PASADO DE ROSCA. Doble fondo 3/7, por Bernar Freiría



Estuve una buena temporada haciendo una vida de buen chico. No digo que fuese como un fraile. Salía con los amigos y si había que tomárselas, me las tomaba o lo que hiciera falta. Algún ligue que otro también tuve, pero cosas de aquí te pillo aquí te mato y si te he visto no me acuerdo. De lo que sí me acuerdo es de cuando conocí a la Pilar.

Era una excursión a Los Chorros del río Mundo que organizaba la parroquia de san Antolín. No me tenía pinta de catequista y se lo dije. Se puso un poco colorada y me dio unas explicaciones que yo no le pedía. Que si era amiga de no sé quién que le había dicho que había plazas libres. Ya vi que no le costaba contar sus cosas le pregunté, a lo mejor demasiado. Me hacía gracia lo tímida que era y que al mismo tiempo te lo contaba todo si le preguntabas. Era como si prefiriese pasar apuros antes que decir no a algo. Supe que estudiaba para maestra de infantil pero que sus padres estaban un poco delicados y no le quedaba mucho tiempo para los estudios y no los levaba tan bien como quisiera. Que antes había trabajado como auxiliar de enfermera, más que nada para ayudar en casa, pero que no le gustaba y lo dejó para hacerse maestra, aunque al paso que llevaba se iba a jubilar antes de empezar a trabajar.

Se veía a las claras que era una buena tía, cariñosa y así. Aunque la pinchases nunca saltaba. Me gustó desde el primer momento. Y para pécoras ya había tenido bastante con la Sonia.

Lo que son las cosas. Yo salía con ella sin planes concretos y un día que me tropecé con la Sonia en la oficina va y me dice: “¿Qué tal te va con la mosquita muerta?” Y, en voz más baja para que nadie nos oyese: “Si quieres me la mandas un día para que le enseñe a hacer algunas cositas, porque me parece que esa en la cama da menos juego que un cojo en un partido de fútbol”. ¿Cómo se habría enterado la cabrona de que me había echado novia? Pues esa chorrada hizo que me plantease las cosas más en serio con la Pilar. De repente me di cuenta, yo que nunca había pensado esas cosas, de que si alguien tenía que ser la madre de mis hijos, esa era la Pilar.

Así fue como me metí en la hipoteca. Bueno, si hay que contarlo todo, la vedad es que a la Pilar le tenía ganas. Siempre follábamos a salto de mata, nunca podíamos pasar una noche juntos. “Mis padres se mueren del disgusto si no aparezco una noche”. “¿Cómo les voy a mentir de esa manera con lo que confían en mí? decía. En fin, que tenía yo ganas de tener un sitio para los dos solos.

—Lo siento. Ahora mismo no tenemos nada para usted. Acabamos de cubrir ayer mismo la última plaza vacante. De todos modos, puede dejarnos sus datos y si surge algo más adelante, le llamaremos.

—¿Eso quiere decir que hay alguna posibilidad más adelante?

—Es posible. Pero no puedo prometerle nada.

—Hablando claro, que más vale que me busque la vida por otro lado.

—No, hombre, no. Yo le digo lo que hay. Ahora mismo tenemos todas las rutas cubiertas. Pero en este negocio hay bastante movimiento y mañana o el mes que viene puede quedarse una plaza libre de conductor y si tiene interés, ganas de trabajar y nos ponemos da acuerdo en las perras, aún podemos hacer cosas juntos. Pase ahí con mi secretaria que le pedirá los datos.


…/…Continuará


Comentarios