EL VERDE GABÁN. En Arjonilla, con Macías O Namorado, por Santiago Delgado
He estado en Arjonilla, donde mataron al Trovador. Corría el siglo XIV, en sus finales, y los bardos gallegos aún bajaban la península, por ver de encontrar mecenas. Mecenas a quien servir y damas a las que amar. Macías encontró ambas cosas: El Maestre de Calatrava, un Villena, y una dama: Elvira. “Cativo de amor”, según su propio verso, marchó a la guerra con el moro fronterizo. Cuando volvió, supo que habían casado a su dama con un Calvillo, par del Maestre. Macías era plebeyo; por eso había marchado a la guerra. Mas el gallego no se amilanó, y siguió componiendo versos de amor imposible, en su idioma materno, tan del gusto de los trovadores. Y la Corte de los Villena los leía, entre admiración y regocijo. El marido fue entonces, “cativo” de celos, que no de amor. Consiguió que el feudal de Calatrava encerrara al trovador en la torre de la muralla del castillo de Arjonilla, sita en el mismo y alto cerco, lejos del resto de dependencias de la fortificación. A gritos, entonces, siguió gritando y cantando sus trenos de lánguido amor por Elvira, a través de la ventana que daba al exterior. Tal oficio estaba haciendo un día, cuando se abrió la puerta del alto calabozo, apareció el celoso marido y arrojó, a tan solo un par de pasos de distancia, su lanzón sobre el poeta. Le quitó la vida del cuerpo, pero le dio la vida del recuerdo eterno, junto a tanto enamorado que murieron por serlo. En Arjonilla, en el Jaén casi castellano, aún conocen al enclave como el Castillo del Trovador. Me honra haber estado allí, haber tocado las piedras de la muralla, y haberme sentido parte de la leyenda, en tanto que receptor de tan bella y trágica historia.
Escaleras de Arjonilla, fotografía del autor
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