LOS SONIDOS Y EL TIEMPO. Escenas de la vida de un músico, por Gabriel Lauret





Si usted se llama Mariano, le recomiendo que no lea este artículo.


Hoy les propongo un pequeño juego en el que tienen que adivinar qué es verdad y qué es ficción en dos pequeñas escenas que reflejan situaciones por las que he pasado a lo largo de los años y  por las que, de una manera o de otra, se han encontrado muchos músicos profesionales en la vida real, la vida en contacto con no-músicos.


ESCENA Nº1:


Mi amigo Paco (nombre real) es cardiólogo en un importante hospital. Una tarde, mientras tomamos café, me cuenta que cada médico de su sección se especializa en actividades muy concretas que requieren una gran preparación específica, y que él lo ha hecho en la colocación de marcapasos. La conversación me parece tan interesante que acabo proponiéndole que me permita ir al hospital algún día para que le ayude o, incluso, que me deje probar a colocar alguno, porque me parece un tema apasionante. Como era de prever, mi idea le parece genial porque piensa que seguro que se me va a dar muy bien esa tarea y en los próximos días me llamará para ver cuándo podemos coincidir en el horario. Estoy esperando ansioso su llamada.



ESCENA Nº2


Estoy tomando café con mi amigo Pepe (nombre ficticio) y llega su amigo Mariano (también ficticio), a quien no conozco. Mariano me pregunta cuál es mi trabajo y le digo que soy músico. Se sorprende y se alegra mucho (esto último es casi novedoso) y me responde que él también: hace unos años se compró una guitarra y, en su opinión, se le da muy bien. Ha visto muchos guitarristas y sabe que sería uno de los buenos si no se hubiera decantado por hacer oposiciones a la administración. Acto seguido, se viene arriba y me propone que algún día toquemos juntos. Como no puede ser de otra forma, le digo que me parece una propuesta estupenda. Me enviará algunos enlaces a youtube para que pueda sacar algunas canciones de oído y después tocarlas juntos. Hasta puede que hagamos alguna actuación o, quién sabe, grabar una maqueta, un disco o un tiktok.



Me van a perdonar esta pequeña broma. Como podrán suponer, yo nunca propondría a mi amigo Paco, cardiólogo, no ya ayudarle a poner un marcapasos sino, ni siquiera, acercarme a su hospital. Su trabajo es enormemente especializado, está en juego la vida de los pacientes y tengo un respeto enorme por su labor, como por la de cualquier persona que trabaja en el campo de la sanidad. Es más, mi respeto es el mismo por cualquier actividad profesional que se ejerce con dignidad, que siempre requiere una preparación adecuada que no solemos tener los que trabajamos en otros campos. El problema que planteo en la segunda escena está en que casi todos los músicos profesionales hemos conocido y tratado a “marianos” que se atreven a hacernos propuestas semejantes, que algunos ven de forma casi normal al no haber vidas en juego. Con esto no me refiero a los auténticos aficionados; en ocasiones toco con amigos cuya pasión por la música suple sus deficiencias, de las que son conscientes, e intentan aprender.


Resulta curioso que, ante actitudes como la de Mariano, a los músicos, por educación, nos cuesta mucho dar una negativa rotunda y sin contemplaciones. Somos conscientes de la ignorancia de Mariano y sabemos que no lo va a entender, por lo que damos vueltas, rodeos y ponemos cien excusas en vez de enviarlo directamente a un lugar bien ventilado.


Llegar a ser profesional dentro del mundo de la música culta es enormemente difícil. Normalmente requiere una preparación desde la infancia antes de poder abordar unos estudios superiores que te permitan obtener una titulación. Estos estudios son siempre “además de”: colegio además de conservatorio, instituto además de conservatorio y, en algunos casos, universidad además de conservatorio. En nuestros días la competencia es enorme, las plazas que pueden ofrecer estabilidad para tu vida son pocas y muchos músicos acaban en otros ámbitos que en ocasiones no tienen nada que ver con lo que realmente les gusta y para lo que han estudiado. 


Escudarse en una titulación es simplificar mucho la situación. Tener una titulación no implica ser profesional y no tenerla, tampoco. Hay músicos excelentes dentro de otros campos de la música (no todo es clásico, formal y académico) que llevan toda la vida ganándose la vida con algo más que dignidad, muchas veces mucho mejor que nosotros, y a los que no se puede marginar-ocultar-ningunear por el hecho de que no hayan pisado un conservatorio o, si lo han hecho, sin concluir sus estudios.


En otras actividades esta contradicción se soluciona por medio de los colegios profesionales (de  médicos, abogados, arquitectos…), que aseguran que sus colegiados tienen una formación que les habilita para ejercer su oficio. No existe ninguna institución u organización semejante para la música en España, y por las razones antes mencionadas, sería muy difícil que pudiera existir, aunque pienso que el debate debería ponerse encima de la mesa. Además, las mismas administraciones públicas dificultan todavía más la situación cuando contratan a estudiantes o aficionados como si fueran profesionales y eso, además, destroza el mercado laboral.


Parafraseando a Bill Shankly, que no fue músico, sino entrenador de fútbol del Liverpool: la música no es una cuestión de vida o muerte; en realidad es algo mucho más serio.


Con mis disculpas para usted, Mariano, si ha decidido leer hasta el final.



Bill Shankly en 1981




Comentarios

  1. Toda la razón, la ignorancia es muy atrevida..

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  2. Ser MÚSICO es la carrera más larga que puedo imaginar. Nada que ver con matricularse en ... en lo que sea, y obtener una Licenciatura cinco años después.

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  3. Por cierto, soy César. Olvidé firmar 😂

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  4. Hay muchos entrenadores, directores de cine y por supuesto tocar un piano es tan fácil como poner los dedos en las teclas, jajaaja

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  5. Soy madre de músicos y puedo decir que muy pocos saben lo sacrificada y dura que es la carrera del músico.
    Todo lo que has escrito por desgracia es "verdad verdadera"

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