tenían almacenada información y deben ser alimentadas como a una Galatea por Pigmalión.



Pigmalión y Galatea de Jean-Léon Géróme, 1890



Profundamente ingenua, inconcebiblemente sabia, con la mente de una niña inocente, sin embargo, altamente capacitada para aprender, con cuerpo de una mujer sexualizada y madura.

En la película “Born yesterday” (1950), Judy Holliday dice: “Él piensa que soy tonta, ¿cierto?”. “Tiene razón. Soy tonta y me gusta serlo. Soy feliz y obtengo lo que quiero”. En la película “El quinto elemento” (1997), Leeloo es creada artificialmente con el cerebro vacío, pero aprende rápidamente. Pueden ser androides, computadoras, sirenas, alien, seres mágicos, cómic… o chicas que han crecido solas, aisladas de la sociedad, como le sucede a “Sheena” (1984). Estos personajes son creados con un denominador común: ninguna de ellas es consciente de su atractivo sexual, mientras son admiradas por los humanos. Sobre todo, por el hombre, que ve en ellas la mejor relación, puesto que nunca antes han estado con otro hombre y, por lo tanto, cuando descubren el placer con él no tienen un baremo establecido para compararlo con nadie, no pueden juzgarlo, evitando la humillación del rechazo; además es el tópico de una fijación masculina: la superioridad sobre la chica ingenua. Es la dinámica entre sabio e ingenua, entre profesor y estudiante. Por supuesto se puede invertir los géneros ¿cuántos estudiantes no se han enamorado de su profesora?


Antes de entrevistarme con mi personaje Spe, recordé a Kelly LeBrock en “La mujer explosiva” (1985), a la replicante Daryl Hannah de “Blade Runner” (1982), a Natasha Henstridge en “Species” (1995), a Nicole Kidman en “Mujeres perfectas” basada en la novela de Ira Levin.


La creación de mi personaje en la novela “Armónicos, días de vino y sexo” estaba influida por todas ellas y muchas más, sin olvidar a Spermula, de la que tomé su nombre, la escultural extraterrestre de la película francesa de 1976, que obtenía la energía con el semen extraído de las felaciones.


En esta ocasión llevé conmigo a mi amigo Juan, que quería conocerla para comprobar el grado de perfección de Spe. No me refiero a sus dotes sexuales sino a sus papilas gustativas. Juan es un experto sibarita de la gastronomía y de los vinos.

Nos sentamos los tres en la mesa junto a la cristalera de un lujoso restaurante con vistas al mar. Hechas las presentaciones y pedida la comida comenzamos la entrevista. Dejé que fuera Juan quien le hiciera las preguntas, ya que yo la conocía perfectamente:

—Spe, sabes que no eres humana como nosotros, ¿verdad? 

—Si, Juan, soy un androide femenino creada con material genético, con capacidades especiales para dar placer. El software se actualiza continuamente por mi conexión permanente con la empresa que me creó.


—¿Tú también sientes placer?

—Claro, incluso más que vosotros, ten en cuenta que mi piel tiene más terminaciones nerviosas, más corpúsculos de Krause y mi cerebro recibe continuamente datos de la persona con la que estoy, y con el programa de Inteligencia Artificial me adapto a sus gustos. Puedo aumentar la dureza y el tamaño de mis pechos a gusto del consumidor.

Spe se levantó de la silla para que observáramos bien su cuerpo, llevaba un elegante top corto que dejaba ver su vientre. Los pechos empezaron a crecer.

—Vale, vale, no hace falta la demostración, me lo creo.

—Puedes tocarme. Indícame tus preferencias, ¿los prefieres más blandos, como los naturales? Yo me adapto sin problemas.

—Siéntate, así están bien, que si sigues aumentándolos no verás la comida en tu plato. ¿Te gusta el bonito con las habas?

—Si tú quieres que me guste, me gustará. Analizo su química, mi paladar se adapta a su sabor y mis neuronas lo archivan para la próxima vez que lo coma. Me encanta el umami, la esencia de la delicia. Mi boca también se puede adaptar al tamaño de lo que entra, eso viene muy bien para las felaciones. Lo primero que me ensañaron es a no raspar con los dientes.

—Y una cosa fundamental: la temperatura —apostillé—. Spe puede equilibrar la temperatura de su cuerpo por zonas. Puede variar la temperatura de su boca pasando del calor al frío alternativamente. Ten en cuenta que la diseñó Sakuya, un ingeniero genético japones, y por esas latitudes son expertos en técnicas amatorias.

—Claro, el señor Sakuya también me enseñó a regular la temperatura de mi vagina; a los hombres le gusta sentirla caliente mientras aprieto la musculación interna. Mirad, nunca llevo bragas. —Spe se volvió a levantar de la mesa, se subió la minifalda y nos enseñó su pubis rasurado y una prominente vulva. —Podéis comprobarlo metiendo vuestros dedos.

—¡Spe, siéntate! estás llamando la atención —le dije. —Los de las mesas de al lado no paran de mirarte.

—Lo sé, lo hacen desde que llegué al restaurante. Cuando me lo propongo no paso desapercibida, ja, ja, ja. —Se dio un azote en el culo desnudo y se sentó.

—¿Conoces la moralidad? ¿Tienes sentido del ridículo? ¿Las normas sociales? —le dijo Juan que se había puesto rojo por las miradas que nos echaban los de la mesa de enfrente.

—Lo sé todo, sé dónde están los límites, sé perfectamente las consecuencias que pueden tener mis actos, pero fui diseñada para provocar. ¡No soy una muñeca hinchable sin cerebro!

—Prueba el vino, ¿A ver qué te parece?

Lo probó dejando caer una gota por la comisura del labio, pasó lentamente su lengua para recogerla mientras miraba a Juan.

—Si te gusta a ti, también a mí. Es un vino elaborado con uvas putrefactas atacadas por el hongo Botrytis cinérea. Carísimo. 

—¿Te consideras la mujer más perfecta del mundo?

—Sin lugar a dudas, fíjate si soy perfecta que me adapto a lo que cada persona piensa que es la perfección, a veces hasta me hago la ingenua. Hay gente para todos los gustos, y yo me adapto a ellos. He aprendido de todos los libros en todos los idiomas, de todas las películas. Mi archivo contiene el conocimiento mundial.

—¿Tienes sentimientos como los humanos?

—He aprendido a imitarlos, sé reír o llorar cuando la ocasión lo requiere. Pero si te soy sincera no tengo escrúpulos.

—Juan, mira mi reloj —le dije presionando un pequeño botón. Spe se quedó inmóvil—. Ya está desconectada. No creerás que una cosa así puede decidirlo todo y actuar bajo su criterio. Sólo es una máquina inteligente programada por un humano.

Spe es un personaje de la novela “Armónicos, días de vino y sexo”, la empresa japonesa que la fabricó ordena y controla lo que hace, concretamente, este modelo sexual está especializado en espionaje industrial, además puede regenerar sus células defectuosas. La época en que la ciencia ficción mostraba sistemas que se revelaban contra el creador ya pasó. Recuerda la computadora Hall 9.000 de “Una odisea del espacio”, o los replicantes de “Blade Runner”. Los humanos siempre tendremos el control sobre las máquinas. 





Portada de la novela “Armónicos, días de vino y sexo” 

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