PUNTO DE FUGA, Roma, ciudad eterna, por Charo Guarino


 


Cualquier pretexto es válido para volver a visitar Roma, y en esta última y reciente ocasión, hace apenas una semana, bastó una llamada en la que Pedro Cano anunciaba que se marchaba de nuevo a la que ha sido su segunda casa desde su juventud, para inaugurar su última exposición en la sala Dalí del Instituto Cervantes en Piazza Navona. Su cortés invitación a acompañarle encontró eco inmediato, y nada más colgar el teléfono estábamos buscando vuelo y hotel para regresar a Roma por segunda vez este año (José Luis acababa de volver de visitarla con su “cuarteto de Alejandría” hacía solo quince días y yo estuve por última vez en el mes de junio).


Por si no fuera suficiente el motivo anterior, se da la circunstancia de que también por estos días —se inauguró el 13 de octubre, en vísperas del centenario de su nacimiento, y podrá visitarse hasta el próximo 4 de febrero—, se exhibe en Le Scuderie del Quirinal la exposición “Favoloso Calvino. Il mondo come opera d’arte: Carpaccio, de Chirico, Gnoli, Melotti e gli altri”, en la que participa así mismo Pedro Cano con dieciséis de las cincuenta y cinco acuarelas de la serie con que plasmó, e hizo así visibles cada una de las ciudades invisibles de Italo Calvino en su obra homónima, por encargo expreso de la viuda de aquel, Esther Judith Singer, Chichita. 


Muchos son los adjetivos que cuadran a Calvino, un autor tan prolífico que es difícil de abarcar, y tan multiforme que se resiste a las clasificaciones, pero ninguno le cuadra tanto en mi opinión como la definición de Gore Vidal, de la que se han hecho eco en la citada muestra, que he tenido el privilegio y la satisfacción de poder disfrutar.


El próximo miércoles le tributaremos un merecido homenaje en la Facultad de Letras, y dos días después se recordará su figura en la Fundación Pedro Cano, en Blanca, con un diálogo entre amigos sobre su obra Las ciudades invisibles en el que intervendrán el filósofo Paco Jarauta, el pintor Pedro Cano y la arquitecta Helia de San Nicolás, en una jornada organizada por la también arquitecta Ester Monasterio. 


Exactamente igual que me ocurrió hace ya veinticinco años, cuando llegué a Roma por primera vez y pisé su suelo en la estación de Termini, en esta, que ha sido la sexta y espero no sea la última, he vuelto a experimentar idéntica emoción, en una especie de déjà vu, mezcla de euforia y de impresión de irrealidad, como cuando uno vuelve a casa después de un tiempo y siente que pese al inevitable cambio que el paso del tiempo indefectiblemente provoca, sigue latiendo algo que quedó en suspenso cuando se marchó. Como cuenta Homero que ocurrió a Ulises al volver a su Ítaca después de media vida de peripecias sorteando peligros y viviendo aventuras de todo jaez.


Roma, monumental y acogedora, la ciudad que pasó de ser una humilde villa en la pantanosa región del Lacio a convertirse en el centro del mundo y cuna del mayor imperio conocido, espera siempre para sorprendernos en cualquier esquina como un museo all’aperto, complementario de las maravillas que podemos contemplar en su infinidad de monumentos, museos e iglesias, que dan cuenta de las distintas etapas históricas que han dejado su huella desde su fundación, el 21 de abril del 753 a.C. Pasear por sus calles y vicolos es un gozo que a poco que se pueda hay que experimentar al menos una vez en la vida para hacerse una idea de lo que evoca el epíteto “eterna” unido indisolublemente a su nombre. 



La escritora Isabel Barceló Chico, autora, entre otras obras, de Mujeres de Roma. Heroísmo, intrigas y pasiones (Sargantana 2018), invitada  por  la Real Academia de España en Roma con ocasión del 150 Aniversario de su fundación y en el día de la eliminación de la violencia contra la mujer para hablar de la misma, nos propondrá en el curso de la Sociedad Española de Estudios Clásicos —que tendrá lugar en la Universidad de Murcia entre el 12 de febrero y el 21 marzo de 2024— un itinerario por la ciudad eterna tan interesante como tentador, porque, ¿quién podría resistirse a pasar una semana en la eternidad?






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