ESCRITOR INVITADO. El evangelio del nuevo mundo, novela de Maryse Condé, recensión de Isaac David Cremades Cano
La escritora caribeña y Doctora Honoris Causa por la Universidad de Murcia, Maryse Condé, vuelve a seducirnos con su última novela El evangelio del nuevo mundo, publicada recientemente por la Editorial Impedimenta (traducción al español de Martha A. Alonso). Materia prima de su genialidad, la oralidad cobra un protagonismo singular en el proceso mismo de gestación de este relato, pues es sorprendentemente a través de las propias palabras dictadas por la autora que sus personajes cobran vida, que se perfilan los espacios, que se define el tiempo. En efecto, esta novela fue transcrita pacientemente por una buena amiga de la autora, en el transcurso de citas periódicas durante alrededor de un año. Esta reconoce haberse maravillado de la fluidez del relato oral de Condé, que apenas ha sufrido modificaciones, de ahí el carácter de pureza y magia creativa que emana ya esta ficción antes de comenzar a leerla.
En esta ocasión, Condé nos propone una ingeniosa “canibalización literaria” de la vida de Jesucristo, concepto que hace alusión a las conocidas teorías desarrolladas por ella misma y vinculadas con las del brasileño Oswaldo de Andrade. Este argumentaba que ciertas tribus indias creían que, al ingerir partes del cuerpo de los misioneros, podrían obtener su fuerza y sabiduría. Trasladando entonces el relato bíblico del Nuevo Testamento a la isla de Martinica y otorgando el protagonismo del mismo a un hombre de origen africano, la historia de un hipotético nuevo mesías se apoderaría así de las virtudes de este sagrado texto fuente, no sin cierta dosis de la ironía que la caracteriza. La fuerza y el poder sugestivo que adquiere esta original novela desde sus primeras líneas radica entonces de esta relación intertextual, cuando surgen en la mente del lector cuestiones tales como si sería el mundo actual más armonioso si Dios hubiera enviado a dos mesías, uno blanco y otro negro, ¿viviríamos en un mundo más justo si Jesús hubiera tenido un hermano negro y hubieran sido enviados uno a cada extremo del mundo?
Podemos además deleitarnos con los numerosos ecos de su dilatada trayectoria literaria e intelectual, que resuenan a lo largo de este apasionante relato, cumbre incuestionable de su madurez. Así, por ejemplo, el paisaje adquiere un papel fundamental que va más allá de una mera función descriptiva. En ocasiones, el mar, los ríos, el bosque tropical, parecen cobrar vida, sienten y son testigos activos de la evolución psicológica del protagonista. La flora ocupa asimismo un lugar simbólico privilegiado, coloreando e impregnando el relato de perfumes exóticos, que ilustran los pensamientos más profundos del protagonista. Del mismo modo, encontramos alusiones al pasado esclavista, de las que intuimos otro de los temas clave desarrollados a lo largo de toda su obra, al sugerirnos una reflexión más profunda sobre esta etapa oscura de nuestra historia y sus consecuencias en el mundo actual.
Por supuesto, también presta una atención especial a la condición femenina para denunciar, en esta ocasión, el matrimonio forzado y otras adversidades a las que debe enfrentarse la mujer en un mundo alarmantemente patriarcal. La preocupación por el aumento y agravamiento de los atentados a nivel global, la Sudáfrica o el Senegal tras Mandela y Senghor, son temas igualmente recurrentes que retoma con el fin de mostrarnos con más nitidez ciertas pinceladas del mundo al que se enfrentan sus personajes. Estos dan voz a una diversidad de mujeres y hombres que comparten una búsqueda común, la de la felicidad, que vertebra sus vidas y de la que el protagonista pretende ser su guía. Más allá de las diferentes creencias religiosas y de comunidades que delimitan en exceso el libre albedrío, es justamente la búsqueda individual de la felicidad emprendida por el protagonista la que estructura el relato, para conjugar de forma magistral el misterio con una anhelada visión colectiva de prosperidad y bienestar basada en el amor. En su intento por descubrir cuál es su misión y ajeno a los milagros que se le atribuyen, este nuevo mesías describe humildemente su experiencia divina expresando, en definitiva, su desconcierto. Conduciéndonos para ello a veces hasta lo absurdo y lo real maravilloso, Condé nos invita a descubrir, a través de un fructífero y transgresor imaginario personal, lo complejo que es hoy en día soñar con un “nuevo mundo” mejor, más justo y armonioso.
Excelente reflexión!!
ResponderEliminarMaryse Conde y el universo de la canibalización literaria merecen un congreso. Pese a su edad, la pluma de la caribeña sigue moviéndose y nos lleva cada vez más hacia una literatura constructiva de un mundo mejor.
ResponderEliminarEl Evangelio del Nuevo Mundo merece un ¡Amén!.
Damás