PUNTO DE FUGA. Albricias, por Charo Guarino




Era el momento mágico en que mi pecho de madre primeriza se convertía de nuevo en el maná que alimentaba el pequeño cuerpecito de Irene, de apenas tres días en el mundo. En la penumbra del dormitorio nuestras miradas se cruzaron y me pareció ver el cielo. Una nube blanquecina cubría por completo su pupila izquierda. El casual hallazgo pasó de la sorpresa a la preocupación, y la nube se volvió gris y pesada ensombreciendo mi ánimo. Se parecía demasiado a la que había visto en los ojos de mis abuelas, aquejadas de cataratas. Pero mi hija era un bebé recién nacido. Manifesté mi inquietud a su padre y a mi madre. También al pediatra en su primera revisión. Mi madre me dijo que perdiera cuidado, que los ojos de los bebés no tienen el color definido. Pero no era el color de su iris. Era su pupila la que presentaba una alteración. Mis temores se confirmaron en la segunda revisión pediátrica. El doctor Pena, que antes no le había dado importancia, se alarmó y dijo que había que descartar que no fuera un retinoblastoma, un tumor maligno cerebral. Y nos recomendó acudir al Instituto de Microcirugía Ocular, en Barcelona, donde le habían solucionado un problema grave de visión. Eran vísperas de la festividad del 1 de mayo. Su padre se apresuró a buscar dónde pudieran hacer las pruebas pertinentes y al día siguiente nos atendieron en la prestigiosa clínica alicantina Alió, donde confirmaron que se trataba de una catarata congénita. También pidió entrevista en la ONCE, donde se nos recibió y nos orientó con acierto y agrado poniéndonos en contacto con otra pareja de Alhama que tenía una hija con idéntico problema, Sara, a la que intervinieron en Valencia y de la que durante algún tiempo tuvimos noticias. A partir de ahí, como me profetizó el oftalmólogo con el que contrastamos diagnóstico en Murcia antes de la operación, comenzó un camino de rosas cuajado de espinas. Concertamos cita en Barcelona, en el IMO, para la semana siguiente, un día después de su bautizo. Le faltaban tres días para los dos meses cuando la metieron a quirófano y me la devolvieron hecha un guiñapillo, aún bajo los efectos de la anestesia general. Gracias a la pericia de los Dres. Carlos Mateo y Roser Pascual le fue extirpado el cristalino y le conservaron la cápsula donde habría de implantársele en su día la lente intraocular que reemplazara a la externa que desde ese momento y hasta el día 21 de marzo de 2023 ha llevado a diario, salvo ocasionales excepciones. Ese “huevo frito”, como coloquialmente se llama a la lentilla que debido al elevado número de diotrías (23) presenta esa apariencia, que tantas veces perdió y con tanta dificultad hube de ponerle y quitarle cada día, ante su resistencia, pues no se puede hacer comprender a un bebé ni a un niño pequeño que tienes que introducirle un objeto extraño en el ojo, o que debes ponerle un parche para evitar el estrabismo por ambliopía, parche que no me había dado la vuelta cuando ya se había quitado, y vuelta a empezar… Con el uso de razón todo se hizo más llevadero, y a los ocho años aprendió a ponerse la lentilla merced a la paciencia de Marta, de Opticalia, cuya primogénita ¡lo que son las casualidades! también nacería años después con catarata congénita unilateral.

Han sido años duros, dulcificados por el trato afable y cordial de la doctora Pascual en la clínica Arumí, cruce de Diagonal con Balmes, en los asiduos viajes, en coche o tren, a mi ciudad natal, espaciados hasta desaparecer con la jubilación anticipada de quien la trató como si fuera su propia hija, acogida por la hospitalidad de mi madrina, mi paño de lágrimas en los momentos duros de la vida. También en Murcia el doctor José García, primero en su consulta en La Alberca y luego en el Hospital Reina Sofía, ha traído respiro y consuelo a mi corazón compungido, animándome con las expectativas de un buen pronóstico con el paso del tiempo debido a los avances de la óptica y la oftalmología.

A las nueve de la mañana del día de la poesía de este 2023, en el Hospital murciano Reina Sofía el doctor Ramón Gutiérrez implantaba con éxito la lente, en una intervención de veinte minutos, sin tener que reconstruir la cápsula, como esperaban, debido al tiempo transcurrido desde la primera operación, que podría haber desdibujado el sulcus y haber hecho precisa una reconstrucción que hubiera llevado varias horas. Mi hija progresa según lo esperado, y ve mejor que nunca según sus propias palabras. Dentro de dos meses dice la doctora Ortiz que alcanzará la visión óptima. Me apena que no esté aquí mi madre para celebrarlo con ella, aunque de estar no se habría enterado porque su mente hace tiempo se extravió. Su sufrimiento fue parejo al mío. Muchas veces yo le pedía que reprimiera los lamentos en su presencia: “Pobre, ese ojico…”, repetía entre dientes, apretándolos al tiempo que con mimo humedecía el parche para quitárselo evitando dañarle la delicada piel y devolver así la luz al ojo sano, mientras la besaba. Tengo la escena viva en mi memoria.

Veintidós años han tenido que pasar para que se cierre un círculo y yo respire aliviada, aún sin terminar de creerlo, con una mezcla de emociones entrelazadas con recuerdos.

Es bonito que un día tan esperado haya llegado el día en que se estrena la primavera y se celebra el día internacional de la Poesía, el mismo en que en Calasparra se ha inaugurado un jardín de versos que, junto a poemas de otros, incluye el mío titulado ‘Ocaso’. Me gusta pensar que durante algún tiempo a su alrededor el viento cimbreará el tallo de flores que perfumarán el aire, en el que llegue hasta mi madre mi alegría, como una lluvia inversa, para que también ella sea partícipe, y bendiga desde el cielo los preciosos ojos heterócromos de su nieta Irene.




Comentarios

  1. Precioso, Charo. Besos

    ResponderEliminar
  2. Por favor, Charo. Ahora que conozco la historia entera, no puedo dejar de enviarte un abrazo y darte la enhorabuena por algo tan delicado e importante. Qué de verdad sea el final de un capítulo triste y que podais olvidarlo como agua pasada pasadísima. Un beso .

    ResponderEliminar
  3. Enhorabuena y augurios de buena salud!

    ResponderEliminar

Publicar un comentario