CRONOPIOS. El jardín de Epicuro (II), por Rafael Hortal



Ada y Ulises se besaban con pasión, saboreando lentamente el tiempo perdido. Hacía 25 años de aquellos besos básicos de aprendizaje adolescente. Ahora Ulises pretendía ser el maestro, el hombre dominante que dejaba asombrada y satisfecha a su pareja sexual, que sentiría adoración por él a perpetuidad. En la ducha, mostró su fuerza para levantarla por los glúteos contra los azulejos y probar su sexo, luego le indicó que abrazara su cintura con las piernas para cabalgar al galope bajo la lluvia. Ahora todo era excitación sin tabúes, sin miedos. Ella se dejó hacer, lo miraba con lujuria desde abajo mientras le hacía una felación y acariciaba su tórax. Sus ojos claros brillaban a través del vapor, su pelo mojado le daba el carácter salvaje de una pantera hambrienta. 

—Ulises ¡Cómo has cambiado! 

—Cariño, es que tú me enciendes; me encanta tu chocho volador.

—No seas vulgar, no te contagies por lo que escuchas en la tele; di alas de mariposa ¿Tienes más hambre?

—Contigo soy insaciable. —le dijo con petulancia.

—¿Eres valiente también? ¿Quieres jugar?

—Claro.

Se secaron y fueron al dormitorio sin encender la luz. Ada abrió las cortinas de la gran cristalera. Desde décimo piso de la habitación del hotel se veía la ciudad iluminada. Apoyó sus manos en el cristal y curvó la espalda. Ulises no tenía duda de lo que ella quería, que la amara por todas partes, pero no esperaba que encendiera la luz de la habitación. Ahora toda la ciudad podría verlos.

—Querido, ámame, qué vean lo macho que eres. Tengo miles de seguidores en todo el mundo que nos están viendo en directo en Internet.

—Pero… ¿Cómo? —dijo sorprendido y asustado.

—No te preocupes demasiado, la cámara que está en el edificio de enfrente no te identificará detrás de mí, pero si quieres estar más tranquilo ponte la máscara que llevo en el bolso.

Al ponerse la máscara, protegió su identidad y actuó como un depravado, demostrando su poderío sin límites. Ada gemía de placer, su boca besaba el cristal como un guiño a sus seguidores, su cuerpo se contorsionaba tras la cristalera. Ulises se excitaba más pensando en lo que estaban viendo los internautas, pensó si también escucharían sus chillidos. Ada alternaba frases en inglés con sus gritos de placer… Se dieron cuenta que el teléfono de la habitación llevaba un rato sonando. Alguien aporreaba la puerta.

—Por favor señorita, deje de gritar, los clientes no paran de quejarse. Son las 2 de la mañana.

—Ulises, no te cortes. No puedes dejarme así ¡Sigue, sigue!

—Señorita, esta vez llamaré a la policía.

—Que vengan también. —le gritó Ada exhausta dejándose caer al suelo.

—¿Esta vez? ¿Esto lo haces con frecuencia? —le dijo Ulises mientras se sentaba en el suelo junto a ella quitándose la máscara.

—Espero que contigo no sea la última, eres tan macho. No te creas que hemos terminado.

Ulises se sintió complacido, con su ego subido, estaba dispuesto a no renunciar a nada, ya que era la primera vez que lo halagaban tanto. Ada cerró las cortinas, le indicó que se echara en la cama boca arriba. Ató sus manos y sus pies a las esquinas de la cama. Lo volvió a activar y se acopló encima.

—No es la primera vez que me atan. —mostró sus conocimientos sobre fetichismo, ella no podía ser más aventurera que él.

—Quiero que mientras te cabalgo me cuentes una receta de gastronomía con todos los detalles… Hablo en serio. —Ahora si que lo sorprendió, pero estaba dispuesto a jugar.

—Arroz a la piedra ¿Te parece bien? —lo miró sonriendo.

—Veremos a ver si la piedra dura o no.

—Hacemos un fondo de pescado con morralla y ñora, echamos el arroz y una piedra del mar con sabor, debe ser porosa, no lisa, mejor si está a 8 metros de la costa, a continuación, ponemos gambas peladas, mero, almejas. Dejamos 16 minutos al fuego y lo dejamos reposar 5 minutos.

—Esta vez no te he grabado, simplemente quería coger ideas para mi guion. 

—¿Qué guion?

—Hago guiones para una plataforma porno que se llama UsoLibreFantasía. Tiene mucha audiencia, le gusta al público que ya está cansado del porno clásico. Los personajes hacen el amor mientras realizan tareas cotidianas: escriben en el ordenador, ven la tele, conversan sobre temas habituales… Normalmente participan tres o cuatro actores en la misma habitación, que se interrelacionan tanto en las conversaciones como en el sexo.

—¡Porno con argumento! ¿Además de guionista, eres actriz?

—Si quieres podríamos participar los dos… conocerías gente, je, je, je.

—Vale, Ada ¿O debo llamarte “Yudy Jaitakers”? Escribe un guion en el que prepararemos entre todos un arroz para cuatro mientras nos conocemos a fondo en la cocina.





Ilustración: Empotramiento en do mayor, de Álvaro Peña

                                                                                        






Comentarios

  1. ¡Encuentros!
    Imaginación y deseo.

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  2. Este relato está inspirado en hechos reales (y suavizado), porque la realidad es mucho más increíble.

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