LOS SONIDOS Y EL TIEMPO. El retablo de Maese Pedro, por Gabriel Lauret
De todas las obras musicales inspiradas por el Quijote de Miguel de Cervantes, sin duda la más original es El retablo de Maese Pedro, ópera para títeres que cumple cien años ya que fue estrenada por Manuel de Falla en 1923. Antes de entrar en algunos detalles del proceso de creación de esta obra, sepamos algo más sobre su autor.
Manuel de Falla Matheu nació en Cádiz en 1876, donde comenzó sus estudios musicales con su madre. Además de por la música, se interesó también muy pronto por la literatura y el periodismo, e incluso dirigió con quince años una revista literaria llamada El Cascabel. Con veinte ingresó en el conservatorio de Madrid, donde sería alumno de Felipe Pedrell, responsable de que una serie de jóvenes músicos crearan un estilo en el que se fundían las tendencias francesas en boga con los ritmos y melodías características de la música popular española.
Su siguiente parada sería París en 1907, donde amplió su círculo de conocidos con artistas y músicos como Picasso, Zuloaga, Debussy, Ravel y Stravinsky. En esta llamada etapa francesa (aunque regresaría a España con el estallido de la Primera Guerra Mundial) encontramos algunas de las obras más importantes de su corta pero extraordinaria producción, como Noches en los jardines de España, El amor brujo, El sombrero de tres picos (compuesto por encargo de los célebres Ballets Rusos de Sergei Diaghilev), las Siete canciones populares y la Fantasía bética para piano (encargo de Arthur Rubinstein).
En 1920 se estableció en Granada, donde trabó una profunda amistad con el poeta Federico García Lorca. Poco después, ambos decidieron emprender una serie de viajes por la provincia de Granada en busca de canciones populares. Con la colaboración de Lorca y del pintor Manuel Ángeles Ortiz, organizó en 1922 el Concurso de Cante Jondo que se celebró en la Alhambra con el propósito de recuperar y dignificar el cante primitivo andaluz.
Con la proclamación de la II República en 1931, Falla fue nombrado primer director de la Junta Nacional de Música. Sin embargo, católico ferviente, se mostró horrorizado por la quema de iglesias y el asesinato de religiosos ante la pasividad del gobierno republicano. Durante la Guerra civil, intentó, sin éxito, salvar la vida de su amigo Federico García Lorca.
Tras acabar la guerra, Falla aceptó la invitación del Instituto Cultural Español de Buenos Aires, y emprendió, en compañía de su hermana Carmen, un viaje del que nunca regresaría. Padeció problemas económicos, al no llegarle los derechos de sus obras debido a la nueva guerra que asolaba el planeta y, debido a su mala salud, en 1942 se estableció en la ciudad cordobesa (la Córdoba argentina) de Alta Gracia. En su chalet “Los Espinillos” falleció en noviembre de 1946, dejando inconclusa su última obra, La Atlántida, que completaría su discípulo Ernesto Halffter. Los restos de Falla, que se negó a regresar en vida a pesar de los ofrecimientos del régimen franquista, fueron trasladados a España y enterrados en la cripta de la catedral de Cádiz.
El retablo de Maese Pedro se originó por un encargo realizado por Winnaretta Singer, Princesa de Polignac, en 1918. A pesar de que debía ser concluida rápidamente, el deseo de Falla de hacer evolucionar su estilo provocó que el estreno se retrasara casi cinco años. Para el argumento, Falla realizó él mismo un libreto en el que se basó en el capítulo XXVI de la segunda parte del Quijote, donde se narra que Don Quijote asiste a un espectáculo de marionetas y se involucra tanto en la acción, una historia caballeresca de cautiverio y rescate, que intenta rescatar a la damisela en apuros y destruye el teatrillo. Falla plantea un doble juego de títeres: grandes figuras que representaban al Quijote, Maese Pedro y los demás asistentes, y otras más pequeñas para los títeres del retablo mismo. Una obra dentro de otra. Además, adaptó el estilo de la música al momento histórico en que transcurre cada una de estas situaciones, uno medieval y otro renacentista/barroco. También introdujo sonoridades arcaicas como el clavecín, pensado para Wanda Landoska, que afirmó que era la primera obra moderna en utilizar este instrumento.
Hubo un primer estreno en versión de concierto en Sevilla en marzo de 1923, pero el estreno oficial, todo un acontecimiento social en el París de la época, se hizo tres meses más tarde en el salón parisino de la princesa, con escenografía y títeres creados por Hermenegildo Lanz, Ángeles Ortiz y Hernando Viñes, con la Orquesta de Conciertos Golschmann. La puesta en escena estuvo bajo la dirección de Manuel de Falla, autor también de la extraordinaria adaptación teatral. Participaron como tramoyistas improvisados el pianista Ricardo Viñes y el guitarrista Emilio Pujol. Entre los asistentes, miembros de la “corte” de la princesa como el poeta Paul Valéry, los compositores Stravinsky y Poulenc, y artistas como Pablo Picasso y José Maria Sert. El estreno tuvo un gran éxito por lo que la obra tuvo una rápida difusión internacional.
Como curiosidad, el personaje del trujamán, el narrador que canta como un pregonero la acción del teatrillo, supuso el debut como cantante del gran tenor, entonces niño de once años, José Carreras, en una producción del Liceo de Barcelona que dirigió José Iturbi.
Ilustración musical:
Orchesta Sinfónica de Montreal.
Director: Charles Dutoit;
Justino Díaz: Don Quijote
Joan Cabero: Maese Pedro
Xavier Cabero: Trujamán, narrador.
Gracias. Instructivo, bien escrito, y documentado. Enhorabuena.
ResponderEliminarMaravillosa la forma de contarnos la vida de este gran genio, y su obra. Muchísimas gracias.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo en que se trata de una obra maravillosa, con el añadido de uno aprende siempre leyéndote.
ResponderEliminarCésar.