CRONOPIOS. El escritor y el personaje, por Rafael Hortal



A veces, sólo muy pocas veces, sucede que un personaje actúa como es el actor en realidad, interpretándose a sí mismo.

Me centraré en mi admirado (como escritor) Michel Houellebecq, que recientemente ha vuelto a saltar a las noticias internacionales por haber participado voluntariamente como actor en una película pornográfica con tres chicas. Después se arrepintió y pretende, sin éxito, impedir su distribución.


Me remontaré al año 2011, cuando publiqué mi primera novela erótica “Armónicos”, que presentó en FNAC Murcia el periodista Ángel Montiel; dio por hecho de que me había influenciado la novela “Las partículas elementales” (1998) de Houellebecq. No conocía ninguna publicación de ese escritor con un seudónimo tan difícil de escribir (en realidad se llama Michel Thomas). Después lo seguí siempre, y más sabiendo que tiene el premio Goncourt 2010 por su novela “El mapa y el territorio”, donde él mismo es uno de los personajes: un famoso escritor arisco y raro al que le proponen escribir el prólogo de un catálogo de fotografía. En sus novelas siempre ha sido muy crítico con el arte moderno; su personaje dice: “Estos fotógrafos son tan creativos como un fotomatón”.

En “Las partículas elementales” describe un lugar en Francia que es el paraíso de voyeurs, exhibicionistas y fetichistas; se trata del gran complejo veraniego de Cap d´Agde. Yo también situé allí mis personajes más liberales; un lugar que me impresionó por la naturalidad con la que se alardeaba del fetichismo en todas sus variantes. En mi novela “Armónicos” también coincido con Houellebecq en tratar el tema de la clonación humana y la inmortalidad. El halago de Ángel Montiel es doble si piensa que además de coincidir en los temas y lugares, también lo hago con el estilo libre, como catalogan al enfant terrible de la literatura francesa.


Si es normal que la mayoría de lectores piensen en la analogía entre escritores y sus personajes, en el caso de Houellebecq es totalmente manifiesta: “A los periodistas franceses les obsesiona cuánto de mí se esconde en mis protagonistas”, dijo una de las pocas veces que habló. Cuando me firmó su libro en una cafetería de Molina de Segura, apenas cruzamos alguna palabra perdida entre mi francés de Bachiller y sus muecas mientras fumaba, cogiendo el cigarrillo de forma extraña, tanto como él. Antes de participar en el ciclo de Escritores en su Tinta que dirige Lola Gracia, en el que contestaba con monosílabos, se le impuso la banda de la Muy Noble y Muy Leal Orden del Gran Meteorito de Molina de Segura, y se sentó en el monumento que lleva su nombre: un asiento en una gran piedra situada en el Parque de la Compañía. La placa incluye una buena frase del escritor: Rincón del lector. Michel Houellebecq. “He encontrado un lugar en el que estar y desde el que mirar: la literatura”. La banda fue impuesta por algunos miembros del Meteorito, como Elías Meana, Manuel Moyano y Paco López Mengual. 


El llamado “fenómeno Houellebecq” sigue provocando apasionados debates en la prensa literaria, por sus descripciones de la miseria afectiva y sexual de nuestro tiempo, sin escapar al racismo y xenofobia.

En 2005 dirigió la película de su premiada novela “La Posibilidad de una isla”, dónde trató el tema de la Ingeniería Genética, con clonación humana e inmortalidad, pero la película fue un fracaso (un escritor no es un director de cine). ¿Son superiores las expectativas del lector que las del escritor? Es posible, porque cada lector imagina la acción y los personajes de forma distinta, a su gusto. Cada lector haría una película diferente con la misma novela. Algunos escritores son tolerantes, como le sucede a Pérez-Reverte con “La Carta Esférica”, que admitió la visión de Imanol Uribe cuando dirigió la película. En cambio, Antonio Gala se cabreó mucho con la adaptación que hizo Vicente Aranda en la película “La Pasión Turka”.

En 2014, Houellebecq se interpretó a si mismo en la película “El secuestro de Michel Houellebecq”. La película estuvo precedida por una campaña publicitaria como si a Houellebecq lo hubiesen secuestrado de verdad. Recuerdo la coincidencia en el cine Centrofama con otros escritores murcianos, como Miguel Ángel Hernández, admiradores de Houellebecq, ansiosos por ver el estreno. Nos reíamos al ver algunas escenas en las que podríamos jurar que el actor era así en su vida real, capaz de aburrir a sus secuestradores con su indolencia y sus peticiones de comida y sexo… es decir, que Houellebecq se lo pasó bomba en su secuestro, llegando a invertir el “síndrome de Estocolmo”.

Ahora, también estamos deseosos por verlo como actor en la peli porno “KIRAC27”, pero más que por el interés de su cuerpo, es por verlo faire l´amour sin pasión y fumando sin parar, supongo.


Michel Houellebecq y Rafel Hortal (2014)



Michel Houellebecq, Elias Meana, Manuel Moyano y Paco López Mengual





Michel Houellebecq y Lola Gracia


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