EL ARCO DE ODISEO. Hijos del sol, por Marcos Muelas

 



En 1942 el país entró en una contagiosa epidemia xenófoba. Los soldados derribaron puertas a puntapiés para arrastrar a familias asustadas hasta la calle. Sus pertenencias fueron registradas sin ningún pudor o respeto. Los niños y los ancianos lloraban desconsolados mientras los cabezas de familia soportaban impotentes la escena. Finalmente acabaron recluidos en diferentes campos de concentración. Su único delito fue el de pertenecer a la etnia equivocada. Esto sucedió durante la Segunda Guerra Mundial. Pero sorprendentemente, esto no solo ocurrió en suelo Europeo. Sucedió en América, la tierra de las oportunidades.


<<Ken Smith era tan norteamericano como el propio tío Sam. Tenía cuarenta años y había trabajado toda su vida en la tienda de ultramarinos que había fundado su padre al llegar a América. Pagaba sus impuestos, llevaba a sus hijos a misa todos los domingos y celebraba el 4 de Julio como todo buen ciudadano.

 El problema radicaba en el origen de su padre, Yoshiro, que había nacido en Japón, ahora enemigo del país que le había acogido décadas atrás.

Su padre llevaba años muerto, pero aun así el estigma de su nacimiento le convertía en un potencial enemigo para los Estados Unidos.

La familia de Ken era considerada Nikkei, los hijos del sol, que era como definían a los inmigrantes procedentes de Japón. Ken era, un Nisei, es decir, un descendiente japonés nacido en América.

Pero todos los privilegios de la familia de Ken, así como su ciudadanía, fueron revocados el día que Pearl Harbour fue atacado por las fuerzas niponas.

El presidente Roosevelt declaró la guerra a Japón y los Nikkei de toda Norte América serían reubicados en campos de concentración repartidos en su mayoría por la costa Oeste.  

Antes de partir fueron presionados para vender sus hogares y negocios. Quienes fueran sus amistosos vecinos, se aprovecharon entonces de su situación ofreciendo cantidades muy por debajo de su valor que no tuvieron más remedio que aceptar.

La desesperación se apoderaba de Ken mientras se veía obligado a subir con su familia a un tren. Solo se les permitió cargar con un pequeño equipaje, una reducida parte de las pertenencias de toda una vida. Tras el comienzo de la guerra, su el país les dio de lado. Daba igual que hubieran nacido o no allí. Lo único que parecía importar a los vecinos eran sus rasgos asiáticos. El clima social se había calentado tanto que los Nikkei sentían el peligro en sus propios barrios. Sus propios vecinos los trataban como una potencial amenaza.

Se corrió el falso rumor de que un elevado número de ellos iban a levantarse y atentar contra EEUU desde el interior. Por ello las autoridades decidieron que serían detenidos por precaución. 

 Manzanar era el nombre del centro de internamiento al que fueron llevados. Construido en un tiempo récord en las faldas de Sierra Nevada en California. Pronto descubrieron la dureza del lugar. El viento soplaba con fuerza levantando constantes nubes de polvo lo que les obligaba a taparse las vías respiratorias con pañuelos. Acinados en cobertizos prefabricados tenían que compartir estrecheces con otras familias a las que no conocían.

 Los meses pasaron y se vieron sorprendidos sin ropa de abrigo en pleno invierno. La mujer de Ken pereció de una infección respiratoria.

 Los derechos humanos fueron pisoteados. Algunos de los internos que intentaron escapar fueron abatidos por los militares que los vigilaban.

Las autoridades se vieron desbordadas en el intento de mantener la situación. Idearon planes para diferenciar a los ciudadanos leales al país con el fin de excarcelarlos. Por ello les ofrecieron dos opciones. Una era alistarse en el ejército y combatir las potencias del eje en Europa. Otra era renunciar a su ciudadanía y volver a Japón. La segunda elección era una trampa. Los que por desesperación decidieron esa opción, fueron considerados traidores y perdieron la posibilidad de ser liberados en mucho tiempo.

Ken era demasiado mayor para alistarse y tampoco quería dejar sola a su familia, por lo que tuvo que continuar internado.

Los ancianos, incapaces de entender el idioma, tenían que enfrentarse a preguntas que no entendían mientras eran tratados como sospechosos de traición. 

Más de cien mil adultos, ancianos y niños permanecieron recluidos en régimen penal sin más motivo que la seguridad nacional. 

Ken y el resto de reclusos de Manzanar no fueron liberados hasta 1945, tras tres años de injusta prisión.

 Sin ninguna explicación se les soltó con un billete de tren y 25 dólares. Una miseria con la que empezar una nueva vida. Cuando Ken entró en el campo todo su dinero fue requisado y a algunos no se les fue devuelto hasta 1969, por supuesto sin intereses.

Una vez más, inocentes habían cargado con el peso de esta guerra. 

El gobierno americano no pidió disculpas a los recluidos hasta 1988. Ken llevaba años muerto.>>

Más de cien mil americanos de etnia japonesa fueron injustamente retenidos durante los años que duró el conflicto contra Japón.

Algunos jóvenes accedieron a alistarse en el ejército a cambio ser liberados.  Un buen número de ellos formaron el 442º Regimiento de Infantería. Siendo destinados al frente occidental se convirtieron en una de las unidades más condecoradas de esta guerra.







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