LOS SONIDOS Y EL TIEMPO. Noche de Reyes, por Gabrilel Lauret.
En una pequeña aldea de Palestina vivía un niño pobre y tullido que se llamaba Amahl. Una noche llamaron a su puerta tres personajes espléndidamente vestidos. Estaban de viaje siguiendo una estrella que les guiaba para adorar a un niño que acababa de nacer y necesitaban descansar en su humilde morada. Amahl les contó que había sido pastor, pero que su madre tuvo que vender sus ovejas para sobrevivir, por lo que sabía que pronto tendría que mendigar. Asombrado por las maravillas que contaban del niño, Amahl quiso que le llevaran un regalo suyo, pero no tenía nada salvo su propia muleta. Aún así, decidió enviársela. En el momento en el que se la dio a los visitantes, su pierna curó milagrosamente. A la mañana siguiente, Amahl partió con la comitiva para darle al recién nacido su muleta en agradecimiento por haber sido curado.
Esta historia ligada a la Epifanía que les he condensado fue escrita por Gian Carlo Menotti. Posiblemente el apellido sonará mucho a los aficionados al fútbol, pero les adelanto de que se trata de uno de los más importantes compositores de ópera del siglo XX, además, con los formatos más originales que puedan imaginar: ópera de cámara, ópera para niños, ópera con guiñoles, ópera para la radio y ópera para la televisión, sin contar las adaptaciones cinematográficas. Hasta óperas normales.
Menotti nació en Cadegliano-Viconago en 1911, en Italia junto a la frontera suiza, y fue el sexto de diez hermanos. La familia era muy próspera gracias a una empresa exportadora de café en Colombia. Su madre se preocupó de que todos sus hijos aprendieran música, lo que permitía que interpretaran música de cámara en familia. Desde los siete años comenzó a componer canciones y a los once escribió el libreto y la música de su primera ópera, que se interpretó en la residencia familiar con títeres. Con solo trece años comenzó su formación formal en el Conservatorio de Milán.
Tras la muerte de su padre, en 1928 se trasladó a Estados Unidos, donde ingresó en el Instituto Curtis de Filadelfia. Allí fue compañero de estudios del compositor Samuel Barber, que se convertiría también en compañero de gran parte de su vida. Tras graduarse regresó temporalmente a Europa, donde siguió formándose con profesores del prestigio de Nadia Boulanger. Durante estos cuatro años compuso su primera ópera “adulta”, para la que también escribió el guión. Menotti sería siempre su propio libretista, así como de otros compositores como Barber o Lukas Foss.
En total, Menotti compuso 25 óperas, y su estilo siempre siguió la tradición romántica italiana cercana a Puccini y a Mascagni. Sólo usó las técnicas de vanguardia cuando el discurso dramático lo requería, y esto le permitió que su música fuera fácilmente comprendida y aceptada por el público. La sucesión de éxitos le permitió ir escalando en prestigio en Estado Unidos (Nueva York y Filadelfia) y también en Europa (París y Londres).
El empujón definitivo a su carrera llegó en 1951, cuando la cadena de televisión NBC le encargó la composición de una ópera para ser estrenada en Nochebuena. La inspiración la encontró contemplando La adoración de los magos del Bosco en el Metropolitan Museum de Nueva York. Le hizo recordar escenas de su infancia, casi olvidada, y escribió un libreto basado en esta tradición. Su particular historia, que antes les refería, se convirtió en Amahl y los visitantes nocturnos, la ópera más popular de Menotti.
Como casi todos los encargos con fecha límite, el proceso para el estreno fue bastante accidentado. Barber tuvo que ayudar para completar la orquestación ya que a Menotti no le daba tiempo a terminar en el plazo indicado. Los cantantes tuvieron poco tiempo para ensayar y recibieron los pasajes finales pocos días antes de la emisión. Debemos recordar que en aquella época no se grababan los programas sino que la interpretación se emitía en riguroso directo.
Amahl fue la primera ópera compuesta específicamente para la televisión en Estados Unidos, y la tercera en el mundo. Se estima que la transmisión en vivo tuvo una audiencia de cinco millones de personas, la mayor de una ópera televisada, y el New York Times le dedicó su portada por el éxito alcanzado. La ópera fue grabada en distintas versiones (1963 y 1978), llegó a los teatros de ópera y se hizo una película en 1996.
Tras el estreno se creó una tradición navideña por la que se volvía a ver en televisión cada Nochebuena, y así fue hasta 1966. Menotti nunca aprobó la producción de 1963, y cuando los derechos de emisión volvieron a sus manos, se negó a permitir que se exhibiera de nuevo. Debido a esto, Amahl no volvió a la pequeña pantalla hasta 1978, y esta nueva versión no tuvo continuidad.
La carrera de Menotti fue larga y obtuvo muy importantes galardones, como dos premios Pulitzer de Música. El medium fue llevada al cine en 1952, considerado como uno de los mejores ejemplos de ópera cinematográfica jamás realizado y que compitió en el Festival de Cannes. Escribió dos óperas con temática española, Juana la Loca y Goya, esta última para Plácido Domingo. Fue director general de la Ópera de Roma durante dos años y, además, dirigía muchas representaciones de sus obras como en la Ópera de Viena o en el Festival de Salzburgo. Murió en Montecarlo en 2007 con 95 años de edad.
No sé si se han portado bien este año pero, en todo caso, espero que los Reyes Magos hayan sido generosos con ustedes. Mejor todavía, espero que hayan sido ustedes tan generosos como el pobre niño Amhal con las personas que más lo necesitan.
Con mis mejores deseos para este Año 2024.
Ilustración:
Adoración de los Magos (ca. 1475). Jheronimus Bosch, El Bosco (atribuido). Metropolitan Museum of Art.
Ilustración musical:
Amahl y los visitantes nocturnos (1978). Teresa Stratas (madre de Amahl), Robert Sapolsky (Amahl), etc. Ambrosian Singers. Philarmonia Orchestra. Director musical: Jesús López Cobos. Director: Arvin Brown.
Un artículo muy interesante para no olvidar cuando las artes y la música fueron, a través de artistas como Menotti, una herramienta poderosa de concienciación social.
ResponderEliminarHoy día el arte rebajado a pastiche, el músico a “artista” y el concertista a entretenedor (cuasi feriante), deja un panorama desolador donde la música es prisionera de sí misma.
Gracias Gabriel, por recordarnos desde este púlpito que regentas, que hubo artistas, desconocidos para el vulgo, que no se vieron obligados a la necesidad de agradar y que ejercieron sin complejos ni presiones su creatividad.
Tu columna un acierto que todos debemos leer.
Muchas gracias, Salvador. Hubiera sido alargar mucho el artículo, pero también es interesante destacar el papel que tenían las cadenas privadas de televisión como la NBC o la CBS al encargar obras musicales que eran difundidas en horarios aptos "para todos los públicos", no horarios de castigo a las 8:00.
EliminarEsto cambió posteriormente, pero el papel de las cadenas privadas era más importante que el de las públicas en actualidad. Todo esto habría que matizarlo, evidentemente.