CRONOPIOS. Belleza en la oscuridad, por Rafael Hortal



 “En algún sitio algo increíble espera ser descubierto”.

                                                                Carl Sagan


Rosa y Benja son estudiantes de Bellas Artes bastante frikis, mantienen una relación de amistad sexual, lo que se conoce como “follamigos”.

     Desde que estudiaron al escritor francés Stendhal están obsesionados con el tema de la belleza, con el síndrome que lleva su nombre, que es una enfermedad que puede causar alucinaciones y hasta la muerte cuando se contempla mucha belleza, por eso también se le llama Síndrome de Florencia.      

     Durante las largas tardes de estío que pasaban refugiados del ardiente calor en la cafetería más cosmopolita de la ciudad, bebiendo cervezas y escuchando a poetas y cantautores, Rosa le comentó a Benja que le gustaría hacer un ensayo sobre la belleza. Benja la miró pensativo.

—Nena, ¿crees que existe la belleza en la oscuridad?

—No sé, Benja.

—Yo creo que sí… cierra los ojos y piénsalo.

—Pero Stendhal se refería al sentido de la vista. ¿Es que estás “colocao”, cari?

En la cafetería, los amigos elucubraban lentamente entre tragos de cerveza y efluvios aromáticos en el ambiente. Uno decía que podía haber belleza en un incunable, otro en una talla de Salzillo… Benja dejó el tercio de cerveza bruscamente en la mesa y dijo efusivamente:

—¡A mí me gusta la talla de “La Diablesa” del Siglo XVII de Nicolás de Bussy!

—Siempre sospeché que te atraían los hermafroditas, pero ese es feísimo. Si al menos fuera el Hermafrodita que está en El Louvre. Ja, ja, ja. —le dijo su amigo Fran.

—Lo que demuestra que cada uno tiene su concepto de belleza, más allá del canon griego. —apostilló María—. A mí me gusta la obra de Caravagigio, aunque me repugne él.

—Nena, se me ocurre cómo probar que existe la belleza en la oscuridad.

—Benja, definitivamente creo que estás “mu colocao”

Rosa lo acompañó a su casa mientras daba algún traspiés ocasionado por su estado y agravado por pisarse los bajos de los pantalones vaqueros que siempre los llevaba al límite de caérsele, enseñando los calzoncillos. Parecía un pingüino —ése junto a los agujeros negros en el espacio, es uno de los grandes misterios: ¿Es cómodo andar así? ¿Cómo es que nunca se les caen los pantalones?

     Al día siguiente diseñaron un protocolo de actuación para efectuar las pruebas de su tesis. Localizaron a Teresa, una conocida de las redes sociales que estaba como un tren, según palabras de Benja. Teresa no paraba de subir fotos y vídeos a Instagram poniendo morritos y enseñando su culo, que de momento no se censura en las Redes. Rosa la convenció para que participara en la prueba diciéndole que era la más guapa que conocían. Después seleccionaron a 10 personas de todo el espectro social para tener un buen muestreo.

     Citaron a los participantes en una amplia sala con confortables sillones y les dijeron que el experimento consistía en agudizar los sentidos y permanecer en silencio con la luz apagada durante el tiempo de duraba el Bolero de Maurice Ravel. Al finalizar, uno a uno tendría una entrevista personal con Rosa y Benja para que le contara su sensación.

Teresa estaba preparada en otra habitación, cuando apagaron la luz entró en la sala oscura y comenzó su striptease, que había ensayado varias veces en silencio y a oscuras. Benja y Rosa sí la veían, aunque de color verde porque llevaban gafas infrarrojas. Teresa se desmadró al pensar que nadie la veía, eso le dio tal morbosidad que le hizo subir el nivel de adrenalina y se desnudó rápidamente para comenzar a contonearse lentamente mientras se acariciaba todo el cuerpo y ponía cara de placer, que realmente sentía; se acercó casi a un metro del público y se masturbó reprimiendo el sonido de sus jadeos. Se retiró a la habitación contigua. Rosa encendió la luz a pesar de que Benja le insistía que esperara unos minutos más hasta que bajara su erección. Ver la silueta de Teresa de color verde contorneándose había sido tan novedoso que casi llega al orgasmo sin tocarse. Estaba claro que la imaginación es un ingrediente esencial para el erotismo.

El resultado fue decepcionante: ninguna de las10 personas habían percibido la belleza, todos hablaban de relajación.  Benja y Rosa convencieron a Teresa para que hiciera otro striptease con la luz encendida y aceptó, aún tenía la libido alta, aunque fue mucho más comedida y sólo se contoneó y ofreció posturas como las esculturas griegas.

     Benja y Rosa elaboraron un ensayo que causó el estupor de sus profesores de Bellas Artes, sobre todo por el último párrafo: “…Y por todo ello se deduce que la belleza no existe, sólo está en la imaginación. Sí existe el deseo ancestral del sexo que llevamos en nuestros genes. Por ello las pinturas y esculturas del Vaticano tienen los sexos tapados o rotos, para no estimular el instinto animal que todos llevamos en nuestro cerebro rectiliano”.








Apuntes rápidos de la modelo Marta, de Juan Espallardo



Comentarios

  1. Un relato muy interesante, y con unos dibujos de Espallardo buenísimos!

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