MINUETOS. Nessun dorma, por José Antonio Molina
Turandot es una ópera póstuma de Giacomo Puccini estrenada en 1926, dos años después de la muerte de autor. La sombra del enigma pende sobre la historia de Turandot, la hermosa princesa china que, viviendo en fría castidad, somete a sus pretendientes a la prueba de tres acertijos sin cuya resolución no sólo no desposarán a la bella ingrata sino que además perderán la vida. Es el peso de una antigua maldición no menos grave para los pretendientes que para la misma soberana, condenada a la infelicidad y a la soledad. Tras la llegada de un misterioso pretendiente que resuelve todos los acertijos, ahora es él quien plantea un nuevo misterio, en una inesperada muestra de cortesía hacia la princesa que se niega todavía a reconocerse vencida y otorgar su mano. Turandot es quien ha de averiguar el nombre del extranjero o casarse con él. La Hija del Cielo ordena que nadie duerma esa noche, con la esperanza de poder desvelar el enigma, pero todo es en vano.
El enigma no quiere desvelarse, el aria más hermosa jamás escrita así lo proclama, el universo entero, el mundo de los astros todo, girando alrededor de un corazón cerrado, hermético, sellado, se mostrará incapaz de abrir el pecho para extraer el secreto, a no ser que su propietario por pura gratuidad, por puro amor quiera otorgarlo, porque las estrellas pasarán, y al alba vencerá la verdad, pues a resolución del enigma es el amor.
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Turandot, cartel promocial (1926) |
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