EL ARCO DE ODISEO, Reseña sobre El niño del pijama de rayas, por Marcos Muelas



Durante la Segunda Guerra Mundial surgieron miles de campos de concentración en gran parte de las zonas ocupadas, donde millones de personas sufrieron hambre y frío extremo mientras los derechos humanos eran impunemente pisoteados. De todos ellos, Auschwitz es el más conocido. Durante los cinco años que estuvo en funcionamiento, un millón trescientas mil personas pasaron por él.

La mayoría de los prisioneros recluidos eran judíos. Sólo un diez por ciento de ellos sobrevivieron al hambre, la falta de atención médica y al frío extremo. Si hoy, tantos años después, nos cuesta creer que el ser humano fuera capaz de cometer tal barbarie, imaginad a un niño de nueve años intentando asimilar lo que estaba pasando a su alrededor durante ese periodo.

En “El niño del pijama de rayas” el escritor John Boyne, nos presenta a Bruno, un niño de nueve años que vive de forma acomodada en una lujosa mansión de Berlín. Ajeno a la guerra, su vida trascurre con las mismas preocupaciones típicas de su edad, jugar con sus amigos e ir al colegio.

Todo su mundo se desvanece bajo sus pies el día que recibe la noticia de que su familia debe de abandonar la casa familiar para trasladarse hasta Polonia.

Su padre es un alto oficial alemán, al que el mismísimo Führer encarga una importante misión: la dirección del infame campo de concentración de Auschwitz. La familia entera se verá obligada a abandonar la capital alemana para seguir al cabeza de familia.

Bruno, como cualquier infante, protesta ante este cambio, no quiere dejar atrás a sus amigos y a sus abuelos. Pero no hay elección posible, y sin tiempo de despedirse, es trasladado hasta su nuevo hogar, una casa adosada al ahora famoso campo de concentración. Pronto descubrirá que no irá a la escuela, recibirá la educación con un profesor particular, negándosele la posibilidad de conocer nuevos amigos.

Bruno no entiende el nuevo destino familiar. La casa en la que viven ahora dista mucho de los lujos de su antigua mansión. Bruno no entiende tal degradación, piensa que su padre ha hecho algo malo y el Furias, como él cree que llaman al Führer, lo ha castigado enviándolo a un sitio como ese.

A los ojos de un niño de su edad, la guerra y el campo de concentración que contempla desde su ventana, son eventos difuminados, ajenos a su entendimiento.

Lejos de sus amigos, no encuentra consuelo en su familia. Su hermana mayor es desagradable con él y su madre abusa de un licor medicinal que le produce prolongadas siestas con el objetivo de poder evadirse de su situación. Mientras, su padre está demasiado ocupado con su nuevo trabajo, dirigiendo Auschwitz.

A solas, en el interior de su habitación, su único entretenimiento es observar a través de la ventana. En ella se dibuja un mundo irreal donde miles de personas pululan tras las alambradas. Todos ellos son seres grises con semblante serio vestidos con ajados uniformes de rayas que campan erráticos por la zona acotada. Hombres, niños y ancianos, pero no hay mujeres a la vista.

Asaltado por la curiosidad pregunta a su padre quienes son. Este le responde con tono solemne: “No son lo que nosotros entendemos por personas. Pero no debes preocuparte. No tienen nada que ver contigo. No tienes absolutamente nada en común con ellos”. Con estas enigmáticas palabras, su padre da por zanjado el asunto.Tras meses de aburrimiento, Bruno decide explorar los alrededores de la alambrada. Con espíritu aventurero camina en paralelo al campo de concentración.

El viaje es largo y la valla no parece acabar nunca. Finalmente, encontrará recompensa a su empeño. Al otro lado de la valla encuentra a un solitario niño. Es un chico delgado, de piel grisácea y viste un extraño pijama de rayas. Ansioso por encontrar un amigo decide presentarse. Bruno descubre asombrado que el niño, que se llama Shmuel, nació exactamente el mismo día que él. Le cuesta creer que a pesar de compartir edad, Shmuel es mucho más bajo que él. Separados por el interminable alambre coronado por púas, comenzará una amistad.

A Bruno le cuesta creer las historias de Shmuel. Le cuenta que en su lado de la valla no hay apenas comida y que los niños no juegan ahí. Incluso asegura que tiene que compartir su habitación con numerosas personas. Aun así, Bruno regresará día tras día a oír las historias de su nuevo amigo y siempre que puede le lleva algo de comida.

En esta novela, contada a través de los ojos de un niño, podemos ver, una vez más los horrores de aquella época tan negra que vivió la humanidad. La novela podría parecer un cuento infantil, pero entre líneas, podemos encontrar las macabras referencias al Holocausto.

“El niño del pijama de rayas” fue el libro más vendido en España en 2007 y 2008, así como un éxito mundial que acabó convirtiéndose en una homónima película. Una historia emotiva de un periodo que no debemos de olvidar ni repetir.

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