Debutantes, por María Dolores Palazón Botella

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Cada día se hace más difícil. Le animan a no perder la paciencia, a seguir confiando, pero resulta complicado. Si hay algo que ha aprendido es que la palabra no tiene valor, ni siquiera la escrita, y que nadie va a hacer nada por ti, aunque como tú haya cientos y te traten de convencer de que sumar es poder, al final sabes bien, mejor que nadie, que te enfrentas en solitario al peligro porque es humano que cada cual trate de buscar la forma de subsistir, es lo que tú estás intentando.

Al principio todo parecía fácil. Lo vas a conseguir en seguida, te decían los que te auspiciaban un futuro prometedor, los mismos que te iban marcando el camino con su experiencia a base de repetir haz esto que te va a venir bien, su frase estrella, acompañada de la siempre considerada afirmación fíate de mí que yo sé lo que es más adecuado. Palabras que te hicieron confiar, hoy sabes que demasiado, en la valía de sus declamadores y que te llevaron a seguir los pasos que te dictaban, esos que te llevaron a aceptar un contrato que se basaba en un fraude de ley, porque nunca tuviste un trabajo por cuenta propia o ajena, más bien te travestiste como autónomo para cumplir con los requisitos que te demandaban porque sabías que era la única forma de entrar en el círculo de los distinguidos académicos, esos que te animaban a sumarte a ellos, que te decían que te recibían con los brazos abiertos pero que, como hoy sabes, nunca te han visto como uno de los suyos porque tu escalón era el primero, alejado de la cima, el puesto de los principiantes, de los que no tienen derecho a nada porque, como sabes, no sois nada.

Al principio te rebelaste contra ese nada, quisiste brillar, ser diferente, tomarte las cosas en serio, ser profesional y hacer con todo ello un trabajo impecable. Sabes que tus estudiantes te lo reconocen, que te aprecian por mostrarles otra realidad, quizás la más real a la que se vayan a encontrar durante su formación. Pero, también, hoy ya sabes que eso no te ha valido de nada al margen que para tener certificados de todos los departamentos y colores que no recogen todo lo hecho, porque has hecho más cosas de las que te pueden reconocer. Curiosa broma: te dejaron hacerlas pero no te las reconocen porque tu puesto no lo permite, porque legislación y norma no son humanas aunque las dicten y ejecuten los hombres, porque las cosas son así y punto. Que cada época ha tenido su mili y a ti te ha tocado esta, qué le vamos a hacer, te dicen los que te auparon y te animan a seguir por un camino que no te da rédito alguno, porque las actividades que te lo dan te están vetadas por el nivel de tu figura docente. 

Fuera del aula seguiste peleando por alcanzar el reconocimiento de la investigación. Aquí no solo tus guías profesionales te han dicho qué hacer y por dónde ir, sino que te has entregado sin pedir clemencia al dictamen de organismos cuyos baremos han ido variando siempre hacía mínimos más máximos. Cambios que te han llevado a ser un moderno Sísifo, donde tu piedra es el texto que debes escribir para plasmar una investigación que ya no sabes si haces por aportar conocimiento a la humanidad o por sumar méritos personales que te ayuden a alcanzar el tan ansiado siguiente escalón. Ese que ayer veías lejano y hoy imposible, sabiendo que mañana quizás simplemente desaparezca. 

Para ampliar las opciones, decidieron involucrarte en la vida interna de la institución, forma sutil de aludir a la gestión de tu lugar de trabajo. Pues alguien altamente cualificado zanjó que la sabiduría de los profesionales del organismo para el que trabajas a tiempo parcial, de forma temporal, con horario asignado y un sueldo que avergonzaría si se tuvieran escrúpulos e interés en saber cuánto cobran quienes tienen el cometido de formar a los profesionales universitarios de este país, valía para que se autogestionaran en todos sus ámbitos. Tenías todas las papeletas para curtirte en este papel: predisposición, capacidad de trabajo, paciencia y otras virtudes que te hicieron sacar los colores cuando tus superiores te dijeron aquello de no lo dudes, es una oportunidad que te dará puntos, cógelo. 

Mientras tu vida privada ha estado parada. Tu sueldo no te ha dado para lo que te corresponde por edad. Independizarte, asumir tus gastos, formar una familia, vivir acorde con los años que tienes, son simplemente para ti utopías.

Así has pasado años, sintiéndote parte del cuerpo de debutantes del mundo académico que más admiras. Pensando que cada vez sería la última, que tu ingreso con todos los honores estaría próximo. Hoy sabes que ello no ha sido así, que lo sumado hasta ahora puede ser insuficiente, que una nueva ley amenaza lo que has ido consiguiendo con tu esfuerzo y el de tu familia, esa que siempre te ha apoyado, te ha dado la fuerza y te sigue diciendo que sigas, no lo dejes ahora. Pero es que ese ahora se ha convertido en más eterno que nunca. Por eso te dan ganas de irte antes de que te echen, de darte un capricho de dignidad, aunque hay quien seguro te dirá que de desagradecidos está el mundo lleno. Hoy eso tú lo sabes mejor que nadie, porque sientes que todo tu esfuerzo ha tenido como recompensa una simple sombra. Hoy ya no eres quien entro aquí por primera vez, se han encargado de usarte y montarte a su antojo y semejanza. Quizás sea el momento de buscarte y encontrarte de nuevo con tus orígenes, pero con cuidado, ser lo que fuiste te hizo entrar aquí. No lo olvides. 


 



 

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