El logos es el alma de todo, por Carmen Sánchez Manzanares
En una de las muchas charlas que la invitan a dar, Diana de Paco Serrano fue recibida con este collage, que, para mí, la define completamente. Ella es pura alma impregnada de logos. En su vida y en su dramaturgia su palabra está colmada de autenticidad, porque su alma es la ofrenda que nos hace en ella de forma constante. Puedo aventurar que esa es la razón de que el tiempo parece volar y quedar suspendido cuando estamos a su lado, como también cuando escuchamos a sus personajes, porque su entrega es absoluta: se da como es y nos da todo lo que es, intensa y generosamente, en su realidad y en la ficción que crea.
Desde hace años compartimos en la Universidad de Murcia ese espacio vital y académico que es la Facultad de Letras, pero mi lealtad hacia Diana comenzó en 2011, antes incluso que nuestra amistad, cuando, sin yo pedírselo y tras un encuentro casual, se dedicó una mañana a ensayar conmigo una prueba que me preocupaba. Después la he visto actuar así en cada situación en la que alguien requería ayuda, estaba perdido o se sentía desdichado. Su sensibilidad hacia quienes necesitan auxilio es extrema, la mueve la compasión, y esa es también una de las virtudes de su teatro. Su mirada lúcida sobre todos sus personajes dramáticos está empapada de amor. Sufre con su Casandra, con su Eva, con su Señor 1 en el laberinto. Y les regala esperanza al darles voz: el logos les salva. Es excelente. En nuestras conversaciones, también ella y yo procuramos en ocasiones salvarnos. Cuando nos encontramos, hayamos compartido alegrías o cuitas, nos despedimos siempre reconfortadas.
Es una suerte que nos reconforten las mismas cosas, por ejemplo, un día de sol o un hermoso discurso, pero, sobre todo, las heroicidades cotidianas del ser humano. De eso hablamos mucho y entonces ideamos proyectos que nos permitan trabajar y aprender juntas y disfrutar de nuestra amistad. Nuestra vocación por las humanidades nos acompaña en este viaje, por eso últimamente transitamos juntas mitos y complejos y sus denominaciones. Fue ella quien comenzó por contar conmigo para la lectura de textos clásicos en Yo conozco mi herencia, ¿y tú?, una fantástica iniciativa que puso en marcha con algunos de sus compañeros de Filología Clásica en la Facultad de Letras el 12/12/12 a las 12 (para ella estas fechas así tienen algo de mágico) y entonces descubrí otro de sus dones: formar equipo conectando amigos. De este modo y gracias a su inteligencia y pasión ha llevado a cabo proyectos académicos y culturales inestimables. En esto, como en tantas otras cosas, Diana es única y así lo demostró en su etapa en el Servicio de Cultura de la Universidad con Deletreartes. Cuando nos encontramos, además, nos divertimos mucho. A mí me fascina su genialidad para descubrir y recrear en un instante la comicidad de una situación o lo absurdo, un talento que, como no podía ser de otro modo, brota en sus obras. Cualquiera que la conozca sabrá que el humor es connatural a Diana, un humor que fluye festivo en De mutuo acuerdo y otras obras menudas. Cuando he asistido a la representación de estas obras, me ha maravillado su capacidad de invención y de creación de humor, igual que ha maravillado allende los mares, en Nueva York, donde recientemente han premiado una de estas menudencias.
En alguna ocasión Diana me ha preguntado si prefiero sus tragedias a sus comedias. Lo prefiero todo, tragedias y comedias, porque lo que admiro es su logos, el que impregna su alma. Por ello quiero terminar este escrito con unas palabras suyas, no sin antes decir que me siento muy orgullosa de ella y muy honrada con su amistad. Son palabras de Diana de Paco en boca de Ariadna y dan inicio a una de sus piezas de teatro breve, Sin lugar de fondo:
A veces, muchas veces, creemos que no podemos salir del laberinto.
Es muy fácil, tan fácil como tirar de un hilo, con la suficiente fuerza para que te lleve,
pero con la delicadeza necesaria para que no se rompa.
Yo no rompí el hilo en el laberinto, lo dejé allí para otros, para vosotros.
Nadie lo ve. Es extraño.
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