PUNTO DE FUGA. Quod Salmantica dat, por Charo Guarino
Recién regresada de Salamanca, donde ha tenido lugar el XVI Congreso de la Sociedad Española de Estudios Clásicos, gracias a la pericia conductora de Mariano Valverde en un viaje en el que han tenido cabida conversaciones informales pero también planificaciones docentes y hasta clases magistrales, oxigenado el cuerpo y reconfortado el ánimo en este encuentro científico y fraternal con colegas en un foro en el que hemos tenido ocasión de reafirmar nuestro amor por lo que estudiamos y nos apasiona, recobrada en parte la energía en este final de julio en el que se divisa por fin la conclusión del, por motivos personales, complicado curso 22-23, y con él la oportunidad de disfrutar de las vacaciones para volver en septiembre a encarar el nuevo con ilusión renovada, echo la vista atrás como Cicerón en el comienzo de su discurso en defensa de Arquías, y me veo hace veintisiete años en la misma ciudad en un encuentro del que tuve que ausentarme precipitadamente por el fallecimiento de mi querida abuela María. En el conocí a un discípulo del malogrado López Eire, Manuel Guillén de la Nava, con el que gozosamente he vuelto a coincidir. En aquella ocasión lo organizaba la ya nonagenaria Dulce Estefanía, Catedrática de Latín en la Universidad de Santiago de Compostela, que sigue incombustible y ha participado también en éste, exultante por la reciente publicación de su traducción de la Eneida en Argentina a impulso de la profesora de la Universidad de Bahía Blanca, en Buenos Aires, Gabriela Marrón, anunciando un nuevo libro suyo de inminente aparición. En aquellos tiempos, tal como acaba de sucederle a Jorge Linares Sánchez, prácticamente estrenaba yo ayudantía en el Departamento del que he formado parte de un modo u otro desde que comencé mis estudios de Filología Clásica en la Universidad de Murcia en octubre del 86, con una promoción, la del 86-91, que sigue unida por una amistad que trasciende todo límite.
Como curiosidad, en esta vuelta al pasado que ha sido en parte mi asistencia al Congreso, he coincidido con Ángeles Patiño, actualmente profesora jubilada de Enseñanza Secundaria en Aranjuez, donde en el curso 19/20 fue compañera en el IES Alpajés de un también querido antiguo alumno mío, Raúl Peña. Su rostro me resultaba familiar, y pronto quedó resuelto el enigma, cuando me saludó diciéndome que formó parte del tribunal de oposiciones a secundaria que hace treinta años me calificó con un 10 en julio del lejanísimo y al tiempo tan cercano 1993, año particularmente decisivo en mi vida. Uno de los guías que condujo a un grupo de congresistas en la visita a la ciudad les comentó que había sido alumno mío en la titulación de Historia del Arte, donde inauguré la asignatura de Mitología en el curso 95-96 que impartí durante muchos años, como luego hice con la que en los estudios de Grado que resultaron del ´Plan Bolonia’ se convirtió en ´Cultura Clásica’. Otro encuentro fortuito, tan fugaz como grato, fue el que tuvo lugar una noche, mientras deambulaba sola (y oscura, pero iluminada) tras la visita al Ieronimus, en un viaje en el tiempo de 90 metros de altura, por el interior de las Catedrales antigua y nueva y sus torres, con Isabel Hernández, que ha heredado tanto bueno de su padre, mi compañero de promoción y amiguísimo Jaime Francisco Hernández García, Presidente de ITINERA-AMUPROLAG, profesor apasionado de lenguas clásicas, embajador eTwinning, helenista, dramaturgo y director de Helidoni Teatro, adalid de nuestros estudios en Murcia y donde quiera que se encuentre. Gracias a su empeño su grupo de Teatro tuvo la fortuna de actuar el año pasado en la mismísima Grecia, a la que vuelven de nuevo éste con dos lugares donde representar su ‘Ulises herido’, nacido de un germen clásico pasado por el tamiz de su fecunda creatividad, como ocurriera con Deyanira y otros motivos y personajes del mundo antiguo.
Aliviados provisionalmente de las temperaturas extremas de Murcia en esta época, hemos coincidido en Salamanca un nutrido grupo de compañeros de la Universidad —nuestra representación ha incluido a la Secretaria y Directora de nuestro Departamento, Pepi Fernández Zambudio y Alicia Morales Ortiz, y a quien para mí fue la primera cara visible de la SEEC en Murcia, Milagros del Amo Lozano, siempre divertida y animosa—, que en esta convivencia académica hemos podido estrechar lazos y celebrar la alegría de estar juntos, departiendo sobre lo divino y lo humano y degustando especialidades culinarias locales, y al mismo tiempo recordar a los que ya no están y a los que no han podido acudir por uno u otro motivo, como Diana de Paco, a la que hemos tenido muy presente estos días, tan ligada a la Universidad de Salamanca, donde se licenció en Filología italiana tras su licenciatura como filóloga clásica en Murcia, en ambos lugares con honores. Va un brindis por ella con nuestros votos por su total recuperación y reincorporación a nuestro Departamento.
De entre todos los momentos vividos en esta ciudad tendida a orillas del Tormes, cabe la cueva de Salamanca y próximos al Huerto de Calixto y Melibea, auténtico locus amoenus, entre referencias a Nebrija, Fray Luis, Santa Teresa, Cervantes o Unamuno, y visitas guiadas a la Salamanca Universitaria y a los fondos bibliográficos del archivo catedralicio y de la Biblioteca de la Universidad, si es posible quedarse con uno de los muchos que me han enriquecido y con los que he disfrutado y aprendido, destacaría sin duda el que se dedicó a la poesía, antigua y moderna, en una memorable mesa redonda celebrada la tarde del jueves con la participación de los poetas y filólogos clásicos Javier Velaza, Jaime Siles, Aurora Luque, Luis Arturo Guichard y Juan Antonio González Iglesias, que regalaron al atento auditorio el relato de su relación con la palabra poética y con las lenguas clásicas, la defensa de la importancia fundamental del mundo antiguo y un recital poético exquisito.
Enhorabuena a la SEEC y a la sede de este nuevo encuentro, en particular al Presidente de la SEEC en Salamanca, Marco Antonio Santamaría, a los voluntarios y a las Secretarias, María José Mateo y Toñi García, siempre tan eficientes como amables. Salamanca ha dejado el listón muy alto. En Murcia estamos pensando en coger el testigo para la próxima.
¡Viva las humanidades clásicas!
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