CRONOPIOS: Encuentro con Lady Chatterley, por Rafael Hortal
Aprovecho que la cálida luz de otoño se filtra entre las hojas amarillentas de los árboles para convocar a la señora Chatterley en un bonito bosque. Tengo curiosidad por saber más sobre su personaje. Se presenta con un elegante vestido vaporoso azul claro y un sombrero que no oculta sus grandes ojos.
—Bienvenida Lady Chatterley.
—Buenos días, llámame Constanza o Connie, y tutéame por favor. Sólo tengo 23 años.
—Gracias, pero prefiero guardar la distancia y el respeto, aunque me va a permitir que nos centremos en la parte sexual de su vida.
—Como quieras, puedes ser hasta irreverente, a estas alturas ya no escondo nada. He pasado muchos años calumniada y censurada. Esto no es la campiña inglesa, ¿verdad?
—Estamos en un bonito lugar del sur de España. Por cierto: Clifford, su marido, dice que usted es una mujer quijotesca que anda buscando a su Dulcineo del Toboso.
—Es muy gracioso —dice con ironía—. Aunque sí es culto, se pasaba todo el día escuchando la radio, a veces pillaba Radio Ibérica, y leyendo a Joyce y Proust, a mí me aburre.
—Usted también es culta…
—Sí, he recibido una buena educación. Mi padre es artista y mi madre anda por Londres formando el movimiento socialista. Hemos viajado por varios países.
—¿Se siente cómoda con su personaje?
—Sí, pero Lawrence me ha mareado mucho. Escribió tres versiones: la primera en 1927 no se sabe dónde está el manuscrito, la segunda en 1928 es un claro alegato de la clase obrera. Lawrence trabajó en la mina como trabajó mi amante antes de refugiarse en la naturaleza como guardabosques, se llama Oliver Parkin, es muy bruto hablando. En la tercera versión se autocensura en algunos temas y me cambia al amante, en esta se llama Oliver Mellors y es un exoficial del ejército colonial británico que prefiere vivir en el bosque en paz, apartado de todos.
—Menos de usted. ¿Quién le gusta más, Parkin o Mellors?
—Los dos me gustan en la cama… quiero decir: en el bosque, en el suelo de la choza o en su casa del campo.
—Ya, ya. Seis veces he contado sus encuentros sexuales.
—Pero que conste que en más de una ocasión se ha corrido tres veces seguidas. En realidad, sólo se diferencian en que Parkin habla como un paleto, pero los dos follan bien y mi coño lo adoran.
—A mí no me importa que hable usted así, pero puede ser que moleste a algún lector.
—Me da igual. Así hablaba en 1920, no voy a cambiar ahora. A estas alturas ya me han llamado de todo. Si un hombre tiene una amante es un astuto zorro admirado, pero si una mujer tiene un amante es una puta zorra. Han censurado la novela en muchos países, pero ahora me conocen millones de personas… creo que me están aceptando como soy.
—¿Cómo cree que se la imaginan físicamente?
—D. H. Lawrence lo deja bien claro en la primera página: “Muchacha lozana con aire de campesina, pelo castaño suave, cuerpo robusto, movimientos lentos, ojos grandes y voz dulce”. Lo que pasa es que cada lector me imagina a su gusto. Es posible que piensen que soy una chica fácil, pero dejo bien claro que si tengo un amante, primero es por deseo, estaba en continua tensión sexual, y luego por amor, ya sabes que mi marido no puede satisfacerme. Decidí acostarme con el guardabosques desde que lo vi lavándose desnudo. Me puse muy excitada.
—¿Por qué le habla a su pene y además le pone un nombre?
—Veo el sexo masculino como algo con vida propia cuando se levanta grueso y arqueado y luego sale pequeño y pringoso. La idea de llamarlo Jhon Tomas surgió en la tercera versión de la novela, porque recordé al personaje de un cuento inglés de 1915: Jhon Tomas, “El Trancas”, ya me entiendes…
—¿Y de dónde surgió la idea de llamar a su sexo Lady Jane?
—Por la reina inteligente que encarcelaron y ejecutaron por intereses políticos. Mi coño ha estado secuestrado hasta que mi guardabosques lo penetró y me liberó. A partir de ese momento perdí el miedo a la desnudez, me gustaba que mi amante lo probara mientras me rozaba el pubis con su bigote; también me gustaba abrirlo para sentir el calor de la chimenea de la choza.
—Recuerdo que eso fue después de danzar desnuda bajo la lluvia.
—Es una de las escenas más románticas: mi amante siguió mi entusiasmo y se unió desnudo a correr y danzar entre las flores de la campiña. Ya en la cabaña me puso florecillas entre el vello del pubis… y yo a él sobre su falo triunfante.
—Tengo contabilizadas once adaptaciones al cine. ¿Cuál le gusta más?
—La versión francesa de 2006 que ganó cinco premios César. Me interpretó la guapa Marina Hands, aunque en ninguna versión pudieron ponerles flores a las actrices debajo de los pechos, porque no se sujetaban. Verás que yo tengo las tetas más grandes y a mi amante le gustaba sopesarlas elevándolas para sujetar las florecillas. Seguro que te lo estás imaginando…
—No, no. Sólo pienso en las preguntas… bueno, la verdad es que me gustaría que lloviese a ver si se anima a bailar desnuda.
—Hace un sol radiante, lo siento. —Me sonrió—. Aunque tengo 23 años, han pasado casi 100 años desde que me crearon, pero me conservo muy bien. Ahora tenéis otra forma, otros valores para escribir novelas románticas.
—No entremos en ese tema tan lleno de sombras, je, je, je.
—La vida de mi creador es más controvertida que la mía: se fugó con la mujer y los cuatro hijos de un catedrático… Tengo que irme, son casi las 5 y el té no perdona.
—Una cosa más: acaba de terminar la Primera Guerra Mundial y ya vaticináis que llegará la Segunda…
—Y acertamos. También te digo que, si hay una Tercera, será la última.
—“Guerra Final Terminal”, como escribió Philip K. Dick en 1968.
—Mi querido D. H. Lawrence también pronostica la fecundación in vitro y que los coitos no serán necesarios.
—Espero que se equivoquen todos. Muchas gracias por concederme su tiempo.
—Ha sido un placer. Llámame cuando quieras.
Ella se marchó adentrándose en el bosque y con su lento y gracioso movimiento se mimetizó con las cálidas hojas de otoño.
Una fórmula literaria magnífica. Espero que haya muchos personajes más. ¡Enhorabuena!
ResponderEliminarGracias. Le adelanto que he quedado con Wanda, La Venus de las Pieles. Espero que venga, es muy déspota.
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