Reseña de Ruido y Eco, obra de Ricardo Álamo, por Pedro Pujante
NewCastle Ediciones puede alardear de ser una de las editoriales más pequeñas de nuestro país. Pero sus lectores podemos comprobar que tras la fachada modesta de esta casa se esconde una gran empresa. Libros pequeños en formato pero que contienen literatura de la grande. Como este gozoso dietario de Ricardo Álamo, un autor que descubrí con su mastodóntico, entretenido y muy recomendable diccionario Plagiarios y cía.
Ruido y eco es una pequeña pieza en la que conviven el diario, las memorias y la reseña literaria. Este libro es un homenaje a la literatura desde la vida. O a la vida desde la literatura. Álamo, aunque es profesor de filosofía, se nos muestra como un escritor que anota, de un modo desordenado pero diáfano, sus intereses literarios. Aquí nos habla del plagio, del caso real de la desaparición de Agatha Christie, de la fantástica historia que se esconde en la novela “Las bellas durmientes” y del poder (en ocasiones tiránico) de la belleza.
El libro no sigue ningún orden establecido. Hay fragmentos diarísticos e incluso reflexiones sobre el acto de escribir diarios. Quizá porque como Gil de Biedma pensaba, escribir diarios sea una forma de provocar los acontecimientos. Como si la literatura, al final, fuese la creadora de la misma realidad. Algo que ya sabemos desde el Quijote, quien se transformó en lo que es gracias a la lectura de libros de caballería.
También hay reflexiones sobre la literatura y sobre el paso aniquilador del tiempo. Esta consciencia del tempus fugi donde mejor se materializa no es en los apuntes reflexivos o filosóficos sobre obras y vidas de terceros, ni en aforismos agudos. Sino en la nostalgia que el autor despliega en el relato de sus propias infancia y juventud. Veranos interminables de una niñez que todavía parece ser un territorio que el narrador sigue habitando. Y sobre todo, un largo capítulo de urdimbre existencialista, casi barojiana, que dedica a su primera etapa universitaria en una lejana (y gris) ciudad del norte.
También escribe Álamo sobre su profesión docente y sobre el estado de la educación actual. Sus reflexiones son lúcidas y su prosa cercana y directa.
Este es un libro que se lee de una sentada pero al que se habrá de volver para rescatar, como pequeños pecios, algunas de sus aforismos, reflexiones y comentarios sobre la vida, los ladrones de libros, el amor, la belleza o la literatura.
El autor es consciente de que la realidad es, en parte, imaginaria. Y que para entenderla debemos escaparnos de ella. Este libro, como todos los libros verdaderos, es una fuga premeditada de la realidad. Un escapada a través de la literatura para dotarla de sentido.
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