EL ARCO DE ODISEO. Heroínas olvidadas, por Marcos Muelas


La Segunda Guerra Mundial fue el acontecimiento más importante y desastroso de la historia de la humanidad. Se estima que unos 70 millones de personas perdieron la vida a causa de este conflicto. En 1939 las potencias del eje comenzaron una guerra que duraría 6 años. Durante este tiempo la humanidad estuvo a un paso del colapso mientras afloraban los instintos más perversos de la raza humana. Fueron años de oscuridad e incertidumbre donde la vida y los derechos humanos perdieron cualquier valor.

Afortunadamente, el conflicto fue ganado por las fuerzas liberadoras aliadas, que acabarían con la tiranía de las naciones opresoras. Este conflicto dejó infinidad de historias para el recuerdo plasmadas en libros, revistas y cine. Si repasamos estas historias encontraremos los nombres de muchos de los hombres que hicieron posible el triunfo en la contienda. Por desgracia, para encontrar mención a las mujeres que lucharon y se sacrificaron en esta guerra, tenemos que indagar mucho más. Y no es que fueran pocas sus hazañas y sacrificios realizados. A modo de justo homenaje, hoy trataré de poner rostro a algunas de estas heroínas.


Tras años de combate, Estados Unidos había perdido tantos hombres que se encontraba con más aviones que pilotos.  Por ello, el país fundó el Servicio de Pilotos Femeninos de las Fuerzas Aéreas (WASP). Estas mujeres se convertían así en pilotos de pruebas de los nuevos aparatos y transporte militar. Incluso llegaron a convertirse en instructoras de los nuevos cadetes masculinos. Aun así, no sólo se les dificultaba entrar en combate por su condición femenina, sino que se les privó de derechos básicos como la sanidad o seguros de vida. Incluso se les negaban los honores de recibir un funeral militar si caían en acto de servicio. Cuesta creer que el propio Eisenhower se opusiera a la formación de este admirable grupo… Hicieron falta décadas para que se les concediera el mérito a su trabajo y por ello recibieron la Medalla de Oro del Congreso. Entre ellas cabe destacar a Nancy Harkness Love, la primera mujer piloto de EEUU y Jacqueline Cochran la primera mujer en romper la barrera del sonido.


Del lado de la extinta URSS, los rusos supieron valorar la fuerza y decisión de sus mujeres. Nos encontramos con Lidia Vladímirovna Litviak, apodada “El lirio blanco”. Una piloto que consiguió derribar al menos 15 aviones alemanes. Fue abatida cuando tan solo tenía 23 años. A pesar de su valía, su propio gobierno le negó reconocimientos durante décadas. 


Cuatrocientas mujeres rusas formaron el Regimiento de Bombardeo Nocturno, exclusivamente femenino. Fueron apodadas “Las brujas de la noche”. La coronel Marina Raskova fue la fundadora de esta unidad formada solo por jóvenes mujeres. Durante años bombardearon posiciones enemigas y realizaron peligrosas misiones de suministros. A pesar del desprecio de sus compañeros masculinos, las mujeres piloto demostraron su valor con creces. Entre ellas cabe destacar a la teniente Natalia Meklin, que obtuvo el título de Heroína de la Unión Soviética. 


En tierra, Lyudmila Pavlichenko se convirtió el terror de los alemanes invasores que se atrevían a ponerse a su alcance. Armada con un fusil con mira telescópica, acabó con al menos 309 enemigos, ganándose por ello el apodo de Lady Muerte. A día de hoy, aún es considerada una de las mejores francotiradoras del mundo. 

Su compatriota, Alía Moldagúlova, acabó con 78 invasores antes caer abatida.  

Por su parte, Rosa Shánina derribó sin ayuda a 59 enemigos. Los periódicos la acabaron bautizando como “El terror invisible”.  Otra tiradora destacada fue Tatyana Baramzina, que tras cubrir la evacuación de sus compañeros heridos, fue apresada, torturada y posteriormente ejecutada. Por su valor y sacrificio recibió el título de Héroe de la Unión Soviética.

Otro grupo reducido de mujeres, entre ellas Aleksandra Grigoryevna, llegaron a tripular carros de combate. El tanque de Aleksandra consiguió abatir a tres mortíferos Tiger, recibiendo la condecoración de la Orden de la Estrella roja. 


En la antesala de la guerra, Japón invadió China para ampliar sus territorios. Cheng Benhua, una joven china de 23 años, se unió al movimiento nacional antijaponés. Este movimiento se convirtió en la Fuerza de Autodefensa del Pueblo para luchar contra la invasión. Tras años de lucha, la resistencia dirigida por Cheng cayó ante las fuerzas invasoras, muy superiores en número. Cheng fue torturada salvajemente por sus captores nipones. Antes de ser ejecutada fue fotografiada por sus verdugos. En la foto aparece con una sonrisa desafiante, que quedó inmortalizada. Esa imagen sirvió a sus compatriotas como símbolo de lucha durante el conflicto. Hoy podemos encontrar una estatua cinco metros de esta valiente joven en la ciudad de Nanjing como homenaje a su espíritu indomable.


Hasta aquí, en estas cortas líneas, he mencionado a un pequeño número de heroínas que lucharon contra la injusticia y por la libertad. Solo una gota de agua en el océano de todas las que fueron. Solo unas pocas fueron reconocidas por sus actos. 

Sin embargo, millones de mujeres lucharon y murieron en esta guerra, mientras sus proezas y logros quedaron en su mayoría sepultados. Tristemente, sus nombres quedaron arrinconados en las memorias de guerra, quedando en ocasiones, como simples anécdotas a pie de página. 

Seguiré buscando y leyendo cada una de sus historias. Emocionándome con sus proezas. Poniendo mi grano de arena para que sus grandes heroicidades nunca caigan en el olvido.  






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