CRONOPIOS. Vestida de neopreno, por Rafael Hortal




Rita es una chica especial, es diferente. Esas cosas se aprecian enseguida. Rita no presume de sus cualidades, no se fija en quién la mira, va por ahí tan tranquila, libre. Pero ella es totalmente consciente de que levanta pasiones. Cuando está en la ciudad siempre le falta una prenda que las amistades solemos apreciar. Si no lleva el sujetador se marcan los pezones, si no lleva bragas los pantalones finos se ajustan a sus pronunciadas curvas sin costuras. Cuando va al camping nudista de El Portús en Cartagena nunca va desnuda. Lleva una camisa ajustada a la cintura que acentúa el movimiento de sus glúteos al andar, o una elegante boina, o un cinturón, o una pulsera en el tobillo.

Rita es de esas chicas que son naturales, que parece que nunca envejecerán. Me gusta observarla cuando está leyendo en la playa, cuando nada en la piscina dejando flotar su culo, cuando escala desnuda la pared vertical junto al mar…

Rita es mi novia y pasamos este verano tranquilamente en el camping, en nuestra querida rulot. Apenas hablamos, no hace falta, una caricia es suficiente para demostrar nuestro amor. Nos gusta sentir el viento en la piel, acariciarnos en la puesta de sol observando en silencio la silueta de Cabo Tiñoso y calcular cuándo llegará el próximo destello del faro.

Hay un momento en que Rita se vuelve salvaje y sabe que no me puedo contener, un momento especial cargado de sensualidad que ofrece día tras día como un ritual, pero ese espectáculo público va dirigido sólo a mí, a su amor. Sabe que siempre estoy pendiente cuando llega la lancha del club de buceo del camping nudista. Todos bajan con sus trajes de neopreno, se desnudan y lavan con agua dulce el equipo, pero Rita no. Rita se quita lentamente el gorro y sacude su melena al viento, baja la cremallera del traje y libera sus grandes pechos, y así permanece un tiempo, andando de acá para allá embutida en el fino traje negro de cintura para abajo, prolongando el striptease ansiado y moviendo los pechos con su gracia natural. Prolonga deliberadamente el momento de darme el beso de bienvenida y el abrazo apretado para que sienta sus pechos revoltosos, que tanto me gustan y disfruto. Hoy es nuestro aniversario y he llevado una tarta y cava para brindar con los compañeros de buceo. Mariano nos ha dedicado unas palabras de cariño: por Rita y Elisa, para que sigan siendo tan felices.






Bañistas, por Javier Lorente








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