Crónica de un éxito, por María Trinidad Herrero Ezquerro
Dicen que Nueva York en agosto es mortal. La temperatura media es de 84º Farenheit (unos 30º Celsius), aunque algunos días las temperaturas son más elevadas. Además, la humedad de la isla de Manhattan, rodeada de agua por todas partes, hace que la sensación térmica sea más elevada. Pero Nueva York es Nueva York, la ciudad que nunca duerme, la ciudad diversa, la torre de Babel dónde se siente libertad.
Cien gaviotas inundan el horizonte deslizándose entre los rascacielos, aunque el viento no sople más de lo normal. Los taxistas, tan simpáticos algunos, otros no tanto, intentan escapar de la monotonía. La policía neoyorquina hace gala de su lema CPR: courtesy, professionalism, respect (cortesía, profesionalismo y respeto), que parecen palabras buscadas para que cualquier latino las comprenda. Esa policía que aparece enseguida, allá dónde se la reclama. Y si no, que nos lo digan a nosotras. Un recuerdo imborrable que dibuja una sonrisa al recordarlo.
Y en medio de esa ciudad inmensa y atrayente, el teatro latino es un torbellino. Gente dispar, nacida en diferentes partes del planeta, a miles de kilómetros unos de otros, pero con un nexo y cultura comunes, unidos por la lengua, el español. Qué maravilla que diferentes acentos, a los que intentamos adivinar su origen, confluyan en un idioma común de comunicación sin barreras, de comunión espiritual no solo por el amor al teatro, sino por el orgullo de un origen común, cada uno con las particularidades de su propio terruño, pero unidos por la alegría latina. Y allí, en ese maravilloso entorno cultural, triunfa una obra de Diana de Paco interpretada por Gemma Ibarra. ¡Qué gozo, qué regocijo!
Y después la jarana, el jolgorio de la fiesta, que, según con quien hablara se denominaba con diversos sinónimos latinos: bulla, farra, jaleo, jarana, juerga… la riqueza inmensa de una lengua universal. En fin, tras la gala salimos al salón de fiestas dónde la algarabía, sin llegar al pandemónium, era indescriptible por el bullicio de satisfacción y “ajonjolí” de los premiados y, como todos, combinamos el protocolo de “llenar el buche” con las fotos en el photocall del escenario. Conocimos a tanta gente simpática que los nombres se agolpaban en la cabeza para poder retener y combinar nombre, origen y especialidad artística. Fue memorable. El éxito de la obra de Diana interpretada por Gemma, el triunfo conseguido, fue el resultado feliz que culminaba los esfuerzos de cultivar el talento, sabiendo discernir entre lo importante y lo urgente. Esa es Diana. Su poder intelectual, cultura e imaginación, amén de sus cualidades artísticas son remarcables, pero sé que ahora se van a acrecentar al poderse concentrar para desarrollar la mente con perspicacia y lucidez, que dará lugar a una producción maravillosa, que anhelo con impaciencia.
Y es que, en este planeta, vivimos la vida hora a hora y día a día. La vida no es otra cosa que dar pasos, uno tras otro. La historia de cada cual es propia y diferente a la de los demás y, a veces, tenemos algún traspiés (con frecuencia), pero lo importante es tener el tesón para siempre levantarnos y ofrecer una versión mejor de nosotros mismos. Porque los sueños están en el cerebro y hay que perseguirlos pase lo que pase. Las circunstancias cambian, pero la voluntad nos hace más fuertes en las dificultades y, después, la satisfacción es mayor. No sabemos porque pasa lo que pasa, pero siempre es para bien, aunque al principio trastoque nuestros planes. Por ello, la actitud es crucial. Y el intelecto es versátil para, no sin esfuerzo, poder mutar y avanzar hacia el summun, que llegará.
Volveremos a Nueva York, a Manhattan, al Jue Lan Club. El cielo gris lo podremos cambiar y lo cambiaremos. Y seguirán muchos más triunfos tuyos, que ya estoy esperando y que confío que disfrutaremos juntas. Porque tenemos que escribir más crónicas de éxitos. Y, por favor, que sea pronto, que no quiero perderme la ocasión de nuevas algazaras neoyorquinas contigo, querida Diana.
Premio en Nueva York, con Trinidad Herrero y Gemma Ibarra
Comentario bellísimo sobre la obra de Diana
ResponderEliminarComentario bellísimo
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