EL ARCO DE ODISEO, Los trabajos de Hércules, de Bernardo Souvirón. Reseña de Marcos Muelas




Zeus, tomando la forma y aspecto del rey Anfitrión seduce a la esposa de este. De esa adúltera unión, nació Alcides el semidios, llamado a ser el mayor héroe de la mitología griega al que conoceremos como Hércules. Pero, Hera, esposa de Zeus, despechada y vengativa, hará caer toda su furia sobre él, constante recuerdo de la infidelidad de su marido.

Alcides ayudó a Ceronte, rey de Tebas, a acabar con sus enemigos. Como recompensa, ofreció a su hija Mégara para unirse en matrimonio. La princesa le honró alumbrando a tres hijos y durante años, Alcides prospero en paz. En cualquier rincón de Grecia se celebraba la suerte del semidios y este recorría las calles orgulloso de saberse el futuro rey de Tebas.

Pero, como todo buen griego que se precie, su futuro estaba ya escrito. En lo alto del Monte Olimpo la diosa Hera observaba rencorosa la buena fortuna de Alcides. El odio que sentía hacia él la consumía. La diosa no se atrevía a atacar directamente al bastardo, pues no quería enojar a su marido. Y aunque no podía interponerse en su destino final, sí que podía buscar otras formas de hacerle sufrir.

Haciendo uso de su poder, hace que una oleada de locura se adueñe de Alcides. El héroe, presa de una incomprensible furia ciega, masacra a sus propios hijos. La diosa Hera ha embutido la locura en su alma y cuando le devuelve la cordura, sus actos se convierten en el mayor de los castigos.

Desde el Olimpo, la vengativa diosa contempla con disfrute el dolor del semidiós. Alcides que, abatido, se ve obligado a abandonar Tebas. Era incapaz de mirar a los ojos a Mégara, su esposa y madre de sus difuntos hijos, que ahora vagaba como un fantasma sin alma. La gente que antes lo admiraba, ahora lo evita.


Desolado, abandona Tebas auto-imponiéndose el exilio. Desesperado, acude al oráculo de Delfos en busca de respuestas. El oráculo, que dice hablar en nombre de Apolo, le ordena que olvide su antigua vida y dedique sus fuerzas a honrar a la diosa Hera. Alcides pasa a llamarse Heracles, que significa “la gloria de Hera” o Hércules, como se le conoció en la mitología romana. También le ordenó viajar a Tirintio donde debía ponerse al servicio del cobarde rey Euristeo para espiar sus pecados parricidas.

Hércules accede a las peticiones de Apolo, sin saber que detrás de todo se oculta la voluntad de Hera. El rey Euristeo lo recibe con desconfianza y siendo títere de la diosa, encarga al semidios doce peligrosos trabajos, confiando en que fracase o pierda la vida. Su primera misión será matar al león de Nemea. Hércules acabó con la bestia y se confeccionó una capa con su piel. Y sin descanso, tuvo que enfrentarse a once pruebas más.

Tras ello, su fama se multiplicó. En cualquier lugar de Grecia lo recibían como al héroe que acaba con los monstruos que azotaban el país. Hércules se convirtió en el liberador de males y todos querían conocerlo. Le hacen obsequios y pugnan por tener el honor de sentarse a su lado.

Todos querían su parte del héroe que había acabado con el león de Nemea, la venenosa hidra de Lerna y el jabalí de Erimanto. Y así, el hijo de Zeus fue superando todas las pruebas que Euristeo le imponía. Los trabajos asignados necesitaban de grandes proezas físicas, pero en otras ocasiones requerían del ingenio del héroe.

Tendrá que enfrentarse con centauros, dar caza al Toro de Mar de Creta, o incluso lidiar con las yeguas antropófagas de Diomedes. Hera, incapaz de aceptar las victorias, volverá a intervenir una y otra vez tratando de acabar con Hércules. Zeus, al tanto de todo, utilizará su mano invisible para socorrer a su hijo favorito. Y más dioses se verán involucrados, azuzados por el matrimonio divino en uno u otro bando.

En sus aventuras, Hércules, tratará con los titanes Prometeo y Atlas o el centauro Quirón. Y tendrá tiempo para un fugaz amor con Hipólita, reina de las amazonas, que acabará en una nueva tragedia por voluntad de Hera. Y por si fuera poco, Hércules, convertido en un primitivo Dante, descenderá hasta el inframundo para someter a su guardián, Cancerbero.


Bernardo Souvirón, escritor cordobés, retoma le mito de las pruebas de El león del Olimpo para crear esta novela. Profesor de lenguas clásicas y estudioso de la cultura helénica, cuenta a sus espaldas con al menos doce novelas basadas en los mitos griegos. En sus obras, volvemos a encontrar cómo los humanos sufren la caprichosa voluntad de los dioses. Todas ellas más que recomendables.


Si quieres saber más sobre las aventuras de Hércules, los castigos impuestos a Atlas o Prometeo, la peligrosa curiosidad de Pandora y muchos más mitos griegos, este es el autor indicado.

Y recuerda, los dioses siempre nos vigilan desde el Olimpo.




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